La legislación obliga a cualquier distribuidor de alimentos a velar por la seguridad de sus productos. Existen auténticos ejércitos, muy bien formados, para asegurar la seguridad alimentaria, valga la redundancia.
Sin embargo, en la búsqueda por una mayor salud, la seguridad no es el único concepto importante. Tenemos que tener en cuenta que además de la seguridad, una dieta ha de cumplir con unas características saludables.
¿Qué es una alimentación saludable?
Entendemos por una dieta saludable aquella que mejora o ayuda a nuestra salud. Todo lo que se salga de esta tónica no podremos incluirlo como dieta saludable. Para ello, aunque cada día sabemos un poco más sobre el tema, existen montones de apreciaciones. Los organismos dedicados a revisar los paradigmas nutricionales afirman que una dieta saludable se identifica por unos factores claros.
Por ejemplo, que contiene una cantidad significativa de fibra, no contiene azúcares libres ni grasas de mala calidad. También aporta agua, nutrientes de todo tipo y biodisponibles, es equilibrada y permite mejorar y mantener la salud de las personas.
No existe una dieta para todo el mundo, al igual que la definición de saludable puede variar ligeramente entre consumidores, pero las pautas generales están claras. Probablemente, entre los patrones dietéticos generales más saludables está el de la dieta mediterránea, o la dieta DASH. Estos contemplan muchos vegetales y frutas, cereales enteros, grasas vegetales, algo de productos animales, fibras...
Y, como habréis podido comprobar, hasta el momento no hemos hablado, para nada, de los productos ultraprocesados. Estos, por todo lo que hemos visto arriba, no entran en la categoría de comida saludable ya que rompen con una o varias de las expectativas que comentábamos. Pero, prosigamos.
¿Qué es una alimentación segura?
Por otro lado, una alimentación segura es aquella que ha pasado los estándares alimenticios y que está libre de patógenos, sustancias tóxicas y otras cuestiones que podrían poner en peligro inmediato la salud de las personas. Esto es importante, porque la discusión se encuentra principalmente en este sentido.
La seguridad alimentaria, llevada a cabo por expertos, se encarga de hacer estrictos controles y delimitar una manipulación exhaustiva y muy concreta. También disponen de niveles de seguridad que hacen referencia a cantidades y presencia de ciertas sustancias que, en otra concentración, podrían resultar peligrosas.
En definitiva, los productos son seguros porque los expertos asientan la base de cómo se tienen que tratar, cuáles son las cantidades permisibles de qué y en dónde... Y todo esto bajo la supervisión de organismos reguladores de competencia internacional, avalados por la opinión científica y la constante revisión de comités de expertos que no paran de investigar. Sin embargo...
Segura será siempre; buena para la salud, no.
¿Dónde comienza y dónde termina la seguridad alimentaria? Según la FAO, la seguridad alimentaria existe cuando todas las personas tienen acceso en todo momento a alimentos suficientes, seguros y nutritivos para cubrir sus necesidades nutricionales y las preferencias culturales para una vida sana y activa.
El problema es que en estas últimas partes de la definición se pueden torcer las tornas. Y es que, lo que ocurre con los alimentos ultraprocesados, por ejemplo, o con el exceso de ciertas sustancias, es que esa vida "sana y activa", a la larga... deja de ser sana y activa. ¿Podemos seguir hablando de alimentos seguros, entonces?
En principio, sí. Porque, al fin y al cabo, la seguridad de su disponibilidad biológica, y su papel como coadyuvante de una vida sana y activa, a nivel inmediato, se mantiene. Pero, claramente, no podremos hablar de que sean saludables. La pregunta, entonces, cambia de de estructura: ¿Una comida poco saludable debería considerarse como segura?
¿El problema es el lenguaje u otra cosa?
Lo cierto es que en las declaraciones de la OMS de 2018, la organización lo dejaba muy claro: una comida segura es aquella que cumple con todos los requisitos que nombrábamos, incluyendo el de ser saludable. Para la entidad, no se comprende una seguridad alimentaria que no contemple alimentación sana y saludable porque es un sinsentido.
Lo cierto es que el paradigma nutricional actual, de hecho, cada vez tiene más claro que son aspectos indivisibles. La cuestión es si deberíamos empezar a considerar una mejora importante en los términos y la comunicación que hacemos sobre la nutrición. Todavía es normal decir que un ultraprocesado de bajo valor nutricional es seguro.
Pero, ¿y si dejáramos de hacerlo? La industria alimentaria tiene mucho que decir al respecto. La presión, el interés, los expertos y la legislación forman un tablero verdaderamente complicado. A medida que la sociedad busca mejores alimentos, más sanos, la seguridad va encajando poco a poco en la definición que le corresponde.
Así que, en resumen: no, seguro no es igual a saludable, en estos momentos. Esto, sin embargo, es un claro error, más evidente a medida que sabemos más sobre nutrición. Pero, probablemente, ese conocimiento, extendido entre la sociedad, sea justo lo que necesitamos para alcanzar, por fin, una comunicación más rigurosa y certera.
Imágenes |Unsplash
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