Admítelo, a veces es difícil desconectar. Llevamos el móvil encima, escuchamos los avisos de nuestro ordenador y hasta nuestra pulsera inteligente se empeña en que le prestemos atención. Pero hace falta desconectar.
Dejar a un lado el mundo digital que nos rodea, durante un tiempo, no nos viene mal en ningún caso. Esto puede ayudarnos a desconectar de obligaciones autoimpuestas, regular nuestra "dependencia" de contacto y aliviar el estrés que sufrimos diariamente.
Por qué nos estresa estar constantemente conectados
La primera pregunta es obvia: ¿realmente resulta estresante estar conectados todo el rato? La respuesta es sí. A falta de estudios más profundos, parece que los primeros resultados apuntan a que permanecer conectados constantemente genera cierto nivel de estrés, al menos en personas jóvenes. Nada indica que en adultos sea diferente.
Algunos expertos llaman a este tipo de sensación como "tech stress", y aunque no es un término avalado a nivel científico, sirve para reunir un compendio de síntomas vividos por las personas siempre atentas al móvil. Esto tiene varios puntos. El primero es la distracción que genera, lo que produce más estrés. Al no poder centrar la atención, las tareas más pequeñas suponen un esfuerzo frustrante, largo y con poco resultado, lo que conlleva a una mayor pérdida de tiempo y a un aumento del estrés.
El mantenernos constantemente conectados supone justo eso... no desconectar, es decir, estar siempre bajo la mirada y la atención de terceras personas, aunque sea de amigos y conocidos, o seguidores. Falta el componente de intimidad y reflexión que todo ser humano necesita, a pesar de ser una especie terriblemente social. Por otro lado, esto también nos mantiene en un constante estado de comparación.
Existe una tendencia a mostrar lo interesante y maravillosa que es nuestra vida en redes sociales. Esto genera dos problemas: el primero el de la autoexpectativa, que se genera al crear una imagen irreal de nosotros mismos. El segundo es el de la comparativa, como decíamos. Este aparece cuando tendemos a comparar los momentos con los demás. Todos los seres humanos lo hacemos, pero las redes sociales ayudan a que esto sea más intenso y constante.
Por último, está la cuestión de la conexión laboral. Aunque hay quien mantiene una buena higiene en la comunicación laboral, desconectando adecuadamente de su entorno de trabajo, lo cierto es que la facilidad de las redes dificultan dicha desconexión. Como consecuencia, mantenernos siempre conectados supone una puerta potencial a nunca terminar de desconectar del trabajo, y eso es malo.
¿Tenemos una adicción por las redes?
No. A pesar de los crecientes intentos por incluir las redes sociales y el uso de Internet (o los videojuegos) dentro del manual de diagnóstico clínico, todavía no queda claro que se pueda diagnosticar una adicción a las redes sociales. Sin embargo, sí que nos cuesta alejarnos de ellas.
La explicación más plausible relaciona el contacto social, que parece ir desplazándose hacia la conexión más orgánica, a través de Internet. También existe un componente de "recompensa" asociado no solo a la cuestión social, sino también al uso y manejo de los propios dispositivos, diseñados para ser atractivos.
En cualquier caso, a pesar de que no podamos hablar de adicción a las redes al uso, porque no existen los patrones característicos de una adicción, sí que podemos hablar de problema o disfunción cuando la desconexión digital supone una dificultad para la persona. Según el manifiesto de la Asociación para la Investigación de Medios de Comunicación (AIMC), a un 76,4% de los españoles le resultaría difícil o muy difícil vivir sin Internet; cerca del 80% de los españoles se conectan a diario a sus perfiles de redes sociales; un 82% accede varias veces al día a servicios de mensajería instantánea a través de su smartphone y el teléfono móvil es la principal vía de acceso a Internet para un 94,6% de los españoles.
¿Qué beneficios tiene la desconexión digital?
Ante este panorama, queda claro que aprender a desconectar del mundo digital tiene varios beneficios. Antes de proseguir, es necesario aclarar que faltan estudios que avalen con rigurosidad algunas de las hipótesis planteadas por los expertos. No obstante, no parece que haya ninguna razón para pensar que estas suposiciones no vayan bien encaminadas.
Así, en primer lugar, la desconexión digital trae como primer beneficio una potencial mejora en el descanso. Sabemos a ciencia cierta que los dispositivos son muy disruptivos a la hora de acostarnos, pudiendo romper con el inicio del sueño. La desconexión nos ayudará a mantener una mejor higiene del sueño en cuanto a este aspecto se refiere.
En segundo lugar, nos permitirá mantenernos alejados de la responsabilidad laboral. Por mucha responsabilidad que tengamos, como decíamos, es importantísimo mantener una vida laboral diferenciada de la personal. En otras palabras, es importante descansar sin tener contacto con nuestros compañeros y responsables. Esto ayudaría a reducir el estrés. por ejemplo.
En tercero, la desconexión digital es importante para regular nuestros niveles de atención. Es crucial no estar constantemente pegados a los comentarios y notificaciones, permitiendo que nuestro foco de atención varíe de objetivos, sin buscar la recompensa de contestar a un nuevo comentario. En definitiva, a no ser que se sufra un problema que requiera de atención especializada, desconectar del mundo digital puede ser un hábito muy beneficioso que todo el mundo, rodeados como estamos de tecnología, debiera realizar de vez en cuando.
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