Los balones gástricos tienen un objetivo: ayudar a reducir el peso del paciente. Su idea es relativamente sencilla: ocupar espacio en el estómago para disparar la sensación de saciedad y reducir la ingesta. Los balones tradicionales se colocaban y retiraban mediante cirugía.
Sin embargo, una nueva generación de balones intragástricos, que se colocan sin necesidad de pasar por el quirófano, están saliendo al mercado. Entre ellos, está cogiendo fama la "cápsula Elipse", o balón elipse, un dispositivo intragástrico innovador, desarrollado por la empresa Allurion y adoptado por numerosas clínicas privadas.
Vitónica se ha puesto en contacto con Carmen Danta, licenciada en Medicina y Cirugía, y directora de la clínica Marest de Sevilla. Esta institución es pionera en el sur peninsular usando este balón intragástrico con el cual llevan ya un tiempo trabajando. Hemos querido saber cuál es la experiencia de los pacientes y cuándo se recomienda utilizarlo. Esto es lo que nos han contado.
¿Qué es el balón intragástrico y cómo funciona?
"El balón elipse es un balón intragástrico, que se pone sin anestesia, sin endoscopia y sin cirugía", nos explica al otro lado del teléfono la doctora Danta. Los balones gástricos aparecieron tras observar los efectos de la pérdida de peso que causa naturalmente un bezoar (que, grosso modo consisten en la formación de bolos alimenticios que impiden el vaciamiento gástrico).
Comenzó a utilizarse a finales de 1980, con cirugía, y años después aparecieron los primeros balones intragástricos no invasivos. "Las ventajas que tienen frente a los balones antiguos", nos explica la doctora cuando le preguntamos por el dispositivo que emplean en su clínica, "es que evitamos la sedación, la endoscopia; tiene una forma elíptica, como indica su nombre, que ayuda a evitar los efectos indeseables de desplazamiento como podía pasar antes... es lo último que ha salido para el tratamiento de sobrepeso y obesidad".
Según nos explica Carmen, el balón consiste en una cápsula no mucho más grande que una píldora, unida a una pequeña cánula. Esta se traga y, en el interior del estómago se hincha con suero salino, reduciendo el espacio disponible en el estómago hasta casi la mitad. De esta manera se reduce la sensación de hambre. "Con este balón", indica la doctora, "en cuatro meses se puede reducir hasta quince o veinte kilos de peso corporal".
El balón se va degradando durante este tiempo. "No hay que hacer endoscopia para sacarlo, sino que el balón se va degradando de dentro hacia afuera, gracias a una válvula por la que va desapareciendo el líquido. Los restos se eliminan mediante las heces y la orina, sin más intervención.
A diferencia de otros balones, el elipse no necesita más que una sesión para colocarlo. Según afirman desde la clínica, no tiene mayores complicaciones porque lo peor que puede pasar es que el balón se deshinche y desaparezca antes de tiempo. Aun así, hemos pedido que nos cuenten cómo se implanta.
Un día en la clínica
"Lo primero es comprobar el historial clínico del paciente, pesarlo, asegurarnos de que cumple los requisitos..." nos explica la doctora. Le acabamos de preguntar qué pasaría si fuéramos alguien con intención de ponerse un balón intragástrico. Según Carmen, no todo el mundo es apto para el tratamiento. Hay que cumplir con unos requisitos mínimos que son: o bien tener un índice de masa corporal por encima de 27; o bien que sea por encima de 25 con comorbilidad. "Que tenga problemas de diabetes, hipertensión, antecedentes cardiovasculares..." aclara.
"También comprobamos que no existan contraindicaciones, como que sea menor, que esté embarazada... y poco más, la verdad. A no ser que el paciente esté tratándose de alguna enfermedad grave, como el cáncer... no hay prácticamente contraindicaciones", continúa la especialista. "Y el día del tratamiento, el paciente viene a la clínica tras haber hecho un ayuno de ocho horas".
Según nos explica la doctora Danta, en un centro de diagnóstico, los pacientes ingieren la cápsula, y se hace una placa de rayos X. "Comprobamos que el balón está en el cardias [junto al esfínter que conecta el estómago con el esófago], y por el catéter se introduce la solución salina. En cinco minutos se llena el balón y se retira el catéter y ya está".
"Hay que recetar antiheméticos para evitar los vómitos durante los dos días siguientes", comenta la especialista, "Y dieta líquida, durante dos días, y blanda durante los dos siguientes. A partir del quinto ya pueden seguir su vida normal". ¿Y si alguien se queda embarazada en el momento de poner el balón? "Ante caso de embarazo es necesario retirar el balón, ya que no debe emplearse durante la gestación para asegurar su éxito".
Tras esta única visita, en la que se implanta el globo intragástrico, se hace un seguimiento semanal para comprobar que todo funciona adecuadamente. Además, el kit vendido por Allurion incluye, según nos cuentan, una balanza electrónica con impedancia y conectada a una aplicación de móvil.
La aplicación permite hacer un control directo del peso de los pacientes, de manera que el equipo clínico puede controlar si hay algún cambio inesperado o alguna cuestión imprevista. De esta manera, se aprovecha también el entorno digital con el fin de mantener la monitorización en la salud de los pacientes.
Funcionará solo si cambiamos de hábitos
"Con el balón se pierde peso sí o sí porque no puedes comer", nos explica la doctora. La pérdida de peso, tal como comenta, se debe a la sensación de saciedad que impide que sigamos comiendo. Sin embargo, y aunque parece lógico, seguimos haciéndonos la pregunta. Está claro que la pérdida de peso se dará durante los cuatro meses que se lleva el balón. ¿Pero, y después?
Existen estudios que ponen en duda su eficacia más allá de cualquier otro sistema de actuación como podría ser un control estricto de ingesta. Algunas investigaciones han comprobado que no hay una diferencia esencial entre colocar el balón y un régimen dietético al uso, algo que tiene sentido.
Esto no quiere decir que no funcione. Lo que indica, claramente, es que no es suficiente con colocar el balón gástrico. "No se trata solo de colocar el balón, que ya de por sí ayuda a reducir el peso, sino de reeducar al paciente", nos comenta la doctora. "Hay que educar al paciente nutricional y dietéticamente".
Durante el tratamiento, aclara la especialista, parte de la intervención consiste en trabajar en un cambio de estilo de vida hacia hábitos saludables. Sin esto, tal y como muestran los estudios, el balón intragástrico no sirve absolutamente de nada. Por tanto, no podemos dejar todo el peso en el dispositivo.
Visto así, ¿para qué querría una persona ponerse un balón intragástrico? ¿No podría cambiar de hábitos y ya está? Lo que queda claro es que al final es el cambio el que provoca la pérdida de peso. El balón puede ayudar en ese empuje, si se aprovecha el tiempo en el que está implantado ya que obliga al paciente a reducir la ingesta.
Por otra parte, es una solución importante si lo comparamos con otros balones gástricos similares, ya que reduce la intervención a la mínima expresión, así como los efectos negativos. Aún así, y a pesar de que hay pocos casos descritos de problemas (probablemente debido a la novedad de este balón y a que todavía se necesita más tiempo para obtener datos de estudio), el uso de anteriores modelos del balón pueden resultar peligrosos en ciertas las circunstancias. El único secreto, al fin y al cabo, es cambiar nuestros hábitos de vida.
Imágenes | Clínica Marest, Allurion
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