El frío del invierno es un inconveniente para aquellas personas que tienen la piel sensible, y es que esta característica dérmica puede ser un molesto inconveniente que además de limitar la exposición de estas personas al frío o el calor, puede ser la causa de enfermedades de la piel.
Mucha más gente de la que pensamos tiene la piel demasiado sensible. Normalmente esta característica no debería traernos más consecuencias siempre y cuando cuidemos su estado. En contra de lo que muchos piensan, una higiene excesiva y las duchas y baños en agua demasiado caliente son alguno de los culpables de que suframos una piel sensible. Aunque una vez que nuestra piel lo es, es importante evitar que sufra daños producidos por el ambiente.
Normalmente la piel sensible tiende a ser más fina y delicada que el resto de pieles. Es habitual que las personas que tienen una piel sensible desarrollen enfermedades dérmicas como dermatitis, alergias varias, eccemas o cuperosis debido a la presencia de capilares enfermos que dan a nuestra piel una apariencia rojiza y llena de marcas. Este es uno de los principales daños que suele aparecer en las pieles sensibles que no se tratan adecuadamente.
Con el paso de los años y sin mantener un especial cuidado de la piel la exposición al frío y al calor así como al resto de fenómenos ambientales tales como la lluvia, el viento, o algunos accidentes ambientales como la contaminación, pueden hacer que nuestra piel acabe por sufrir lo que se conoce como eritrosis que consiste en el enrojecimiento de diferentes zonas que a la larga puede causar ruptura de los vasos capilares y provocar las antiestéticas venillas que se ven a través de la piel.
Para solucionar las consecuencias que el ambiente puede tener en nuestra piel solamente hay que seguir una serie de recomendaciones como mantenerla siempre protegida del exterior, para ello es importante utilizar cremas protectoras con filtros solares que la aíslen de los fenómenos meteorológicos. Además, es importante evitar los lugares demasiado calientes y húmedos que resecan la piel y pueden dañarla en extremo.
La alimentación es importante, ya que es primordial reforzar la piel desde dentro. Una buena forma de hacerlo es aumentando la ingesta de vitaminas como la A o la C que ayudan a fortalecer la dermis y prevenir lesiones. Algo que debemos evitar es la ingesta abusiva de bebidas alcohólicas y comidas demasiado condimentadas o especiadas, así como el picante.
En cuanto a la higiene, es esencial no maltratar la piel con jabones agresivos. Lo ideal es usar productos indicados para pieles sensibles que tenemos que aplicar suavemente sobre la piel y retirarlos de la misma manera sin irritarla. Lo mismo sucede con las cremas hidratantes, es importante que sean suaves e indicadas para pieles delicadas. Si están enriquecidas con vitaminas es mucho mejor para aumentar la resistencia de la piel.
Mantener una piel delicada en perfecto estado no es tan complicado, y es que simplemente es necesario seguir unos cuidados específicos que seguramente conseguirán mejorar la salud de la piel y su apariencia.
Imagen | Gettyimages
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