No hay año en que las dietas no sean una de las búsquedas más habituales que hacemos. Este 2019 ha habido siete dietas que han sido especialmente buscadas y que han generado más curiosidad que nunca. Analizamos cuáles son esas dietas y si realmente pueden ayudarnos o no a perder peso.
Dieta cetogénica o keto
La dieta cetogénica es una de las más buscadas durante el último año y es que, a pesar de ser muy conocida, puede resultar ligeramente complicada de llevar a cabo. La premisa de esta dieta es reducir al máximo el consumo de carbohidratos y sustituirlos preferiblemente por proteínas.
Con esta reducción de los carbohidratos se pretende alcanzar el estado conocido como cetosis, en la que se producen cuerpos cetónicos que actúan como fuente de energía a falta de hidratos. El cuerpo hace un gran gasto de lípidos, produciendo una gran quema de grasas.
Efectivamente, esta dieta funciona a la hora de perder peso. Sin embargo, debemos tener en cuenta que se trata de una dieta complicada de seguir, que puede traer complicaciones y que no está recomendada para todo el mundo.
En primer lugar, mantenerse en cetosis es muy complicado: es sencillo salir de ella sin casi darnos cuenta. Pero es que también es fácil que nos excedamos y acabemos pasando de la cetosis a la cetoacidosis que puede generarnos mareos, mal aliento, malestar o fallos musculares, etc. Por eso se recomienda que si hacemos esta dieta estemos controlados por un nutricionista o médico que nos pueda asesorar.
Se trata de una dieta que está especialmente recomendada en casos de obesidad y cuando se busca definir en el gimnasio. Además, se trata de un tipo de dieta desaconsejada en el caso de que padezcamos diabetes o alguna enfermedad metabólica.
Dieta atlántica
Una de las dietas más buscadas este año es la dieta atlántica. Se trata de una dieta que se basa en la alimentación propia del norte de Portugal y de Galicia y que se presenta como una alternativa igualmente saludable a la dieta mediterránea.
Esta dieta se basa en el consumo de alimentos de temporada, frescos, locales y con bajo procesamiento, un importante consumo de pescados y marisco varias veces a la semana, alto consumo de alimentos de origen vegetal, fruta, legumbres, hortalizas, frutos secos, cereales integrales, etc.
También se anima al uso de aceite de oliva virgen extra como grasa principal, además de incentivar el consumo de lácteos, ingesta reducida de carne, aumento del consumo de agua, además de cocinar guisando o a la brasa. Se trata de una dieta que puede ayudarnos a perder peso ya que reduce el consumo de ultraprocesados y de azúcares añadidos.
Dieta détox
Cada cierto tiempo al año - a principio de curso, después de navidades, antes del verano - vuelven a aparecer con fuerza las dietas détox promoviendo la eliminación de toxinas por medio del consumo de zumos y batidos durante cierto tiempo limitado.
La idea es que por medio del consumo de estos zumos conseguiremos limpiar nuestro organismo y desintoxicarnos. La realidad es que no hay ninguna evidencia científicamente que encuentre que este tipo de dieta sea efectiva.
Para empezar, debemos tener en cuenta que nuestro organismo no necesita ser desintoxicado ya que no tenemos toxinas en nuestro cuerpo, sino desechos producidos por nuestro cuerpo. Nuestro organismo está perfectamente preparado, gracias al hígado y sistema digestivo, para eliminar esos desechos por sí mismo.
Lo que sí pueden conseguir estas dietas es estresar a nuestro organismo por su carácter restrictivo además de poder generar un gran efecto rebote.
Ayuno intermitente
Lo primero que debemos tener en cuenta es que el ayuno intermitente no es una dieta como tal, sino un protocolo de alimentación. Más allá la realidad es que, efectivamente, seguir este protocolo de alimentación puede ayudarnos a perder peso.
La idea de este tipo de protocolos de alimentación es que reduzcamos el número de comidas que hacemos y que estén concentradas en menos tiempo. De esta manera es más sencillo que no nos pasemos del número de calorías recomendable para nuestras necesidades.
Eso sí, cuando iniciemos un protocolo de alimentación como el ayuno intermitente es importante que lo panifiquemos correctamente - preferiblemente con ayuda profesional - ya que es importante que sigamos un plan que nos funcione y que podamos mantener de manera continuada.
Además, debemos recordar que elijamos el tipo de ayuno que elijamos - 16/8, 20/4 o de 24 horas en días alternos - debemos cumplir con nuestras necesidades calóricas y tener en cuenta los alimentos que consumimos, evitando ultraprocesados y comiendo lo más fresco posible.
Dieta DASH
En este caso estamos hablando de un régimen alimenticio que está especialmente diseñada para controlar la hipertensión arterial. Sin embargo, se ha encontrado que también puede ser efectiva para ayudarnos a perder peso, además de ser beneficiosa en casos de problemas metabólicos como la diabetes.
Se trata de un estilo de alimentación que promueve el consumo de cereales integrales, legumbres, frutas, verduras, lácteos desnatados y carnes magras - concretamente de pescado y aves -. La idea con esta dieta es que consumamos de forma mayoritaria alimentos frescos.
Dieta mediterránea
La dieta mediterránea también es una de las más buscadas durante este año. Lo primero que debemos tener en cuenta es que la dieta mediterránea bien hecha sí que puede ayudarnos a perder peso.
Pero para ello debemos comenzar a des-occidentalizar la dieta, eliminando de ella los ultraprocesados, snacks, aceites poco saludables, bollería, etc., que hemos ido añadiéndole poco a poco.
La dieta mediterránea que nos ayuda a perder peso es la original, que promueve la alimentación de vegetales y frutas de temporada, una buena cantidad de grasas monoinsaturadas - como las de aceite de oliva -, reducción del consumo de carne, y aumento de nuestra actividad física.
De esta manera sí que estaremos hablando de una dieta que nos ayude a perder peso y mejore el estado de nuestra salud.
Dieta disociada
Si hay un tipo de dieta que cada año vuelve con fuerza y que se ha dividido en otras dietas esa es la dieta disociada. La idea detrás de ella es separar los diferentes alimentos en grupos en base a sus nutrientes y consumirlos sin mezclarlos ya que resultarían incompatibles.
Para ello se distinguen cinco grupos: verduras y hortalizas, frutas, grasas, hidratos y proteínas. También se pueden dividir en tres grupos: glúcidos, proteicos y neutros. Sea como sea, la idea es no mezclar estos grupos, o mezclarlos siguiendo unas reglas muy complejas. Dentro de los grupos tampoco se puede mezclar, por ejemplo, varias frutas son incompatibles.
En teoría esto se hace porque nuestro cuerpo no estaría preparado para metabolizar varios macronutrientes a la vez. Sin embargo, uno de los problemas principales de esta dieta es que los alimentos no suelen estar formados por un único macronutriente y en la mayoría de los casos encontramos varios tipo de nutrientes.
La realidad es que nuestro cuerpo y las enzimas encargadas de participar en la digestión no tienen ningún problema para procesar diferentes macronutrientes y que no se ha encontrado ninguna evidencia de que la dieta disociada presente ningún efecto positivo en comparación con otras dietas o estilos de alimentación.
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