Es una de esas cosas que todos hemos oído mil veces y que tenemos casi interiorizada aunque realmente no sabemos de dónde ha salido. Nos parece casi lógico, si nos paramos a pensarlo: las mujeres han evolucionado durante millones de años para dar a luz, una experiencia dramática para sus cuerpos y que puede resultar muy dolorosa. Tiene sentido que sean capaces de soportar el dolor mejor que los hombres, que no tienen que pasar por algo parecido.
Pero que algo nos parezca lógico, y aunque combinemos en ello una pizca de lo que nos parece biología evolutiva obvia, no siempre significa que lo sea. No sería la primera vez que la ciencia y la biología sacan conclusiones erróneas sobre las diferencias entre los sexos. ¿Qué hay de cierto en esto del dolor?
La dificultad de medir el dolor
Antes de responder a esa pregunta, es importante entender de qué estamos hablando y, sobre todo, por qué es tan difícil medir el dolor. Para empezar, estamos hablando de una sensación enormemente subjetiva. Cada uno experimenta el dolor a su manera, en intensidades distintas y difíciles de comparar. Normalmente se utiliza una escala que va del cero al diez, en la que el 0 significa que no duele nada y el 10, un dolor agónico e insoportable.
Otra forma de medir el dolor es medir dos conceptos concretos: el umbral del dolor, es decir, el momento en el que un estímulo comienza a percibirse como doloroso (el pinchazo de una aguja, el frío al sumergir una mano en agua helada), y la tolerancia al dolor, es decir, la cantidad de dolor que una persona puede aguantar.
Son formas de intentar estandarizar una sensación difícil de evaluar. Además, no existe ningún aparato que mida el dolor, solo puede medirse a través de las palabras del que lo sufre, así que en los experimentos y estudios del dolor se cruzan sesgos culturales y sociales que pueden hacer que unas personas reconozcan sentir más dolor que otras.
Lo que dicen los estudios
Aclarado esto, vamos al meollo de la cuestión: ¿aguantan más el dolor mujeres que hombres? Esto es lo que dicen los estudios, y no parecen sostener esa afirmación.
En 2012 un equipo de la Universidad de Stanford revisó más de 11.000 historiales médicos y concluyó que las mujeres tienden a experimentar un dolor más intenso, especialmente cuando la causa es una inflamación aguda: en una escala de cero a diez, ellas puntuaban de medica casi un punto por encima que ellos.
En 2009 otro equipo, este de la Universidad de Florida, llevó a cabo una revisión de estudios relacionados con investigación del dolor y concluyeron también que las mujeres muestran una mayor sensibilidad a la mayoría de las formas de dolor. También que las mujeres experimentan más dolor en general: van más frecuentemente al médico por problemas relacionados con el dolor que los hombres, toman más analgésicos y padecen más patologías dolorosas, como dolores de espalda o migrañas.
Según esa misma revisión, en condiciones experimentales (experimentos en los que el sujeto es por ejemplo pinchado con una aguja y debe avisar cuando empieza a sentir dolor), los hombres demostraban tener un umbral del dolor más alto. En general, los hombres demostraron tener una mayor tolerancia al dolor, al menos en el laboratorio. Una de las posibles explicaciones sería que los hombres liberan más sustancias analgésicas del propio cuerpo.
Subjetividad y sesgos culturales
¿Quiere esto decir que las mujeres toleran menos el dolor? No es esa la conclusión que extraen esos estudios, que señalan la subjetividad en los reportes del dolor como un obstáculo a la hora de concluir en un sentido o en otro.
También señalan la existencia de importantes sesgos a la hora de reconocer y comunicar que se sufre dolor, especialmente si hablamos de diferencias entre sexos. Algunos estudios argumentan que existe una convicción generalizada casi inconsciente de que los hombres son más duros, que no deben quejarse, que "no hay dolor", mientras que para las mujeres el dolor es una parte normal de la vida y se permiten expresar esa sensación con más naturalidad.
Eso puede influir enormemente en cómo unos y otras sienten y expresan el dolor, y eso se refleja en estos estudios, haciendo pasar una diferencia cultural por una diferencia biológica que no es tal.
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