De todos los tipos de dietas que circulan tanto por internet como por el boca a boca, el de las dietas disociadas es uno de los más conocidos. Aunque existen distintas variantes, su principio básico es siempre el mismo: no mezclar distintos tipos de nutrientes en una misma comida.
Las premisas de las dietas disociadas
Estas dietas dividen los alimentos en tres grupos:
1. Alimentos glúcidos, que son aquellos con un alto contenido en hidratos de carbono, como los cereales, las harinas, el arroz, las patatas, la pasta, los dulces o el chocolate.
2. Alimentos proteicos, como el pollo o la carne de ave, así como otras carnes, pescados, legumbres, lácteos y frutos secos.
3. Alimentos neutros, como las verduras, las grasas vegetales, la mantequilla o las carnes y pescados crudos o ahumados.
Según la base teórica, el sistema digestivo no está bien preparado para procesar los tres tipos a la vez, y por eso colapsa y almacena el azúcar en el cuerpo, que más tarde se convierte en grasa y es lo que nos hace engordar.
Para evitarlo, simplemente habría que asegurarse de no mezclar varios de estos nutrientes en una sola comida. En concreto, los gúcidos y los proteicos, pero sí es posible mezclar cada uno de ellos con los neutros. Esto ayudaría a que el sistema digestivo se centre en uno de ellos cada vez y los procese adecuadamente, evitando que engordemos.
¿Tiene alguna base científica la dieta disociada?
Con todas las evidencias disponibles hasta ahora, la respuesta es que no, no hay ninguna base científica en la dieta disociada. Vayamos por partes.
Para empezar, no hay alimentos que contengan solamente un tipo de nutrientes, todos son una mezcla en distintas proporciones. Por ejemplo, las legumbres tienen una alta concentración de proteínas, pero también son ricas en hidratos. Es decir, que por mucho que nos empeñemos en disociarlos, es imposible conseguirlo del todo y eso ya estaría dando al traste con la supuesta base de esta dieta.
Además, no es cierto que el sistema digestivo no pueda procesar a la vez distintos tipos de nutrientes. Es cierto que las enzimas de la digestión son de distintos tipos y cada una actúa sobre unos nutrientes diferentes, pero todas actúan combinadas para procesar los alimentos. En algunos casos, algunas personas pueden no generar suficientes enzimas de un tipo o de otro, pero no es lo habitual.
Para terminar, no hay evidencias de que comer separando los nutrientes adelgace. En el blog Lo que dice la ciencia para adelgazar, Luis Jiménez recoge un estudio, uno de los pocos serios hechos al respecto, en el que se dividió a los participantes en dos grupos y a ambos se les dio de comer los mismos alimentos, a uno mezclando nutrientes y a otro disociándolos. El resultado fue que los del segundo grupo no presentaban ninguna ventaja respecto a los de la primera, ni en cuanto a pérdida de peso ni en cuanto a mejora de la salud.
¿Por qué hay gente a la que le funciona la dieta disociada?
A pesar de su falta de base científica, no falta gente que asegura haber perdido peso siguiendo esta dieta. Aunque eso no es una demostración sólida de su eficacia, hay quien lo utiliza como argumento a su favor. Pero lo cierto es que esto normalmente tiene otras explicaciones que nada tienen que ver con la eficacia de la dieta.
Por un lado, es importante señalar que además de imponer la disociación de los nutrientes, normalmente al empezar esta dieta se impone una importante restricción calórica y que se dejen de tomar alimentos con mucho azúcar o con mucha grasa, como en prácticamente todas las dietas y en los patrones de alimentación saludables.
Es decir, que esos primeros kilos que se pierden no tienen tanto que ver con ingerir los nutrientes por separado como por eliminar importantes fuentes de calorías poco saludables, igual que se hace en cualquier otra dieta.
Por otro lado, es verdad que al obligarte a disociar los nutrientes el acto de comer puede ser más consciente, y a veces también más aburrido y tedioso. Eso hace que muchas personas cambien sus hábitos de alimentación y sean más cuidadosos o coman menos, por lo menos al principio, y eso puede repercutir en una bajada de peso.
El problema llegará, como siempre ocurre, si la dieta se plantea como un sprint para bajar mucho peso en poco tiempo y luego se abandona volviendo a los antiguos hábitos, momento en el que lo más probable es que se recupere todo el peso perdido.
Seguir una dieta disociada, ¿bueno o malo?
En principio, seguir una dieta disociada no supone ningún peligro para la salud si no tenemos ninguna enfermedad o patología previas.
A diferencia de lo que ocurre con otros métodos milagrosos para adelgazar, en esta dieta no se eliminan grupos de nutrientes que son necesarios para que el organismo funcione correctamente, y de hecho, apuesta por un equilibrio que es necesario y que puede ser beneficioso.
Pero es que esa no es la cuestión: la pregunta correcta es ¿por qué seguir una dieta disociada? Y la respuesta sería que no hay ninguna razón para hacerlo: es una forma caprichosa de decirnos cómo debemos comer sin que haya ninguna evidencia de que eso tenga beneficios concretos.
Además, hay que tener en cuenta que la dieta disociada establece las mismas normas para todo el mundo, sin atender a particularidades de salud, peso actual y peso deseable, estilo de vida, etc, cosas que son importantes cuando queremos perder peso.
Por esos motivos, aunque seguir una dieta disociada en principio no supone un riesgo para la salud, tampoco supone ninguna ventaja. Siempre será mejor si queremos adelgazar acudir a un dietista-nutricionista titulado que nos ayude a adoptar mejores hábitos teniendo en cuenta nuestras circunstancias personales y basándose en criterios científicos.
Este artículo fue originalmente publicado por Rocío Pérez en noviembre de 2017 y ha sido revisado para su republicación.
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En Vitónica | ¿Se adelgaza con las dietas disociadas?
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