Cuando hablamos de sustancias adictivas siempre nos referimos a drogas y pensamos en sus grandes efectos negativos sobre nuestro cuerpo. Sin embargo, en la dieta habitual y casi sin darnos cuenta también estamos rodeados de sustancias adictivas que perjudican el organismo. Hablamos de alcohol, azúcar, teobromina y otras.
"Drogas socialmente aceptadas"
Aunque no vamos a salir a robar para comprarlas ni generan un impacto tan rápido como destructivo en nuestro cuerpo, estas sustancias adictivas o "drogas socialmente aceptadas" tiene sus efectos secundarios.
Cuando hablamos de "drogas" nos vienen a la cabeza sustancias como la cocaína o la heroína: tanto estas como aquellas de las que trata este artículo tienen poder adictivo, aunque en las primeras es mucho mayor. A diferencia de las anteriores, las pequeñas cantidades de sustancias como el azúcar, de cafeína o de teobromina pueden no ser perjudiciales para nuestro organismo; sin embargo, debemos conocer las consecuencias que su consumo puede tener en nuestro cuerpo a largo plazo.
Todas estas sustancias adictivas producen no sólo un efecto placentero tras su consumo sino que también estimulan el sistema nervioso central y nos ayudan a desinhibir el comportamiento, algo que es común a todas las drogas. El problema es que en este es caso estas sustancias son incorporadas habitualmente en nuestra alimentación y quizá esa sea la razón por la cual las miramos con otros ojos.
Alcohol, cafeína, teobromina, azúcar, sodio y grasas son de consumo habitual y jamás las consideraríamos drogas, sin embargo, tiene un poder adictivo y otras cualidades similares a aquellas sustancias adictivas y prohibidas legalmente.
Sus efectos en el organismo
Generar adicción es su principal efecto negativo en el organismo, pues nos incentivan a consumir más y más de cada una de ellas llevándonos siempre a un resultado común: el exceso de calorías.
Tanto el alcohol como el azúcar y las grasas son fuente de calorías y ello deja más que evidente que su ingesta por adicción puede conducirnos a un exceso de peso y grasa corporal. Pero también si somos adictos a la teobromina podemos acudir al chocolate que en la mayor parte de las ocasiones contiene azúcar, grasas y por supuesto, muchas calorías.
Una adicción al sodio o un exceso de sodio también se traduce en mayor ingesta calórica y claro, la cafeína está no sólo en el café que habitualmente endulzamos o acompañamos de otros alimento, sino también, en refrescos, bebidas energéticas y otras que también son una bomba de calorías de mala calidad, pues derivan en su mayoría de azúcares y/o grasas sin ofrecer vitaminas, minerales ni antioxidantes.
Así, estas sustancias adictivas se encuentran ampliamente extendidas en variedad de alimentos de consumo habitual que pueden generar adicción con el tiempo y conducirnos a un exceso de calorías, alteraciones metabólicas y enfermedades de todo tipo.
Estas sustancias adictivas nos llevan a cometer abusos y a sufrir sus consecuencias con el paso del tiempo, pues una ingesta excesiva de cafeína hoy no causará efectos negativos más que síntomas gastrointestinales e irritabilidad, pero a largo plazo las consecuencias pueden ser mayores e incluso, dañar el sistema cardíaco. Lo mismo sucede con el azúcar, el sodio y el resto de las "drogas socialmente aceptadas".
Hoy en día son estas sustancias adictivas que perjudican tu organismo las responsables de las enfermedades más prevalentes: cáncer, obesidad, hipertensión, diabetes y más, por ello, es momento de darnos cuenta que más allá de las "verdaderas drogas" en nuestro día a día podemos ser unos adictos a sustancias que dañan la salud.
La clave: alejarnos de los productos procesados y ultraprocesados y consumir más alimentos pues en éstos tales sustancias adictivas no existen o poseen cualidades diferentes a las de origen industrial que sí pueden alterar la salud del organismo.
Bibliografía consultada | Neuroscience & Biobehavioral Reviews, Volume 32, Issue 1, 2008, Pages 20–39; J Nutr. 2016, Apr;146(4):838-45. doi: 10.3945/jn.115.226365. Epub 2016 Mar 2; y Plos One, February 18, 2015DOI: 10.1371/journal.pone.0117959.
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