De cara al verano y a lucir palmito en la playa siempre reparamos en nuestro cuerpo y su peso, pero casi nunca solemos prestar atención a la piel y su preparación para los meses en los que se va a ver expuesta a constantes sesiones de sol. Esta nueva situación es en muchos casos un trauma para la piel que no reacciona de la forma correcta, ya que puede enrojecerse, causarnos molestias, ofrecer diferentes tonos de coloración... Para evitarlo es importante que nos pongamos manos a la obra cuanto antes.
La piel es una parte viva formada por células. Muchas de estas al morirse con el paso del tiempo se acumulan en su superficie dejando de realizar las funciones específicas de las mismas. Esto es lo que hace que aparezcan muchas manchas y demás problemas de coloración a la hora de tomar el sol. Para evitarlo es importante que realicemos exfoliaciones previas al verano para eliminar estas células y conseguir que el bronceado sea más uniforme, evitando la aparición de manchas. Además de preparar la piel, mientras nos expongamos al sol tenemos que poner las medidas necesarias para protegerla. El uso de protectores solares es fundamental.
Junto al cuidado de la piel debemos prestar especial atención a la alimentación, ya que es fundamental nutrir la piel desde dentro. Es importante hidratarla correctamente con la ingesta de líquidos y vitaminas que además nos ayuden a protegerla de los efectos que las radiaciones solares pueden tener sobre ella. Frutas como los cítricos, la sandía, el melón, la zanahoria... son un perfecto aliado, lo mismo que los alimentos ricos en omega-3. Eso sí, no debemos abusar del sol si no queremos que nuestra piel sufra las consecuencias.
Imagen | vancanjay
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