Enero ya está en su segunda semana y las fiestas se han terminado oficialmente. Si hay algún momento ideal para comenzar a cumplir con los propósitos que nos hayamos puesto para 2019 es este. Con el comienzo del año es muy tentador querer cambiar todo lo que no nos gusta de nuestra vida, por ello podemos proponernos muchísimas cosas como hacer dieta, comenzar a hacer deporte, dejar el alcohol, dejar de fumar, ser más productivos, y un largo etc.
Es estupendo que tengamos identificadas las cosas que no estamos haciendo del todo bien y que nos gustaría modificar. Sin embargo, pretender cambiar todas esas cosas de golpe puede ser, incluso, contraproducente. No hemos llegado hasta aquí de un día para otro y no conseguiremos cambiar en un día. Por ello, es importante saber cómo comenzar a cumplir nuestros propósitos de la manera más eficiente posible.
Abarcar mucho puede acabar con nuestra fuerza de voluntad
Empezamos el año motivadísimos y tenemos claro todo lo que queremos camiar y cómo vamos a hacerlo. En nuestra cabeza parece facilísimo y empezamos los primeros días centrados y a por ello. Sin embargo, el tercer día nos cuesta más, el cuarto todavía más y el quinto ya no lo hacemos. La explicación está en nuestra fuerza de voluntad.
Por desgracia, esta no es inagotable y, además, necesita cierto entrenamiento. Algunas explicaciones psicológicas lo comparan con un músculo y señalan que, de tanto usarla, se puede agotar y acabar fallando. Cuando obligamos a nuestra fuerza de voluntad a abarcar demasiados hábitos nuevos, para los que tiene que esforzarse, la estamos forzando de más y se va a agotar más rápido lo que repercute en nuestra motivación, quitándonos las ganas de seguir intentándolo.
Un propósito cada vez
Para no acabar desgastando nuestras reservas de fuerza de voluntad, una buena opción es intentar dosificar nuestros propósitos. Sé que queremos cambiarlo todo y cambiarlo ya, pero no lo vamos a conseguir si no vamos poco a poco. Por ello, es buena idea que apuntemos cuáles son nuestros propósitos para este nuevo año.
Una vez que sepamos qué es exactamente lo que queremos conseguir en 2019, el siguiente paso es saber que debemos llevarlos a cabo poco a poco y uno a uno. O, al menos, que debemos tener uno en marcha y ya asimilado antes de ponernos con otro, especialmente si empezamos de cero. Para ello debemos establecer prioridades.
Por dónde vamos a empezar
Ahora que ya sabemos qué es lo que queremos conseguir, debemos saber por dónde empezar. Para ello, de todos los propósitos que tenemos apuntados, debemos elegir el primero al que vamos a dedicarle nuestros esfuerzos y fuerza de voluntad. Para ello, no solo debemos plantearnos cuál es que más ganas tenemos de conseguir, sino cuál va a resultar más sencillo de adaptar a nuestra vida actual y hacer de él un hábito, cuál es más realista, cuál se acerca más a dónde ya estamos, si alguno de ellos ya forman parte de nuestros hábitos en algún nivel o no y si ayudará o no a abrir la vía para los demás.
Por ejemplo, algunos de mis propósitos para 2019 son no consumir nada de alcohol, llevar una alimentación más saludable y hacer más deporte. En mi caso concreto, únicamente consumo alcohol en situaciones sociales, no es algo que me guste especialmente y puedo sustituirlo por otras bebidas que me gusten sin que me suponga demasiado sacrificio. Es por ello que es buena idea que empiece por este propósito, ya que me resultará más fácil cumplirlo. La sensación de logro aumenta la satisfacción y con ella la motivación para continuar con los otros propósitos.
En el caso de personas que ya hacen deporte regularmente, pero su propósito de 2019 es correr una maratón, dejar de fumar y ser más ordenados, por ejemplo, el propósito más sencillo será el de ir a por la maratón. En el caso de esta persona, puede empezar por organizar y llevar a cabo entrenamientos que le preparen para la maratón de 2019. Cuando vaya cumpliendo con los primeros entrenamientos puntualmente, puede ir en busca de los siguientes propósitos.
Continuar con metas pequeñas hasta llegar a la grande
Que dejamos elegir un primer propósito más "sencillo" con el que empezar no quiere decir que debamos esperar a conseguir el objetivo definitivo para empezar con el siguiente y que no puedan coexistir varios propósitos al mismo tiempo. Sin embargo, sí es importante que no sea de golpe y que, antes de ir añadiendo presión a nuestra fuerza de voluntad - y a nuestra motivación - hayamos ido consiguiendo otras pequeñas metas que nos den la sensación de logro y autoconfianzas necesarias para animarnos a seguir.
Es buena idea que dividamos nuestras grandes metas (no consumir alcohol en todo el año, correr una maratón, fumar cero cigarrillos, etc.) en otras metas más pequeñitas, como acudir a esa comida familiar y no beber vino, no fumar durante la semana laboral, o ir a entrenar dos días a la semana. Para ello, es interesante que hagamos uso de una agenda y apuntamos cuáles son esas metas pequeñas, cuándo y cómo las queremos ir cumpliendo. De esta manera tendremos a la vista qué queremos conseguir cada día y podremos llevar un registro.
Cuando hayamos cumplido con varias de las pequeñas metas marcadas con relación al propósito elegido como primero, podemos ir comenzando con las metas del siguiente propósito. En mi caso, sería el de comer más saludable, porque sé que necesito cambiar mi alimentación para sentirme motivada a hacer deporte. Ir poco a poco, esperar a cumplir varios días seguidos con un propósito para comenzar uno nuevo, e ir poco a poco también en este, no solo nos ayudará a mejorar nuestra motivación, sino que no pondrá nuestra fuerza de voluntad al límite y nos hará más sencillo continuar con los propósitos todo el año hasta convertirlos en un hábito.
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