Una de las cosas que deberíamos hacer al principio de cada temporada de entrenamiento, tanto por nuestra seguridad como para ayudarnos a rendir más en los entrenamientos, es una prueba de esfuerzo.
La prueba de esfuerzo, importante especialmente para aquellos que practican deportes de resistencia como ciclismo, triatlón o carrera, es una manera de asegurarnos de que nuestro cuerpo está preparado para el esfuerzo que le vamos a demandar en los siguientes meses. No es un modo infalible de evitar posibles lesiones o patologías pero sí nos puede ayudar a descartar problemas importantes relacionados con el corazón. Te explicamos para qué sirve y por qué deberías hacerte una de cara a la próxima temporada.
La prueba de esfuerzo como medida preventiva
Una prueba de esfuerzo es una técnica diagnóstica que debe ser realiza por profesionales en centros debidamente preparados para ello. A través de esta prueba se pueden diagnosticar diferentes patologías presentes en el deportista, como por ejemplo alteraciones del ritmo cardíaco, anginas de pecho, cardiopatías congénitas, hipertensión arterial...
La prueba de esfuerzo nos ayuda a descartar posibles patologías cardíacas que pueden aparecer en carrera
La prueba de esfuerzo mide la respuesta de nuestro corazón ante una demanda exigente de trabajo, como puede ser la carrera. Existen algunas patologías que permanecen latentes en el deportista mientras se encuentra en estado de reposo, y esta prueba puede sacarlas a la luz de forma controlada, de modo que pueden comenzar a tratarse. Esto evita que alguna patología pueda hacer aparición en un entorno no controlado como puede ser una prueba deportiva, reduciendo así el riesgo de complicaciones.
La prueba de esfuerzo como un medio para entrenar mejor
Pero la prueba de esfuerzo no solamente nos sirve para descartar determinadas patologías: al realizarse la ergometría, que incluye un análisis de gases y electrocardiograma continuo con el que se mide el funcionamiento del corazón en carrera, en los resultados obtenemos información importante para los deportistas y que puede ayudarnos, entre otros, a fijar nuestras zonas de entrenamiento.
Quizás estéis pensando que "mi pulsómetro ya me dice cuáles son mis zonas de entrenamiento". Correcto, pero por normal general los pulsómetros o las aplicaciones móviles realizan ese cálculo basándose solamente en algunos de los datos que nosotros les proporcionamos, como por ejemplo la edad o el peso. Una prueba de esfuerzo, en la que se evalúan los resultados de forma personal y con unos medios mucho más técnicos siempre nos ofrecerá unos resultados más acertados y cercanos a la realidad.
Así, una prueba de esfuerzo nos ofrece datos personales interesantes para el entrenamiento como nuestra frecuencia cardíaca máxima, nuestro consumo máximo de oxígeno, nuestro umbral aeróbico y anaeróbico y dónde se encuentran las distintas zonas de entrenamiento.
¿Cómo aplico los resultados de la prueba de esfuerzo a mi entrenamiento?
Lo más interesante de los resultados de la prueba de esfuerzo es que podemos aplicarlos desde el primer día en nuestro entrenamiento. Ya en el mismo momento en que nos entreguen los resultados, el médico encargado de nuestra prueba nos entregará con ellos un informe en el que se interpretan las mismas, diciéndonos qué es lo que debemos trabajar más para mejorar nuestra condición física general.
El hecho de conocer dónde se encuentran nuestras diferentes zonas de entrenamiento (y actualizar las medidas en nuestro pulsómetro o en la aplicación móvil que utilicemos a la hora de entrenar) nos facilitará saber en qué rango de pulsaciones debemos movernos cuando nos toque hacer un tipo determinado de entrenamiento.
Por ejemplo, si en mi planning de entrenamiento me dice que tengo que hacer 90 minutos de carrera continua en mi zona aeróbica, gracias a la prueba de esfuerzo yo sé que tengo que moverme entre las 146 y 160 pulsaciones por minuto, y acelerar o frenar la marcha para conseguir mantenerme en ese rango. De este modo nos aseguraremos de que nuestros entrenamientos son lo más efectivos posible.
¿Tengo que hacerme una prueba de esfuerzo cada nuevo curso?
Es recomendable, aunque no obligatorio. Sobre todo es recomendable por cuestiones de seguridad, para saber que continuamos sin tener ninguna posible patología que pueda ponernos en peligro. Pero también es recomendable porque después de un año de entrenamiento es muy posible que los valores de nuestras zonas de entreno, así como de nuestro volumen máximo de oxígeno, hayan cambiado (seguramente hayan mejorado).
Aunque en España no suele ser obligatorio presentar una prueba de esfuerzo al realizar la inscripción a una carrera, en otros países sí que viene siendo una práctica habitual
En España todavía es poco frecuente que en las carreras se solicite una prueba de esfuerzo por parte del corredor para asegurar una participación sin riesgos en la misma (y me imagino que también como descargo de responsabilidad en el caso de que ocurriera algo en plena carrera), pero en el extranjero sí que es una práctica habitual el hecho de pedir una prueba de esfuerzo reciente a los corredores al formalizar la inscripción a la carrera.
Como habéis visto, una prueba de esfuerzo puede ser muy útil, tanto en materia de prevención como para mejorar nuestros entrenamientos, y el principio de curso es un buen momento para animarnos a realizarla.
Imágenes | Last Lap, iStock
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