Ya está aquí, una vez más, inevitable como los días y las estaciones, el cambio de hora para pasar al horario de verano. En un intento por acompasarnos con las horas de luz, que se alargan durante los meses de abril a octubre, a las 2 de la madrugada de este domingo serán las 3. Una hora menos de sueño, pero más horas de luz por las tardes.
Más allá de si es eficaz pasar por esto dos veces al año, algo que muchos ponen ya en duda, el cambio de hora tiene determinados efectos en nuestro cuerpo que se atenúan al hacerse en fin de semana, cuando la mayoría seguimos horarios más relajados.
El cambio de hora es un pequeño jet-lag
Los efectos que tiene el cambio de hora en nuestro cuerpo son similares a los que tiene el jet-lag cuando cambiamos de uso horario, si bien a ser de solo una hora, la mayoría no nota una gran diferencia.
En los casos en que sí se noten sus efectos, estos pueden ser cansancio por la falta de sueño, desacompasamiento de las rutinas con el horario habitual, somnolencia a horas desacostumbradas, irritabilidad, insomnio, nerviosismo, dolores de cabeza o desajustes en el apetito.
Estos efectos pueden ser más acusados en dos grupos de población en concreto: las personas que trabajan en el fin de semana, ya que tienen menos flexibilidad de horarios estos días para ajustar sus rutinas a la nueva hora, y los niños, que están mucho más acostumbrados a llevar rutinas horarias fijas y que pueden experimentar cierto desajuste durante varios días.
¿Qué se puede hacer para compensarlo?
Si bien como decimos el cambio de hora no suele ejercer un efecto muy intenso ni muy prolongado, hay algunas cosas que están en tu mano para que esos ligeros efectos sean aun más ligeros.
Para empezar, anticípate al cambio. Esto es especialmente importante si tienes hijos pequeños: desde unos días antes, empieza a acostarles poco a poco un rato más tarde, unos 15-20 minutos y ve aumentando el tiempo hasta la hora completa que va a cambiar su horario. Retrasa también su hora de levantarles y del desayuno para que el cambio sea gradual.
Ayuda a tu cuerpo a ajustarse a la nueva hora. Trata de pasar algunos ratos a la luz del sol, haz un poco de ejercicio moderado, no hagas comidas muy abundantes y evita el alcohol. Todo esto ayudará a tu cuerpo a ajustarse a su nuevo horario de forma más rápida y tranquila.
Cuida tus hábitos de sueño, estos días y durante todo el año. Trata que el lugar donde duermes sea oscuro, tranquilo y templado. Elabora y practica sencillas rutinas antes de irte a dormir que te ayuden a relajarte y a ir avisando a tu cuerpo que es hora de descansar.
Entre ellas, incluye el no mirar la pantalla del móvil durante un rato antes de irte a dormir. La luz blanca de las pantallas táctiles confunden a nuestro cerebro y pueden producir insomnio.
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