En unos días nos metemos en septiembre y muchos de nosotros comenzaremos a planificar nuestra lista de propósitos y objetivos para el nuevo curso. Uno de los propósitos más repetidos suele ser el de ponernos a dieta e intentar perder algo de peso y ponernos en forma. El problema de este tipo de objetivos es que no siempre es sencillo cumplirlos y podemos llegar a necesitar ayuda.
Especialmente en el caso de las dietas y el proceso de adelgazamiento, pueden aparecer algunos problemas difíciles de solucionar por nosotros mismos. Para empezar, intentar adelgazar puede provocar cierto estado de ansiedad y tensión, pérdida de la motivación si no conseguimos resultados rápidos e incluso problemas de confianza en nuestras capacidades. Por ello, acudir a un nutricionista que nos ayude es una muy buena idea, pero no solo eso, sino que profesionales como los psicólogos pueden también ser de gran ayuda.
Cómo puede ayudarte un psicólogo en tu proceso de adelgazamiento
Según la Asociación Americana de Psicología (APA) indica, la ayuda de un psicólogo puede ser un punto clave a la hora de conseguir perder peso o simplemente de controlarlo. Según estos profesionales, no solo se trata de comer menos y hacer más ejercicio, sino que puede ser necesaria una comprensión más profunda de los pensamientos y las conductas que nos acaban llevando a la ganancia de peso, de manera que podamos controlarlos y ahí es dónde entraríamos los psicólogos.
El psicólogo buscará conocer tu historial
Un profesional de la psicología, en las primeras sesiones con él, buscará conocer nuestro historial. Pero no solo el médico, o nuestros gustos alimenticios, sino que que querrá saber cuáles son tus expectativas en cuanto a control del peso, en qué nivel de estrés estás en este momento, si tienes un grupo social en el que apoyarte o no, etc.
No solo eso, sino que querrán conocer tus hábitos de alimentación, tu actitud hacía la comida, hacía tu imagen corporal y lo que supone para ti la pérdida de peso de manera que puedan saber si hay algo que te esté complicando la pérdida de peso.
Deshacerte de creencias erróneas
Muchos de nosotros hemos crecido con creencias erróneas, anticuadas o basadas en mitos, sobre la alimentación. El problema es que estas creencias están tan instaladas en nuestras vidas - y a veces en la sabiduría popular - que resulta difícil reconocer si son falsas o no y retirarlas de nuestras vidas.
Un psicólogo te ayudará a reconocer cuáles son esas creencias en tu caso particular e intentar deshacerte de ellas, de manera que no boicoteen tu pérdida de peso.
Reconocer si utilizas la comida de manera poco adaptativa
En algunos casos, el uso de la comida puede tapar otro tipo de problemas. O simplemente es que hemos aprendido a utilizarla de una manera poco saludable y adaptativa - por ejemplo, para lidiar con el estrés o cuando estamos tristes-. Por ello, un psicólogo te ayudará a reconocer cuáles son las creencias y comportamientos poco adaptativos que tienes en cuanto a la comida.
Además, te ayudará a reconocer si existe algún mecanismo en ti que provoque tus elecciones de comida poco saludable y te ayudará a trabajarlos e intentar superarlos.
Aprender técnicas útiles para reconocer si vas por el buen camino
Los profesionales de la psicología podrán enseñarte técnicas de automonitoreo, nuevas estrategias para lidiar con con el estrés o con las situaciones que en otro momento podrían provocar que acudas a la comida poco saludable.
Además de esto, nos ayudarán a no ponernos demasiadas metas al mismo tiempo, sino a ir cambiando poco a poco diferentes situaciones de una en una, de manera que no cree frustración al intentar abarcar demasiado y no conseguirlo.
Algunos consejos que nos da la Asociación Americana de Psicología
El APA nos ofrece algunos consejos para que tengamos en cuenta si estamos intentando adelgazar por nuestra cuenta y, por cualquier cosa, no queremos o podemos buscar la ayuda de profesionales.
Registrar nuestras conductas: mantener un registro de las comidas y de los pensamientos y sentimientos que esta nos provoca, antes, durante y después de las comidas nos puede ayudar a entender y observar nuestro comportamiento. Además, nos podrá dar una visión de qué relación tenemos con la alimentación.
Monitorear nuestro nivel de actividad: no solo el ejercicio físico que hacemos, sino el tiempo que estamos activos o el grado de actividad que tenemos. Por ello, por ejemplo, podemos utilizar un podómetro para medir cuántos pasos damos al día en realidad.
Identificar factores que asociemos con la comida: en ocasiones asociamos algunas conductas o situaciones con la comida. Esto, por ejemplo, le pasa a los fumadores que asocian tomar café con fumar. Podemos haber asociado sin querer alguna situación con tener que comer y cada vez que nos encontremos en esa situación querremos comer. Identificar estas situaciones (por ejemplo, reuniones con amigos) nos ayudarán a intentar romper la asociación.
Reconocer nuestros sentimientos: debemos intentar aprender a reconocer si estamos comiendo porque tenemos hambre de verdad o porque estamos aburridos, tristes o ansiosos. De esta manera estaremos dando el primer paso para conseguir no comer si no estamos hambrientos y de encontrar otras técnicas más adaptativas para lidiar con el aburrimiento o el estrés.
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