Que un padre sea obeso incrementa las posibilidades de que su hijo lo sea, pero no simplemente por herencia, sino también, porque los hábitos y el peso del padre afecta el riesgo de obesidad del hijo dejando marcas en el ADN que lleva su esperma.
Esas son las conclusiones de un reciente estudio que observó que los cambios de peso (ocasionados por factores ambientales) pueden producir modificaciones genéticas que posteriormente se trasladan al hijo mediante el esperma.
Concretamente, se vio que cuando el peso se reducía como consecuencia de una cirugía bariátrica, el ADN del esperma cargaba información diferente, por ello se cree que los hábitos que pueden tener los padres y su efecto en el peso puede incidir grandemente en el riesgo de que sus hijos sufran obesidad.
Estos cambios en el ADN producto del ambiente se denominan epigenéticos, porque son factores ambientales o no relacionadas con la genética, que pueden influir en la formación y desarrollo de un organismo, por ejemplo, modificando el riesgo de sufrir obesidad.
Es decir, lo que este estudio nos muestra es que no sólo la madre debería cuidar sus hábitos y su peso corporal antes de buscar la concepción y de llevar adelante un embarazo, sino también, el padre, pues si él pasara de sufrir obesidad a ser una persona de peso normal y con mejores hábitos, el riesgo de que su hijo sea obeso se reduciría.
Entonces, el estado preconcepción tanto de la madre como del padre es de gran importancia, y lo mejor, cambios en nuestro peso pueden modificar la carga genética que entregamos a nuestros hijos, de allí la importancia de cuidarnos si queremos beneficiar no sólo nuestra salud, sino también, la de nuestra descendencia.
Vía | Cell Metabolism, December 2015 DOI: 10.1016/j.cmet.2015.11.004
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