Es claro que un excesivo consumo de azúcar y grasas elevan el riesgo de que los niños desarrollen obesidad pues incrementan las calorías de la dieta, sin embargo, para prevenir la obesidad infantil, también hay que reducir el consumo de sal aunque ésta no contenga calorías.
El mayor consumo de alimentos con sal o salados se asocia a una elevada ingesta de refrescos azucarados, según un estudio que ya hemos descrito. Así, se cree que si el consumo de sal se redujera a la mitad se eliminarían entre 2 y 3 refrescos a la semana o lo que es igual, unas 250 Kcal.
Además, el mayor consumo de sal se asocia a un sentido del gusto más acentuado en los niños, lo cual conduce a consumir cantidades superiores de todo tipo de alimentos y por supuesto, eleva el riesgo de ingerir un exceso calórico.
Entonces, para prevenir la obesidad infantil, no sólo debemos controlar las grasas y el azúcar de la dieta, sino que también hay que reducir el consumo de sal. Y para ello, intentemos no dar a los niños snacks comerciales, no adicionemos sal a la comida del bebé, y no acostumbremos a preparaciones saladas, sino más bien, condimentadas naturalmente mediante hierbas y especias.
De igual forma, podemos reducir la sal en la dieta infantil si moderamos la ingesta de alimentos precocinados, enlatados, cereales comerciales, fiambres, embutidos y salsas o aderezos.
Vía | Bebés y Más Imagen | Theloushe
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