Saber qué calzarnos en verano no siempre es tan sencillo como podría parecer, especialmente en momentos como los que se aproximan, en los que una ola de calor provoca que cualquier cosa que nos pongamos en los pies nos resulte agobiante. Muchas veces elegimos llevar calzado deportivo porque es más cómodo, pero si no es de buen material es posible que no deje transpirar a nuestros pies y el problema empeore.
Por ello, en muchas ocasiones parece que la única y más cómoda solución es calzarnos con chanclas de dedo y utilizarlas para todo. Es verdad que son cómodas, son frescas y son adaptables, pero no siempre son la mejor opción para el bienestar de nuestros pies.
Los peligros de usar las chanclas como calzado principal durante todo el día
Nos podemos hacer daño
Podría parecer una exageración, pero la realidad es que el uso habitual de este tipo de chanclas como calzado principal puede acabar en una lesión. Para empezar, este tipo de calzado suele tener una superficie muy fina y plana, lo que no le permite amortiguar los impactos de nuestros pies al caminar. Esto puede provocar una tensión excesiva que acabe en una fascitis plantar.
Además de esto, todos los que usamos estas chanclas alguna vez hemos sufrido las heridas o ampollas que puede provocar la tira que queda entre los dedos.
Olor de pies y bacterías
El mal olor de pies puede verse agravado durante el verano y el calzado que utilicemos puede empeorarlo. En el caso de las chanclas de dedo, el material no suele ser el mejor para nuestros pies. En su mayoría están hechas de plástico, lo que provoca que no sea un calzado transpirable, por lo que no absorberá el sudor y pueden propiciar la acumulación de bacterias que favorecen el mal olor de pies. Además, puede favorecer la aparición de hongos.
Problemas posturales
Nuestro pie no solo queda sin sujeción, sino que se ve forzado a hacer un esfuerzo para sostener la chancla. Este hecho puede hacer que se modifique nuestra pisada, afectando a toda nuestra postura corporal y provocando, además, una tensión innecesaria en los dedos de nuestros pies que cargarán con la mayor parte del esfuerzo. Esto puede provocar que desarrollemos dolor en espalda, cadera y rodillas.
Pueden provocar heridas
Es verdad que resultan muy frescas, pero no son el calzado más seguro para evitar posibles accidentes con objetos de la calle. Al ser tan descubiertas y bajas, además de ofrecer poca sujeción, no nos protegen de golpes contra piedras o asfalto, o de cortes con objetos de la calle.
Además, al usarlas debemos asegurarnos de usar protección solar en los empeines, ya que el pie queda totalmente expuesto al sol y podemos sufrir quemaduras en esa zona.
En ocasiones evitar este tipo de calzado no es posible, y es recomendable utilizar chanclas cuando vamos a la piscina o nos duchamos en en el gimnasio, pero dentro de lo posible es preferible limitar su uso a lo imprescindible.
Para sustituir a las chanclas y acertar con el calzado más adecuado para el verano, es recomendable utilizar zapatos hechos con materiales transpirables, tela o piel. Las sandalias pueden utilizarse, pero debemos asegurarnos de que dejan transpirar a nuestros pies y de que ofrecen una sujeción correcta a nuestros pies.
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