España es uno de los pocos países que de la Unión Europea que no había puesto en marcha ningún sistema de salud alimentaria. Vamos a ver por qué es mejor ese vacío antes que Nutriscore, y varios perfiles nutricionales utilizados por algunos países, cuya implantación sí sería interesante para la salud de los consumidores españoles.
Un breve contexto
La herramienta Nutriscore ha ido ganando seguidores en las grandes multinacionales de la alimentación procesada y ultraprocesada, y perdiendo la confianza de entidades y organizaciones vinculadas a la alimentación saludable.
Si aún no has leído o escuchado sobre esta herramienta de etiquetado nutricional, o quieres profundizar sobre ello, puedes consultar dos artículos anteriores: qué es Nutriscore y cómo se va a aplicar en España; y por otro lado qué creer y que no creernos del etiquetado Nutriscore.
Justicia Alimentaria presentó hace unos días su posición sobre Nutriscore, de la que vamos a extraer las principales conclusiones. Si estás interesado en profundizar en el tema, puedes leer el informe completo elaborado por Justicia Alimentaria, en el que basamos este artículo: la gran mentira de Nutriscore.
¿Quiénes son Justicia Alimentaria?
Ellos mismos se definen como una asociación formada por personas que creen en la necesidad de cambiar el sistema agroalimentario actual, que oprime y expulsa a las comunidades rurales, y destruye el medio ambiente. Este cambio pasa por la consecución de la Soberanía Alimentaria.
Realizan campañas y denuncias para dar lugar a una sociedad justa, equitativa y solidaria, promoviendo una transformación social. Algunos ejemplos son su lucha por la eliminación del IVA de los alimentos sanos, y por una alimentación saludable como un derecho, no como un privilegio.
Es por ello que han pedido al Ministro de Consumo que la regulación del etiquetado alimentario no se base en la propuesta de la industria: Nutriscore. Dejar que la industria utilice la clasificación de alimentos Nutriscore como reclamo de compra de alimentos insanos, acarrearía un caos gigantesco para diferenciar que es sano y que no lo es.
¿Por qué Nutriscore no es una herramienta válida para los usuarios, pero sí para las empresas de productos alimenticios?
Javier Guzmán, el director de Justicia Alimentaria expone que “si se aprueba el sistema de clasificación Nutriscore como perfil nutricional se va a enterrar durante los próximos años la posibilidad real de mejorar la salud alimentaria de la población".
Nutriscore deja el algoritmo en manos de la industria
Nutriscore otorga una clasificación desde A (lo más saludable) hasta la E (no saludable), mediante el uso de un algoritmo que puede hackearse en favor de los productos procesados y ultraprocesados. Solo es necesario conocer el algoritmo y utilizarlo a su favor.
De forma muy breve, se debe a que existe una lista de ingredientes que acercan el producto a lo insano (letra E y color rojo), y otra lista que lo acercan a lo saludable (letra A y color verde). A esos ingredientes se les conoce como ingredientes críticos, y son los que se utilizan para otorgar una calificación.
Los alimentos con altos niveles de azúcar añadido, grasas saturadas, grasas trans o sal son a priori insanos, pero pueden "volverse buenos" si se le añaden ingredientes sanos: fibra alimentaria, fruta, verdura o proteína. Podría ser algo así como compensar un Donut, con una lata de atún y una naranja.
Por ese motivo, a la industria de la alimentación le basta con modificar ligeramente el contenido de un producto, añadiendo algo de proteína o fibra por ejemplo, y pasa así de un color rojo y la peor calificación, a situarse en una B con color verde.
No deja nada claro si el alimento es alto o bajo en ingredientes críticos
En Nutriscore no podemos saber la cantidad de azúcar, sal o grasas poco saludables que contienen un alimento. Solamente vemos una letra y un color. Tenemos que irnos a la etiqueta nutricional y ver ahí la cantidad de sal, azúcar o de cualquier ingrediente y saber por nosotros mismos si esa cantidad es alta o baja.
El objetivo original era crear un etiquetado donde fuese muy sencillo de ver que existía un alto contenido en azúcares añadidos, sal y grasas perjudiciales. Sin embargo Nutriscore no muestra el contenido de esos componentes nada saludables, lo que hace es intentar enmascararlos jugando con el algoritmo.
No cumple por tanto una de las premisas básicas: que el alimento muestre si su contenido es alto o bajo en los ingredientes críticos. Solamente tenemos una letra y un color obtenidos por una mezcla extraña de varios ingredientes.
El límite de nutrientes críticos utilizado es demasiado alto
Para que algo puntúe de forma positiva o negativa en Nutriscore se utilizan unos umbrales de los nutrientes saludables y no saludables. El problema radica en el lugar donde se sitúan dichos umbrales, ya que la industria intentará acogerse a los valores que más le beneficien.
Si la Organización Mundial de la Salud (OMS) propone un consumo máximo de 25 gramos/día de azúcares añadidos para un adulto, y la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) indica un máximo de 50 gramos/día de azúcares añadidos, ¿Qué valor beneficia más a la industria? ¿Qué valor beneficia más al usuario? ¿Coinciden?
Conflicto de intereses en la creación de Nutriscore
La presencia de la industria alimentaria en la creación de Nutriscore es indirecta y directa. Algunos ejemplos de ello son Tesco, uno de los mayores supermercados británicos, que patrocina a la Fundación Británica de Nutrición. A cualquier cadena de supermercados le interesa vender productos.
Otros de los actuales miembros corporativos de la Fundación Británica de Nutrición, vinculada con la creación de Nutriscore, son: Coca Cola, Danone, Ferrero, Kellogg's Nestlé, PepsiCo, entre otros. Existen otros muchos casos de patrocinio y colaboración de marcas comerciales de alimentos.
Publicidad e impuestos: vender por encima de todo
Upton Sinclair ya dijo el siglo pasado que es difícil que alguien entienda algo, cuando su salario depende de que no lo entienda. Detrás de cada anuncio de un producto existe un amplio equipo que busca la forma legal y más llamativa de atraer la atención, porque su salario depende de ello.
Un ejemplo de hace un par de días es esta imagen donde Actimel, que no puede decir directamente que mejora el sistema inmune porque no hay evidencia de que así sea, utiliza artimañas para mezclar Actimel y sistema inmune en el mismo cartel.
Retorciendo mensajes para insinuar lo que no se puede decir. Qué rostro y qué irresponsabilidad 😡 pic.twitter.com/VQ0sXbpdhA
— Miguel A. Lurueña (@gominolasdpetro) April 14, 2021
La industria necesita por tanto que su alimento no sea considerado insano ya que entonces tendría problemas para publicitarlo, especialmente si va destinado para niños. A ello se le añade que al subir los impuestos y los precios de los productos considerados como insanos, la industria se vería perjudicada.
O por el contrario, no se verían beneficiados de una bajada de precios de los productos saludables. Otra razón más por por la que Nutriscore les favorece, pudiendo realizar algunos ajustes que harán que sus productos sean "saludables".
Propuestas de Justicia Alimentaria: alternativas de etiquetado
El comunicado de Javier Guzmán, director de Justicia Alimentaria, continua comentando en el comunicado de la Justicia Alimentaria, que es urgente regular la publicidad alimentaria sin utilizar este sistema (Nutriscore) y tomar de ejemplo países como Chile o Portugal dónde otro sistema ya está funcionando y está en vigor”.
Estos son tres interesantes propuestas con grandes diferencias a lo que aporta Nutriscore, y que intentan informar y proteger al consumidor frente a las posibles artimañas de la industria alimentaria.
Sistema perfil nutricional propuesto por la OMS Europa (2015)
Este sistema no es sistema gradual, como Nutriscore, sino un sistema categórico: alimento sano o alimento insano. Basado en los siguientes ingredientes: la grasa total, la grasa saturada, el azúcar total, el azúcar añadido, los edulcorantes, la sal y la energía (calorías).
Está basado en dos modelos desarrollados por Noruega y Dinamarca que utilizan un sistema de puntuación según la categoría del alimento. Es decir, un queso está en una categoría diferente a unos cereales de desayuno. Eso hace que se afinen mejor los umbrales en función del tipo de alimento.
De esta forma el yogur puede ser sano o no serlo según sus niveles de azúcares añadidos, y la carne puede tener el mismo destino según su tipo de grasa. Pero a la carne, por norma general, no se le controla el nivel de azúcar puesto no que están vinculados.
El aceite de oliva por otra parte, no puede tener el mismo umbral de grasas que el que tiene el yogur, ya que se trata de alimentos totalmente distintos. Esa es una de sus principales virtudes: entender y tratar cada alimento de forma especial.
Este sistema prohíbe publicitarse a los alimentos que todos sabemos que son insanos: bollería industrial, galletas, golosinas, pasteles, etc. No es necesario que un algoritmo lo diga o no.
La categoría contraria de alimentos, los saludables, tampoco necesitan una etiqueta para decir que son sanos: fruta, verdura, legumbres, carne y pescado. Es por tanto un sistema más sencillo e intuitivo, pero que es mejorado por los dos que vamos a ver a continuación.
Sistema de perfil nutricional de Portugal (2019)
El modelo portugués es considerado uno de los mejores que existen hoy en día en Europa. Como primer apartado, y fundamental, fue creado por la Dirección General de Salud de Portugal, alejado de comités de expertos que colaboran con la industria alimentaria.
Es una adaptación del modelo de la OMS Europa comentado en el apartado anterior, que incluye las grasas trans como ingredientes críticos, aspecto que falta por mejorar en el modelo de la OMS Europa.
Otra de las principales mejoras es que el sistema portugués toma como umbrales cifras más bajas en los ingredientes que consideran críticos: grasa saturada, el azúcar total, el azúcar añadido, la sal, la grasa trans y la energía.
Por otra parte no es tan contundente prohibiendo la publicidad de todos los alimentos insanos, permitiendo que los alimentos más saludables de cada categoría si puedan ser publicitados. Eso sí, en la práctica es bastante difícil que estos productos superen el corte para poder publicitarse.
Este modelo también tiene una lista de alimentos insanos que hay que limitar, e incluso eliminar de la dieta, y otro grupo de alimentos saludables que hay que potenciar.
Establece alimentos como "bajo en grasa saturada" o "bajo en azúcares" o "bajo en sal" o "bajo en energía" siguiendo las declaraciones de "bajo contenido" definidas en el Reglamento europeo (CE). Pero solamente lo realiza en alimentos insanos. ¿Por qué?
Porque el aceite de oliva virgen extra (AOVE) es alto en grasa y en calorías, pero está dentro de la lista de alimentos saludables. De esta forma no lleva a error: un alimento sano, es sano, un alimento insano, dependerá de si es bajo o alto en los ingredientes críticos.
Sistema de perfil nutricional de Chile (2016)
Este perfil nutricional es muy simple: si un producto lleva mucha sal, lo dice, si contiene mucho azúcar, lo expone, y así con cada uno de los componentes críticos. Dichos ingredientes son: sodio (sal), grasas saturadas, azúcares y calorías. Lo remarca con unos hexágonos negros en la portada del producto, como podemos ver en el siguiente tuit.
Etiquetado y empaque de los productos comestibles en #Chile está basado en evidencia libre de los intereses comerciales $$$ de las industrias.
— Ana Larrañaga (@anna_larr) October 29, 2018
Qué diferencia!!
La gente lo entiende y los empaques no se dirigen a los niños 👏👏👏 pic.twitter.com/oo8G0f4at1
Aquellos alimentos considerados altos en alguno de esos ingredientes tienen prohibida su venta en establecimientos educacionales, y tiene una regulación severa respecto a su promoción publicitaria.
Se trata de un sistema mucho más sencillo que el Nutriscore. Es más fácil de ver y entender por el consumidor, y mucho más complejo de hackear por la industria alimentaria. Elimina la subjetividad. Quizá por eso le gusta mucho más a los profesionales de la salud, y menos a las empresas de productos insanos.
Nuestro propio sistema casero a base de preguntas
En un artículo publicado recientemente propusimos un Nutriscore casero a base de preguntas y respuestas, que puede ser más eficaz que cualquier etiquetado nutricional. De forma muy breve te puedes preguntar las siguientes cuestiones cuando tengas el alimento en la mano.
¿Estás en un mercado o un supermercado? ¿El producto ha sido anunciado en televisión? ¿Envuelve su propia cáscara al alimento o es una cáscara artificial? ¿Hay muchos ingredientes en la etiqueta? ¿Existía el alimento hace 100 años? ¿Podrías cazar, pescar o recolectar el alimento, o los ingredientes que lo forman?
Haciéndote esas siete preguntas puedes ser un poco más consciente sobre la salubridad o insalubridad del alimento. Si no somos nosotros los que escogemos de forma consciente lo que echamos al carro de la compra, la industria alimentaria elegirá por nosotros.
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