Igual que ocurre con perder peso, a menudo cuando queremos dejar de fumar resultan tan difícil conseguirlo como mantenerlo. La mayoría de los exfumadores cuentan que incluso aunque pasen años sin encender un cigarro, nunca deja de apetecerles hacerlo, y es una apetencia con la que deben luchar de por vida.
Algunas situaciones y factores lo ponen especialmente difícil, porque acentúan las ganas de fumar o impiden cambiar la relación con el tabaco. Estos son algunos de esos factores, y cómo puedes superarlos.
1. Piensas en ello como un sacrificio
Cuando dejaste de fumar, lo consideraste un sacrificio personal conseguido a base de fuerza de voluntad. La idea de sacrificio implica renunciar a algo bueno, y tiempo después sigues considerándolo así. Si ese es tu caso, es normal que llegado un momento, vuelvas a sentir con intensidad las ganas de fumar.
Para evitarlo, debes cambiar tu relación con el tabaco y cómo piensas en él. Dejar de fumar no es un sacrificio, sino una mejora de tu calidad de vida y de tu salud. Piensa en lo que ganaste al dejarlo, y no en lo que crees que has perdido.
2. No has cambiado de hábitos
Fumar es un hábito cotidiano para mucha gente, y al abandonarlo deja un hueco que, si no se llena, tira del exfumador con mucha fuerza y puede hacerle recaer. En muchos casos, forma parte indivisible de algunas actividades, como tomarse un café después de comer o salir de copas con los amigos.
Busca algo para sustituirlo, preferiblemente algo que te tenga las manos ocupadas y pueda llevarte más o menos el mismo tiempo. Come caramelos (mejor sin azúcar), monta puzzles, utiliza un juguete contra la ansiedad... Sobre el café o las copas, cambia de sitio o de hora, evita repetir la misma actividad que antes hacías fumando.
3. No has notado un gran cambio
Quizá pensaste que en cuanto dejases de fumar notarías un gran cambio en tu salud y la cosa no ha sido así. Normalmente los efectos beneficiosos sobre la salud se dejan notar en seguida (la respiración mejora, la piel tiene mejor aspecto, los sabores de los alimentos se perciben mejor...) pero quizá en tu caso haga falta un poco más de tiempo. Ten paciencia.
Y ya que estás apostando por tu salud, combina el dejar de fumar con empezar a hacer deporte o llevar una alimentación más saludable. No se trata de cambiar tu vida de arriba a abajo, algo que solo te causará más estrés, sino de ir mejorando tus hábitos poco a poco de forma que volver a fumar deje de merecer la pena por mucho que te apetezca.
4. Has subido de peso
Un efecto secundario de dejar de fumar puede ser aumentar de peso. Esto ocurre porque a menudo la ansiedad que sienten los que dejan de fumar se canaliza comiendo, lo que puede echar atrás a muchos recientes exfumadores.
Si es tu caso, debes tener claro que dejar de fumar, en sí mismo, no es el problema. El problema es cambiar los cigarros por calorías. Intenta compensar las ganas de fumar con algo que no engorde, o al menos que sea sano (como los frutos secos), y acompáñalo con algo de ejercicio físico que te ayude no solo a estar más sano, sino también a verte mejor.
5. Estás rodeado de fumadores
Este es quizá el punto más difícil. Si tu pareja, alguien de tu familia o tus amistades habituales fuman, o si frecuentas sitios donde la gente fuma (la pausa del café en tu oficina, por ejemplo), la posibilidad de recaer aumenta porque pasas el tiempo rodeado de humo y cigarros, y solo con olerlo puede ser suficiente.
Como no vas a cambiar de pareja o de amigos, lo mejor es que lo digas abiertamente y busques su apoyo. En caso de que la tentación sea muy fuerte, prueba a pedirles que no fumen delante tuyo. Pacta espacios libres de humo y hazles saber que su ayuda es fundamental para que tu empeño tenga éxito.
6. Creíste que por uno no pasaría nada
Después de semanas, meses, incluso años sin fumar, pensaste que por un cigarro no pasaría nada. Pero después de tantos años sin probarlo, fue como abrir la caja de Pandora y ahora no consigues quitarte las ganas. Tanto tiempo manteniéndote lejos del tabaco se ven ahora en peligro por un solo momento de satisfacción.
Antes de fumarte ese cigarro, antes incluso de tener las ganas de fumártelo, párate un segundo si merecería la pena echar por tierra el esfuerzo realizado y tener que empezar de nuevo. Date una respuesta, y repítetela a ti mismo cuando sientas las ganas de fumarte ese cigarro.
7. El estrés
Es probablemente la razón más común. Cuando has conseguido dejar de fumar una temporada, es muy posible que un pico de estrés te acentúe las ganas de volver a hacer, ya que para muchos fumadores el tabaco es una vía para gestionarlo.
Si es tu caso, es importante que antes de que esos picos aparezcan desarrolles estrategias alternativas: hacer deporte, practicar disciplinas relajantes, un cambio de habitación o de escenario que te ayuden a desconectar... Si crees que te puede ayudar, busca consejo profesional en tu médico. Intenta que el tabaco no sea tu única forma de lidiar con el estrés, y aprenderás a recurrir a otros métodos más saludables.
Imágenes | iStock
En Vitónica | Ocho claves para no volver a fumar