A simple vista, puede ser difícil encontrar diferencias entre ansiedad y estrés. Ambas emociones son parecidas en sus efectos, negativos, y en sus detonantes, generalmente sensaciones de amenaza y falta de control en nuestro entorno que nos desbordan causándonos agotamiento, malestar e irritabilidad.
Sin embargo, estrés y ansiedad son patologías distintas, y distinguirlas es importante para saber a qué debemos hacer frente y así poder sentirnos mejor. La diferencia principal es que, en general, el estrés es un problema momentáneo, la forma que tiene nuestro cuerpo de hacer frente a momentos puntuales de una gran exigencia, mientras que la ansiedad es una patología mental que se suele mantener en el tiempo.
Si crees padecer una de las dos, pero no sabes cuál, estas claves pueden ayudarte a distinguirlas.
1. El estrés suele responder a factores externas
Normalmente, el estrés es una reacción ante un problema, mientras que la ansiedad es la reacción al propio estrés.
Esta diferencia es importante porque significa que el estrés a menudo termina una vez que el evento estresante ha pasado, y por tanto hacer frente a la causa es una forma eficaz de lidiar con el estrés, mientras que con la ansiedad hay una mayor sensación de impotencia. No sirve solo "hacerle frente". A menudo hace falta ayuda profesional, medicación o terapia.
2. La ansiedad continúa cuando el problema ya no existe
Aunque la ansiedad puede desencadenarse a partir del estrés que produce un problema concreto, a menudo, una vez desaparecido o solucionado el problema, el estrés desaparece pero la ansiedad continúa.
Esto refuerza el punto anterior: la ansiedad necesita tratarse como un trastorno diferente, y no solo como producto del estrés. La ansiedad rara vez desaparece yéndose de vacaciones, con una visita a un espá o recibiendo un masaje.
Además, ayuda a entender que las personas que padecen estrés saben lo que les preocupa, pero en las que tienen ansiedad no es tanto el problema, como la reacción a ese problema, donde está la clave.
3. La ansiedad incluye preocupación innecesaria
Muchos síntomas del estrés y de la ansiedad se parecen: problemas para dormir, malestar estomacal, irritabilidad, problemas para concentrarse... Pero hay un síntoma concreto que caracteriza solo a la ansiedad: una sensación constante de preocupación y miedo en situaciones que a menudo no son amenazantes en absoluto.
Es decir que "me preocupa no encontrar trabajo y no poder pagar el alquiler" es un pensamiento estresante, pero "me preocupa que mi jefe me odie en secreto y esté buscando la forma de despedirme y cuando por fin lo consiga no podré pagar el alquiler" es un pensamiento que tiene más que ver con la ansiedad.
4. Los ataques de pánico tienen que ver con la ansiedad
Igual que a menudo se confunde la ansiedad con el estrés, mucha gente considera que un ataque de pánico es algo mucho más general de lo que es en realidad: una experiencia física muy concreta relacionada con un pico de miedo o ansiedad en el que se presentan síntomas como sudores, temblores, aceleración del ritmo cardíaco, náuseas, dolor en el pecho, sensación de asfixia o escalofríos.
Si alguien sufre un ataque de pánico, es muy probable que padezca ansiedad, con independencia de que, además, esté sometido a mucho estrés.
Diferencias en el tratamiento
Por todos estos motivos es fácil concluir que el estrés y la ansiedad necesitan tratamientos muy diferentes, y que solucionar uno (normalmente el más sencillo es el estrés) no significa necesariamente terminar también con la otra.
En el caso del estrés, normalmente es suficiente con lidiar con el factor estresante que lo causa: la situación laboral, el periodo de exámenes, una relación difícil con nuestra pareja... Eso no quiere decir que solucionarlo sea fácil, ya que a menudo son factores de los que no podemos simplemente deshacernos (los exámenes hay que superarlos y la mayoría no podemos prescindir de trabajar). Por eso, es necesario desarrollar estrategias para hacerles frente y o bien compensar ese estrés con actividades que nos ayuden a relajarnos, como irnos de vacaciones o hacer yoga, o bien aprender a convertir el estrés en una sensación motivante (es el llamado eustrés o estrés positivo).
La ansiedad, en cambio, es una patología mental más grave y normalmente más persistente: las personas que padecen ansiedad no pueden solucionarla simplemente lidiando con el factor que la causa porque a menudo no es ninguno concreto, o no es nada que esté en su mano afrontar.
El tratamiento de la ansiedad, cuando esta se convierte en un factor limitante o disminuye la calidad de vida del paciente, está basado en medicación y terapia. Eso no quiere decir que las personas que padecen ansiedad no puedan beneficiarse de actividades relajantes, hacer ejercicio físico o reducir el consumo de sustancias estimulantes como la cafeína.
Este artículo fue originalmente publicado por Rocío Pérez en didicmebre de 2017 y ha sido revisado para su republicación.
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