A partir de 2018 no se podrá comprar tabaco en el Vaticano. El Papa ha anunciado que el año que viene estará prohibido que este nocivo producto se comercialice en la Santa Sede.
Los clérigos y diplomáticos que quieran seguir fumando lo tendrán un poco más difícil: tendrán que cruzar la frontera hasta Roma para adquirirlo.
"La Santa Sede no puede colaborar con una práctica que perjudica claramente la salud de las personas", ha explicado Greg Burke, portavoz del Vaticano, en un comunicado emitido para explicar la decisión.
La medida es llamativa por dos motivos. Por un lado, por el claro posicionamiento del Papa Francisco y del Vaticano en la guerra antitabaco al impedir que se siga comercializando dentro de su territorio.

Un negocio millonario
Por otro, porque la venta de tabaco es el segundo mayor negocio del Vaticano solo por detrás de la venta de combustible. El motivo es que en ese territorio el tabaco no está sujeto a los mismos impuestos que en Roma y por ello comprar allí los cigarros sale mucho más baratos.
En teoría estas ventajas solo son accesibles a clérigos, empleados, pensionistas y diplomáticos de la Santa Sede que cuentan con una tarjeta especial con la que pueden comprar hasta cinco cartones de tabaco al mes.
Según las cuentas oficiales, que recoge el periódico El Mundo, el estanco del pequeño estado gana unos 10 millones de euros al año, lo que significaría que cada una de las personas con una de esas tarjetas compra entre 2 o 3 cajetillas al día. Esto parece señalar que hay más personas, probablemente habitantes de Roma, beneficiándose de este descuento.
En cualquier caso, la salud debe quedar por encima de las ganancias económicas:
"A pesar de que los cigarrillos vendidos, a precio descontado, a los empleados y pensionistas del Vaticano sean una fuente de ingresos para la Santa Sede, ningún beneficio puede ser legítimo si pone en peligro la vida de las personas", ha declarado Burke.
Pues eso: el Vaticano será una ciudad libre de humo de tabaco, y también de su dinero, a partir de 2018.
Imágenes | Wikipedia e iStock
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cristianbuenos
Una decisión genial, me iría de cabeza a vivir allí. Estaría bien que el resto de países tomaran ejemplo. Se tendría que empezar por prohibir fumar en lugares públicos: paradas de autobús, parques... en la calle en general. Si alguien quiere fumar que lo haga en su casa o apartado de otras personas. Me parece flipante y molesto lo que supone a veces salir de algún edificio y que estén las escaleras de gente fumando y te tengas que tragar todo, lo mejor es que esos sitios suelen ser facultades y hospitales... Es todo tan absurdo.