¿Cuántas veces te has dicho a ti mismo que ya toca, que hay que ver, que va siendo hora de ponerse a entrenar en serio? ¿Y cuántas de esas veces has cumplido con tu propósito? Seguro que menos de las que te gustaría.
El problema es que para la mayoría de nosotros, el ejercicio es una obligación y no una elección. Si pudiésemos elegir, no entrenaríamos, pero sabemos que es bueno para nosotros, así que nos obligamos.
Esta forma de enfocar el asunto no es problema si tienes una fuerza de voluntad férrea, pero si no, es probable que el empeño termine fallando. Así que para evitarlo vamos a darte algunos consejos para que entrenes, no por obligación, sino porque de verdad, de verdad te apetece.
1. ¿Por qué entrenas?
¿Te lo has preguntado? Lo ideal es que la respuesta no sea simplemente "por estar sano", aunque obviamente esa sea la motivación final. Concreta un poco más qué quieres conseguir a corto-medio plazo. ¿Subir las escaleras sin ahogarte? ¿Quitarte 2 kilos? ¿Entrar en un vestido nuevo? ¿Levantar un poco más de peso? ¿Vencer a las agujetas? ¿Mejorar tu marca respecto al año pasado? ¿Aprender un deporte nuevo? ¿Preparar una prueba? ¿Ganar a tu mejor amigo en una competición?
Si te pones un objetivo asequible, y entrenas enfocado en conseguirlo, los resultados serán visibles antes y eso es un subidón increíble que hará que quieras seguir entrenando y avanzar hacia tus objetivos, en una espiral de motivación non-stop.
2. Ponte guapo
Busca ropa de gimnasio con la que te veas bien y, si está dentro de tus posibilidades, date un capricho con unas zapatillas adecuadas y que te encanten. No consiste en que te gastes un dineral, pero piensa que los gimnasios suelen estar llenos de espejos y que si la imagen que estos te devuelven te gusta, lo disfrutarás mucho más.
Si no entrenas en gimnasio, tres cuartos de lo mismo. Al final, es un rato que dedicas a cuidarte, no tiene nada de malo que te dediques un poco de amor visual a ti mismo.
3. Elige algo con lo que te lo pases bien
Si odias hacer pesas, seguro que hay otra cosa que puedas hacer que te apetezca mucho más: body pump, crossfit o spinning. No te encabezones con un deporte aunque lo odies, porque lo más probable es que llegues a aborrecerlo y un día te veas incapaz de seguir yendo.
4. Pero no te cierres a nada
Crees que el pilates no es lo tuyo pero, ¿lo has probado alguna vez? Quizá te sorprenda. Incluso aquello que sí probaste y que dejaste porque lo odiabas puede que pasado un tiempo sí que le pilles el gusto. Por si acaso, tú no te niegues a probar ningún deporte (a no ser que por salud no te convenga), nunca sabes en qué puedes ser bueno o, mejor aun, con cuál te lo puedes terminar pasando bomba.
5. Redescubre tu cuerpo al entrenar
Mírate en los espejos y observa cómo trabajan tus músculos cuando haces cada ejercicio. Siente tus músculos aguantar una repetición más cuando creías que ya no ibas a poder. Estira al terminar y percibe como la tensión acumulada se va soltando... Sé consciente de la maravilla mecánica que es tu cuerpo, e incluso disfruta de las agujetas al día siguiente, y cómo puedes ir mejorando su rendimiento poco a poco.
6. Haz amigos
Vale que al gimnasio se va a entrenar y no a parlotear, pero eso no quiere decir que no pueda estar lleno de gente amable y simpática que te pueda ayudar a mejorar tu técnica e incluso con quien echar un rato divertido entre máquinas. No tiene por qué convertirse en tu mejor amigo, pero sí puede ser un compañero de entrenamiento muy agradable.
Además, si entrenas con alguien, serás más regular. Cuando quedas con otra persona te da más reparo saltarte un entrenamiento, y si entrenas acompañado, te asegurarás de darlo todo.
7. Ponte música
Hay quien escucha cantautores sobre la cinta de correr porque la intensidad de la letra le distrae del ejercicio y cuando se quieren dar cuenta han sudado durante casi una hora, y otros que se atruenan con ritmazos latinos y electrónicos porque le marcan el ritmo y así no flaquean.
Busca la música que más te motive en enchúfatela con ganas a los auriculares.
Ah, y aquí tienes otra opción: dale a los podcast. Los hay de todas las temáticas imaginables, y tan interesantes que se te va el tiempo volando y cuando te das cuenta, el entrenamiento ya está hecho. Si además solo los escuchas entrenando, te morirás porque llegue la hora de ir al gym.
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