Una vez más el titular de un estudio reciente está afectando la reputación de una de las hortalizas más maltratadas hasta el momento: la patata. Pues se sugiere que su ingesta está asociada a mayor riesgo de hipertensión.
Datos del estudio
Durante años la investigación en cuestión analizó datos de más de 100 mil personas para vincular la ingesta de patatas hervidas, al horno, en puré o fritas con el desarrollo de hipertensión.
Los datos de consumo se obtuvieron mediante una encuesta de frecuencia alimentaria y se fueron notificando los diagnósticos de hipertensión arterial, encontrando una asociación entre la ingesta de patatas y el desarrollo de la enfermedad.
Concretamente, se señala que los consumidores de 4 o más porciones semanales de patatas tenían más riesgo de sufrir hipertensión arterial y que, reemplazar una de dichas porciones por otro tipo de verduras con menor concentración de almidón reduce las probabilidades de padecer la enfermedad.
Asociación no implica causa
Como siempre decimos, hay que mirar con ojos críticos los titulares de este tipo de investigaciones, pues aunque se concluye una asociación entre consumo de patatas e hipertensión, no se puede hablar de causalidad, es decir, no se puede decir que las patatas provocan la enfermedad.
Además, el estudio también encontró que las personas que consumían más patatas eran quienes menos actividad física realizaban y quienes más fumaban, por lo tanto, éstos factores pueden estar influyendo en los resultados y estar más vinculados a la hipertensión que las patatas en sí.
Sobre todo si consideramos que hace tiempo atrás una investigación confirmó que la patata no engorda y que, además, nunca será igual una patata frita que una hervida y en este estudio no se distinguen entre tipos de patatas sino que todas se asocian a hipertensión.
Además es importante aclarar que los resultados de este estudio no son concluyentes y debemos considerar que incluso unas patatas fritas por sí solas no pueden causar hipertensión, sino que siempre debemos mirar el todo, pues el estilo de vida en conjunto resulta determinante del riesgo de sufrir enfermedades.
En definitiva, un ejemplo más de que no debemos quedarnos con los titulares únicamente, sino ser muy críticos al obtener información de estudios como éste.
Vía | BMJ 2016; 353 doi: http://dx.doi.org/10.1136/bmj.i2351, 17 May 2016
Imagen | Pixabay
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