Madrid capital se enfrenta esta semana de nuevo a una grave situación de contaminación atmosférica, y un informe reciente señala la contaminación como la principal causa ambiental de muerte en el mundo: en 2015 las enfermedades relacionadas con la contaminación mataron a 9 millones de personas, más que todas las guerras y la violencia.
Parece que combatir la contaminación no está en nuestras manos, pero nada más lejos de la verdad: nosotros la creamos y nosotros podemos reducirla. Solo que nos cuesta encontrar la motivación o pensamos que nuestras acciones tienen repercusiones demasiado pequeñas como para que tengan algún impacto.
Esto tampoco es verdad, pero por si necesitas un aporte extra de motivación, aquí tienes algunos cambios que puedes hacer en tu estilo de vida y que son buenos para ti y buenos para el planeta.
1. Sustituye el azúcar refinado por miel
La miel tiene un alto contenido en azúcar, así que trata de moderar su consumo. Según la OMS, debería suponer menos del 5% de las calorías que ingerimos a diario. Sin embargo, posee más vitaminas, minerales y antoxidantes que el azúcar blanca, así que si ese 5% (intenta evitar que sea más), proviene de la miel en vez de del azúcar, al menos las estarás acompañando de nutrientes beneficiosos.
Además, estarás apoyando la apicultura y con ello la conservación de las abejas que la producen. Las abejas son esenciales para conservar el entorno, ya que son las encargadas de polinizar miles de especies vegetales y así asegurar su supervivencia, pero están desapareciendo y nadie sabe por qué.
2. Conduce más despacio
Reducir la velocidad y la brusquedad de la conducción supone consumir menos gasolina, a no ser que seas uno de los pocos que ya conduce un vehículo eléctrico. En ese caso, ¡enhorabuena! Pero si no, aplícate el cuento: consumir menos combustible significa emitir menos gases contaminantes a la atmósfera.
Además, es mucho más seguro. Si conduces un poco más despacio estarás mejor preparado para reaccionar ante cualquier imprevisto que haya en la carretera, y si reduces frenazos y acelerones el paseo será más cómodo y harás la vida más fácil también a los demás conductores, reduciendo el riesgo de un accidente.
3. O mejor, deja el coche y coge una bici
No todo el mundo puede hacerlo, así que si eres de los afortunados, aprovecha: aparca el coche y coge la bici. Desplazarte en bici es una forma mucho más sana y limpia de moverte de un sitio a otro. Por un lado, te mantiene activo, y el ejercicio es, junto con una alimentación saludable, uno de los dos pilares en los que descansa una vida sana.
Por otro, ir en bicicleta elimina las emisiones de gases contaminantes de tus desplazamientos. Todo ventajas. Eso sí, si vas por ciudad, ten mucho cuidado, no olvides protegerte la cabeza y circula con precaución.
4. Y si no puedes comparte coche
Busca personas que hagan el mismo trayecto que tú, o similar, y organízate para compartir coche. Así reduciréis emisiones y también podréis aprovechar las ventajas de los carriles para Vehículos de Alta Ocupación, que habitualmente están menos atascados, y llegaréis antes.
5. Compra productos locales y de temporada
¿Alguna vez has comprado unas fresas y has pensado que no sabían a nada? Probablemente fueron recogidas varias semanas antes y terminadas de madurar en cámaras frigoríficas. Esto se debe a que nos hemos acostumbrado a que la mayoría de los productos vegetales estén disponibles todo el año, pero eso supone que, a veces, no saben a nada y que, siempre, tengan un gran impacto sobre el medio ambiente.
Si compras productos de temporada, evitas favorecer ese modelo que fuerza una producción continua, lo que requiere un gran consumo de energía. Si además compras productos locales, evitas que hayan viajado grandes distancias en avión, barco, tren o carretera, con lo que eso conlleva de nuevo en uso de combustibles.
¿Y tú qué ganas? Pues ganas comer alimentos más sabrosos, descubrir nuevos productos y recetas que quizá no conocías y en general disfrutar de tu comida de una forma más consciente y responsable.
6. Cocina para varios
Organízate con tus vecinos, con tus hermanos o con tus compañeros de trabajo, y cocinad por turnos, cada vez uno para todos los demás. Cocinad para varios y repartid raciones.
Esto supone, por un lado, que te ahorras cocinar varios días a la semana, y si los miembros del grupo tienen un poco de mano en la cocina, puedes disfrutar de platos muy ricos y de más variedad que si tienes que cocinar siempre tú y eres de opciones limitadas (como nos pasa a algunos). Pero además, el gasto de energía total es menor que si cada uno cocináis solo para vosotras cada día.
Eso sí, aseguraos de que los recipientes en los que repartís las raciones sean reutilizables, porque si no, los residuos generados en forma de envases desechables darán al traste con las ventajas medioambientales del asunto.
7. Baja un poquito la calefacción
Tener tu casa a temperatura tropical en invierno parece una idea tentadora, pero bajando unos cuantos grados el termostato reducirás el consumo de energía.
Además, eso puede ayudarte a adelgazar y mantenerte en forma. Algunos estudios sugieren que, acostumbrados a los sistemas de climatización que nos mantienen en temperaturas confortables todo el año, nuestros cuerpos están perdiendo la capacidad de quemar grasa corporal para mantener su temperatura ideal, y que eso contribuye a la epidemia de obesidad y sobrepeso que hoy vivimos.
Así que no se trata de congelarte dentro de casa, pero sí de cambiar un par de grados por un jersey grueso y dejar que tu cuerpo se termorregule como él sabe.
8. Bebe agua del grifo
Dependiendo de la ciudad en la que vivas, la calidad del agua del grifo puede ser igual o superior a la del agua que compras embotellada, con la ventaja de que produce muchos menos residuos. Así que ve a la cocina y rellena allí tu botella (si es de vidrio, mejor que de plástico) en vez de comprar otra.
9. Limpia y revisa tu nevera
Mantener la nevera limpia, tanto por dentro como por detrás, es una forma de asegurar que el consumo de energía que supone este electrodoméstico (de los que más gastan) está siendo eficiente.
Además, manteniendo la nevera limpia y convenientemente revisada por un técnico te aseguras que los alimentos que contiene se conservan adecuadamente y mantienen sus propiedades. Como luego te los vas a comer, esto debería importarte.
10. Lleva tu taza de café a la oficina
En vez de utilizar vasos desechables, lleva a la oficina tu taza de café. Así reducirás los residuos que generas a la vez que te evitas la desagradable sensación de quemarte los dedos con un vaso de plástico o de beber en un vaso de corcho o cartón.
11. Utiliza tus residuos como abono
De nuevo, no está al alcance de todos, pero dependiendo de tu espacio en casa, quizá hayas podido montar un pequeño huerto, o quizá haya un huerto urbano colectivo cerca de tu casa. En ese caso, acuérdate de juntar toda la basura orgánica que generes (poso de café, cáscaras de huevo, piel de plátano o de naranja...) y utilízala para abonar.
Estos residuos aportarán muchos nutrientes a tus plantas, lo que harán que crezcan más y más sanas, y a la vez darán un nuevo uso a tus residuos, de forma que disminuirá tu huella en el planeta.
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