No nos damos cuenta de que respiramos sin embargo la respiración siempre está allí y fluctúa con nosotros según nuestros estados anímicos: agitándose o relajándose.
La importancia de la respiración va más allá de los aspectos fisiológicos y bioquímicos porque sobre ella también actúan las emociones y los pensamientos. Una respiración consciente y relajada puede eliminar mucho más que toxinas: nos ayuda a liberar las tensiones y agresiones exteriores.
La respiración debe llevar el oxígeno hasta la última célula pero no es lo mismo una respiración superficial que profunda.
Las respiraciones cortas generan más intranquilidad, es como si “viviésemos a medias”, comprimidos. En cambio con la respiración profunda tomamos más consciencia corporal, sosiego y nos ayuda a equilibrar las emociones.
Por tanto, tener presente nuestra respiración y dedicar solo unos minutos al día para hacerla más profunda es algo positivo para nuestra salud física y emocional.
Ya lo decían nuestras abuelas cuando estábamos enfandados: “respira bien y cuenta hasta 10”.
Vía | Revista impresa Cuerpo y Mente 126 En Vitónica | Respiración y ejercicio físico