Entendiendo la pizza como una "tarta" de masa plana salada cubierta con una base de salsa y coronada con, normalmente, queso fundido -o su equivalente vegano-, esta versión de pizza con harina de garbanzos es una forma original de comer legumbres y darnos un capricho en casa para salir de la rutina.
A diferencia de la socca o fainá, preparadas solo con los garbanzos secos molidos, esta variante inspirada en esta receta añade algunos ingredientes más para darle una mejor textura y consistencia. La masa así es menos quebradiza y aguanta mejor la cobertura.
Las diferentes marcas de harinas pueden absorber distintas cantidades de líquido, por eso hay que jugar un poco con pequeños ajustes a ojo en el caso de acabar con una masa excesivamente líquida. En cualquier caso, hay que considerar que debe quedar muy húmeda, como una papilla espesa que se extiende con cuchara, no se puede amasar con las manos.
Las semillas de lino molidas ayudan a cohesionar los ingredientes; se pueden omitir, aunque entonces la masa saldrá más quebradiza y será algo más difícil de cortar en porciones. Pueden molerse en casa (con picadora, robot o procesador de alimentos) o comprarse ya molidas.
En cuanto a la cobertura, hemos usado sobras de pisto de calabacín; podemos comprarlo de bote -mirando que lleve poco o nada de azúcar añadido-, o usar salsa de tomate casera, sanfaina, fritada de pimientos o tomate en conserva escurrido y algunos vegetales al gusto (calabacín, champiñones, cebolla, berenjena...).
Mezclar en un recipiente con unas varillas o un tenedor la harina de garbanzos, las semillas de lino molidas, la almendra, la harina de arroz, la levadura, la sal y el ajo granulado. Agregar el aceite, el chorrito de limón y echar el agua.
Mezclar bien con una espátula o cuchara grande hasta que no haya grumos secos. Quedará como una papilla húmeda, pero no líquida. Tapar con un paño y dejar reposar 10 minutos mientras se precalienta el horno a 200ºC.
Debería haber espesado un poco. La textura debe ser espesa pero aún muy húmeda; si estuviera muy líquida, añadir un poco más de harina de garbanzos o de arroz. La idea es poder echarla sobre una bandeja de horno con papel sulfurizado y que no se desparrame sola.
Verter en el centro de la bandeja y extender con una espátula o el dorso de una cuchara para formar una masa redonda fina. Hornear durante 12 minutos y dejar enfriar un poco.
Cubrir con pisto, salsa de tomate o tomate en conserva escurrido y machacado. Agregar verduras picadas o troceadas si se desea, o los ingredientes deseados -menos es más-. Añadir un poco de mozzarella desmenuzada con los dedos, bien escurrida y seca con papel de cocina.
Volver a hornear hasta que el queso se funda y la masa esté bien dorada por los bordes, unos 12-15 minutos más. Aderezar con pimienta negra o/y orégano al sacar del horno, o con unos brotes de rúcula, hojas de albahaca fresca o similar.
Con qué acompañar la pizza de garbanzos
Aunque esta pizza completa de harina de garbanzos podría devorarla un comensal solo hambriento, es más recomendable servirla para compartir entre dos personas, acompañada de una buena ensalada completa o con una crema de verduras de primer plato, por ejemplo. En porciones más pequeñas puede ser un buen picoteo para compartir entre más personas, perfecta también para niños.
En Vitónica | Pizzetas de harina de garbanzos con crema de aguacate: receta saludable
En Vitónica | Crêpes salados rellenos de pollo y verduras: receta saludable