El mito no ceja en su empeño de persistir. Llegan estas fechas y, efectivamente, el frío se convierte en el protagonista de casi todas las recomendaciones: abrígate que vas coger un resfriado, etc.
Sin embargo, como decimos, esto no es más que una creencia. La cuestión que relaciona el frío, esta época y los resfriados es mucho más compleja y no puede limitarse a una relación simplista que se soluciona con simple abrigo. Vamos a verlo.
El frío no hace que te resfríes
Vamos a dejarlo claro desde el principio: el frío, en principio, no es un factor determinante por sí mismo (tal vez sí por sus consecuencias indirectas) para coger un resfriado. Quiero decir con esto que salir desnudos o desnudas a la calle, a menos cinco grados, puede ser peligroso para nuestra salud por una hipotermia, pero no porque vayamos a coger un resfriado. A favor de esta afirmación tenemos varias evidencias.
En primer lugar, que no existen mecanismos que impliquen que con el frío nuestro sistema inmunitario funcione peor, por ejemplo. Por otro lado, la incidencia de resfriados, catarros y gripe en los países fríos no es más común que en los países cálidos (hablando de manera relativa). Esto coincide con que no hay razón más allá de nuestra creencia para pensar que el frío promueve la expansión del virus del resfriado o la gripe.
Por tanto, abrigarse no es una medida de defensa eficaz para no resfriarse. Sí que nos hará sentirnos más cómodos, por supuesto, pero no impedirá que incubemos y suframos una infección vírica si es que nos ponemos en contacto con ella. Esto nos lleva a al siguiente punto: ¿qué hace que te resfríes?
¿Por qué hay más resfriados cuando hace frío?
Si el frío no hace que te resfríes, ¿por qué hay más síntomas cuando bajan las temperaturas? Las razones, como ocurre en casi todo lo que tiene que ver con la biología, son complicadas. En primer lugar, ¿es cierta la afirmación? Al igual que sabemos que no hay más resfriados en países fríos, de forma relativa, también sabemos que el resfriado y la gripe son enfermedades estacionales, porque se dan más en ciertas épocas, tal y como confirman las estadísticas.
Estas dos se producen por culpa de los virus. A pesar de sus correspondientes diferencias, tanto el resfriado como la gripe tienen en común que se transmiten por el aire gracias a las gotículas exhaladas en el aliento y otros fluidos corporales. Esto quiere decir que solo pueden transmitirse en un contacto casi directo, corto, puesto que estos virus no viajan grandes distancias.
En épocas frías tendemos a reunirnos más personas en espacios más pequeños, buscando calor o protección contra las inclemencias del tiempo. También es una época en la que se celebran festividades por todo el mundo, por lo que solemos reunirnos, normalmente, en espacios cerrados, por lo que comentábamos.
Al reducir este espacio de contacto, en un ambiente cargado y cálido, húmedo, se promueve eficazmente la extensión de estas gotículas y, por tanto, del virus. Pero esta no es la única razón, aunque sí parece la principal. A pesar de que el frío no es la causa del resfriado, sí que podemos ver en él una causa indirecta.
'Eppur si muove'
Dicen que Galileo Galilei, tras abjurar a fuerza de amenazas de su teoría heliocéntrica, dijo entre dientes: "Y sin embargo, se mueve". Una suerte de: "Sí, sí. Yo digo lo que tú quieras, pero las evidencias están ahí". Algo similar ocurre con este tema y es que, aunque no existe evidencia alguna para decir que el frío hace que nos pongamos malos, lo cierto es que tiene una serie de consecuencias que podrían ayudar a que ocurra.
La primera de ellas tiene que ver con la propagación de los virus. Los virus son capaces de resistir en objetos inanimados cierto tiempo. Especialmente en los que más tocamos: teclados, ratones, pomos de la puerta, mandos... El tiempo que resisten depende mucho de las condiciones de temperatura y humedad. Casualmente, las condiciones de frío promueven su resistencia debido a una mayor humedad absoluta que se produce por la condensación del vapor de agua debida al frío.
Este estudio analiza la humedad con la tasa de incidencia de la enfermedad, apuntando a que existe una relación. Esto afecta tanto a las condiciones dentro y fuera de los lugares donde habitamos, pero especialmente en los lugares que compartimos con otras personas, donde aumenta mucho esta humedad absoluta y la posibilidad de transmisión. Aunque los virus no duran más que unos minutos sobre estas superficies, es suficiente para que otro ser humano las toque.
Otra cuestión relacionada con el frío es que hay indicios de que la baja temperatura podría ayudar al virus a penetrar más fácilmente debido a la sequedad de las mucosas. ¿Ayuda el frío a la propagación del resfriado? Probablemente, pero no por el hecho del frío en sí, sino por el resto de factores. Por tanto, da igual lo que nos abriguemos: no podremos librarnos de la gripe tan fácilmente.
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