La cafeína lleva ya un tiempo que ha dejado de ser un problema de salud para convertirse en una sustancia beneficiosa. Al menos, así nos lo indican los últimos estudios al respecto. Pero, de todas las promesas, ¿cuáles se cumplen y cuáles no?
¿Podemos emplear la cafeína concentrada, en píldoras, para perder peso? ¿Y para mejorar nuestro rendimiento deportivo? Esta sustancia ofrece un número de posibilidades muy interesantes. Pero, cuidado, porque caer en una intoxicación aguda es más fácil de lo que parece.
¿Qué son y para qué sirven las píldoras de cafeína?
Como su nombre indica, las píldoras de cafeína son suplementos que se pueden comprar en farmacias y tiendas de estos productos. Están compuestos de grageas disponibles en diversos formatos y cantidades. Aunque la síntesis de la cafeína es relativamente sencilla y barata, su enorme disposición a partir de recursos naturales hace que sea aún más fácil obtenerla a partir de varias especies de plantas.
Estos concentrados de cafeína suelen contener, también, algunos excipientes; que no resultan importantes en la mezcla. En otras ocasiones, contienen otras sustancias que, según afirman los vendedores, también ayudan a su función estimulante.
Los formatos de las pastillas contienen desde los 50 a los 300 miligramos de cafeína, aunque podemos encontrarlos en otros formatos también. Estos suplementos pueden consumirse en cualquier situación en la que requiramos atención, mantenernos más activos... pero también se venden para incrementar el rendimiento deportivo. Otra cuestión es cuando la cafeína se vende como parte de un producto que promete reducir la grasa corporal.
En estos casos, la cafeína no suele ser el componente principal, sino que es otro de los principios activos presentes en el producto comercial. La cuestión, llegados a este punto, es si funcionan para lo que dicen funcionar.
Cafeína para perder peso
Cuando se comenzó a estudiar la cafeína se descubrió que una gran parte de la cafeína es metabolizada en el hígado. Más del 80% de esta se convierte, gracias a la acción hepática, en paraxantina. Este compuesto es responsable, como se observó más adelante, de la movilización de ácidos grasos en sangre.
Este hecho se ha interpretado siempre como una razón para atribuirle a la cafeína un efecto "quemagrasas". Sin embargo, aunque, efectivamente, se ha visto que los lípidos se movilizan y aparecen en sangre, no hay evidencias suficientes para pensar que la célula los usa para producir energía.
Por tanto, no existe razón, según los conocimientos científicos reunidos hasta la fecha, para afirmar que la cafeína ayuda a "quemar" más cantidad de grasa. De hecho, los resultados obtenidos son, como poco, contradictorios.
Mientras que algunos modelos comprueban dicha movilización, ninguno ha comprobado que estas grasas en sangre se empleen en generar energía e, incluso, algunos resultados ponen en duda algunos de los estudios. Lo principal es que jamás se ha conseguido demostrar, a nivel clínico, que el consumo de cafeína pueda asociarse, tajantemente, a la pérdida de peso. Por tanto, no, no podemos decir que funcione para esto.
Cafeína para mejorar rendimiento deportivo
Sin embargo, a pesar de las limitadas evidencias existentes con respecto a la pérdida de grasa, el rendimiento deportivo sí es un aspecto que se ve beneficiado por el uso de la cafeína. Este efecto se nota, especialmente, en personas entrenadas, ya que es en ellas en las que se obtiene un mayor rendimiento a partir de esta sustancia ergogénica.
La cafeína permite aumentar el tiempo y la intensidad de trabajo. Se ha comprobado su capacidad para reducir la sensación de cansancio y mejorar la percepción del esfuerzo. A nivel fisiológico, se ha observado que mejora el pico de consumo de oxígeno durante el ejercicio intenso.
Como referencia, los efectos positivos de la cafeína se consiguen consumiendo entre 2 mg/kg y 9 mg/kg de peso corporal. Una persona de 60Kg notará sus beneficios en el rendimiento a partir de 120 mg hasta los 540 mg de cafeína. Eso sí, las dosis a consumir deben estar siempre calculadas según nuestra situación, pues no todo el mundo es igual de tolerante, y sensible, a la cafeína.
Cuidado con el exceso de cafeína
Tanto la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria o EFSA como la US National Academies of Science coinciden en que un adulto saludable puede consumir hasta 400 mg diarios sin perjudicar su salud.
Eso sí, recomiendan no consumir más de 100 mg en las horas próximas a irnos a dormir para no perjudicar la calidad de tu sueño. La cafeína dura de media unas cinco horas en nuestro organismo así que es aconsejable evitar su consumo cinco o seis horas antes de acostarnos.
Si seguimos aumentando la dosis, no obstante, ¿qué pasará? Clínicamente hablando, podemos encontrar una intoxicación aguda por cafeína al consumir entre los 300 y los 500 miligramos de cafeína, una cifra que, curiosamente, abarca el número indicado como seguro. La sobredosis aguda cursa con nerviosismo, la sobreestimulación, el insomnio y puede que algún trastorno gastrointestinal.
Si nos metemos en materia más peligrosa, la sobredosis de cafeína severa cursa con síntomas más desagradables: vómitos, arritmia, mareos o incluso la muerte. La DL50 de la cafeína, que es la cifra que determina la muerte por sobredosis en el 50% de los casos, está determinada 150-200 miligramos por kilo. Esto se traduce en unos 11,25 gramos, aproximadamente. Eso sí, estos datos se obtienen extrapolados de animales de laboratorio.
Por tanto, para alcanzar una sobredosis verdaderamente peligrosa deberíamos tomar, al menos, unas cincuenta o cien píldoras de cafeína. Mientras tanto, lo máximo que podemos sentir serán algunos síntomas desagradables, como mucho, aunque lo más normal será apreciar un mejor rendimiento deportivo, una mente más despejada y poco más.
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