Seguro que en más de una ocasión nos hemos preguntado el porqué de nuestro aumento de peso o la incapacidad para bajarlo si no comemos mal y encima hacemos deporte. No se trata de que seamos personas desafortunadas no nada por el estilo, sino que seguramente estamos cometiendo errores que no tenemos en cuenta y en los que no reparamos. Habitualmente son momentos en los que no tenemos en cuenta lo que nos llevamos a la boca, y por ello en este post queremos hacer un repaso por los momentos más críticos que nos impiden conseguir nuestro peso ideal.
Como hemos comentado, la mayoría de nosotros trata de cuidar su alimentación respetando las horas de las comidas, siguiendo un orden en los alimentos que consumimos… Pero a veces, y en muchos casos demasiado a menudo, se suceden algunos acontecimientos en los que dejamos de lado ese cuidado y nos llevamos a la boca cualquier tipo de alimento. Estos momentos no los solemos tener en cuenta, pero nuestro organismo no diferencia y por eso no logramos evolucionar en lo que a peso se refiere.
Alerta cuando salimos de cañas
Uno de los momentos en los que no reparamos en esto es cuando decidimos salir a tomar unas cañas después del trabajo por ejemplo. Esta actividad, que a priori es tan normal, puede ser un freno en el control del peso. Las bebidas, un tema que trataremos más adelante son también protagonistas pero lo que se lleva la palma son las tapas que solemos comer. Por norma general suele tratarse de alimentos fritos como las patatas, los frutos secos…
Estos alimentos contienen altas cantidades de grasa y calorías que nuestro cuerpo procesa y almacena en forma de grasa. A esto hay que sumar alimentos grasos como el chorizo, la butifarra… que nos incluyen en determinados lugares. Decantarnos por tapas como los encurtidos o las aceitunas es mejor alternativa, aunque en la mayoría de los casos contienen azúcares en su elaboración.
Comer en restaurantes puede ser un problema
Las comidas en restaurantes pueden ser otro freno al control del peso. Muchas personas comen diariamente fuera de su casa y lo hacen en sitios en los que la comida tiene una calidad dudosa. Hay que tener en cuenta que la preparación de los alimentos se hace a gran escala, con lo que no se cuida ni la calidad ni la cantidad del aceite que se utiliza en su elaboración. A esto hay que sumarle los condimentos que se utilizan a la hora de preparar estos platos. Además, la mayoría de los menús contienen postre que casi nunca rechazamos y que le suma al total de la comida algunas calorías extra que no nos ayudarán a la hora de mantener a raya nuestro peso.
Lo más recomendable en estos casos es recurrir a la preparación de nuestro menú en casa y llevarlo a la oficina en un tupper. Si no nos queda más remedio que comer fuera, lo mejor es pedir a la carta, pues el plato se nos preparará a nosotros y así podemos controlar los ingredientes que incluye. Si además sustituimos el postre por una infusión, estaremos contribuyendo a disminuir el total de calorías que nos llevamos a la boca.
Ver la tv en casa
Otro momento de inflexión en lo que al peso se refiere es cuando vemos la tv en casa y nos preparamos algunos aperitivos para acompañar. Este gesto que parece tan sencillo y que se repite semana tras semana con el partido de futbol de turno, con el programa que nos gusta… conlleva más detrás que un mero momento de ocio. El problema reside en que en este momento no reparamos en lo que nos llevamos a la boca, porque estamos pendientes de lo que estamos viendo.
Los fritos como las patatas, los frutos secos, el alcohol.. suelen ser los protagonistas en estos momentos. Por ello es necesario que seamos conscientes de ello y que tengamos control sobre lo que vamos a ingerir en ese momento. Para ello lo que recomendamos es seleccionar bien los aperitivos antes y las cantidades para evitar comerlo sin control mientras estamos frente al televisor.
Salir de marcha es más peligroso para el peso de lo que creemos
Las salidas nocturnas con amigos son otro momento en el que solemos bajar la guardia. En este aspecto no se trata de la comida en sí, sino que el problema está en la bebida. Este es un punto en el que nadie suele reparar, pero es necesario hacerlo, ya que la bebida, y concretamente el alcohol, puede tener más calorías que cualquier comida. El problema con el alcohol es que las calorías que nos aporta son totalmente vacías, es decir, carentes de nutrientes pues provienen de azúcares.
El alcohol en el organismo se procesa a través del hígado y los riñones, se convierte en acetato y éste se consume por el cuerpo para generar energía. Este acetato cubre nuestras necesidades de energía, evitando que se consuman las reservas de glucosa y las de grasa que tenemos en el organismo. Esto hacer que el proceso natural de quema de grasas se interrumpa. Por ello el alcohol es un enemigo directo contra el control del peso y no hay que bajar la guardia con él.
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