Todos sabemos que el sodio es un mineral importante para el organismo que debe estar presente en la dieta diaria, pero también es sabido que su exceso puede desencadenar enfermedades, por eso, dada la potencial relación entre la ingesta de sodio y la hipertensión arterial entre los 1 y 8 años de edad, es mejor no agregar sal a la comida del bebé.
Además, el sistema renal es aun inmaduro durante el primer año de vida, por lo que los puré o demás comidas que administremos deben ser en lo posible naturales, sin conservantes y en lo posible, sin agregado de sal, pues se recomiendan 120 mg de sodio por día hasta los 5 meses y 200 mg diarios entre los 5 y los 12 meses, valores que fácilmente se pueden superar si se agrega sal, conservantes, caldos comerciales u otros alimentos industriales a la dieta del bebé.
Asimismo, el niño forma sus hábitos en este momento en que introduce alimentos y si acostumbramos su paladar a alimentos muy salados, jamás comerá alimentos naturales o con poco sodio, lo cual puede repercutir en su salud vascular y cardíaca futura.
Cuando el niño se alimenta con leche materna la ingesta de sodio es baja, pero cuando se comienza a consumir leche de vaca o alimentos sólidos, el aporte de este mineral puede elevarse considerablemente, sobre todo, si introducimos preparaciones industriales.
Por eso, para cuidar la salud presente y futura de los bebés, es necesario que no agreguemos o limitemos al máximo el agregado de sal a la comida de los más pequeñitos de la familia, así como también se aconseja no utilizar cubitos de caldos concentrados o sopas deshidratadas en menores de 1 año, pues poseen gran cantidad de glutamato monosódico.
Imagen | Subewl
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