La relación entre la microbiota de nuestro sistema digestivo, concretamente de los intestinos, y su efecto sobre nuestra salud mental es algo poco obvio a simple vista pero de lo que los científicos cada vez tienen más pruebas.
Muchos estudios han comprobado ya cómo los cambios en esa masa de microbios que nos ayuda en la digestión producen también cambios en nuestro cerebro, relacionados principalmente con la ansiedad o la depresión.
¿Como manipulan los microbios nuestro cerebro?
Se ha observado en ratones que la presencia o ausencia de microbiota en los intestinos puede causar que los animales desarrollen comportamientos relacionados con la ansiedad, como por ejemplo evitar la exposición a luces brillantes o salir a espacios abiertos.
Lo que no está aun del todo claro es cómo se produce esa relación entre uno y otro órgano, en principio tan distintos y separados dentro de nuestro cuerpo. Un nuevo estudio propone que sean pequeñas moléculas presentes en el cerebro las que ayuden a las bacterias intestinales a piratear nuestras emociones.
Las moléculas que producen proteínas son la clave
Se trata de una reciente investigación con ratones que sugiere que las bacterias intestinales afectan al tipo y la cantidad de microRNAs, moléculas que ayudan a las células a funcionar manejando la producción de proteínas, en las regiones del cerebro que controlan la ansiedad.
En esta investigación, los científicos compararon a ratones normales, cuyos tractos gastrointestinales tenían una presencia normal de bacterias, con otros criados en ambientes estériles, sin ninguna microbiota intestinal, y observaron que en las regiones cerebrales que controlan la ansiedad (amígdala y córtex prefrontal) los ratones sin bacterias tenían una sobreabundancia de algunos tipos de microRNAs y una escasez de otros, comparados con los ratones normales.
Tras exponer a los ratones esterilizados a microbios, sus niveles de microRNAs se acercaron más a los de los ratones normales.
También examinaron los niveles de microRNAs en la amígdala y el córtex prefrontal de ratones cuya microbiota había sido reducida por el uso de antibióticos, y observaron que sus niveles de estas moléculas estaban desequilibrados, igual que lo estaban en los ratones sin bacterias.
Por eso los científicos sospechan que la microbiota intestinal afecta a los niveles de ansiedad de su anfitrión a través de la manipulación de los microRNAs en regiones del cerebro muy concretas.
¿Cuándo podremos utilizarlo a nuestro favor?
Los autores del estudio reconocen que aun no saben cómo las bacterias aumentan o disminuyen la producción de estas moléculas en el cerebro. Quizá envíen señales a través del nervio vago, el canal de información que va de las tripas a los intestinos.
O quizá estas bacterias con su actividad produzcan sustancias que provoquen que el sistema inmune genere a su vez otras sustancias que causen que el cerebro fabrique más o menos cantidades de determinados microRNAs. Determinar cómo se produce la manipulación del cerebro por parte de los microbios del intestino aun es un trabajo a medias.
El siguiente paso es comprobar si determinados medicamentos probióticos sirven para favorecer la presencia de determinados microbios en los intestinos y si eso puede afinar los niveles de microRNA en determinados sitios del cerebro, para así atenuar los niveles de ansiedad, ayudando así a desarrollar nuevos medicamentos para enfermedades psiquiátricas y neurológicas.
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