El cáncer es una de las enfermedades más temidas del siglo XXI. A pesar de que cada vez hay más avances en su detección y tratamiento, existe un alto número de personas que mueren por esta alteración metabólica, y otro número importante que sobreviven a ella, pero con secuelas. El ejercicio físico es una herramienta fundamental para prevenir y tratar el cáncer, así como para volver a recuperar la fuerza y la resistencia previa a la enfermedad. ¿Qué tipo de entrenamiento nos interesa más, el prolongado y de baja intensidad o el corto y de alta intensidad?
Entrenamiento de alta intensidad (HIIT) y cáncer
El cáncer es una de las principales causas de mortalidad, siendo actualmente la tasa de supervivencia de los pacientes con cáncer bastante mayor que tiempo atrás. Por tanto, es fundamental seguir mejorando esa tasa de supervivencia y la consiguiente recuperación y calidad de vida futura de dichos supervivientes de cáncer.
Este tipo de enfermedad no es como otras muchas que pasan y no dejan apenas secuelas. El cáncer tienen un riesgo importante de muerte por enfermedades cardiovasculares y de bastantes alteraciones metabólicas derivadas de dicho cáncer.
Uno de los principales problemas que acarrea esta enfermedad es el desacondicionamiento físico, siendo evidente la pérdida de masa muscular, fuerza y aptitud cardiorrespiratoria. Es fundamental y urgente modificar el sedentarismo habitual de los pacientes de cáncer, aunque resulta complicado en ciertos momentos por la fatiga intrínseca del tratamiento oncológico.
Asociación entre aptitud cardiorrespiratoria y tasa de supervivencia
La evidencia científica ha demostrado una asociación negativa entre el nivel de aptitud cardiorrespiratoria y la mortalidad en los sobrevivientes de cáncer. Eso quiere decir que el entrenamiento aeróbico a lo largo de toda la vida podría protegernos (siempre con muchos matices) si nos encontramos de bruces con esta enfermedad.
El entrenamiento de resistencia, junto con el de fuerza, son una intervención segura y eficaz para mejorar la aptitud cardiorrespiratoria y la masa muscular, lo que será vital a la hora de prevenir y tratar el cáncer. Además, el entrenamiento físico mejora la fatiga, la ansiedad y los síntomas depresivos durante y después del tratamiento frente al cáncer.
¿Entrenamiento de alta o baja intensidad para el cáncer?
La inclusión de ejercicio durante el tratamiento del cáncer ha mostrado mejores resultados cuando se usó una intensidad alta en comparación con una intensidad baja-moderada. Un entrenamiento de tipo HIIT (entrenamiento interválico de alta intensidad) es seguro en este tipo de pacientes, y aunque puede chocar de primeras, lo es también en pacientes con patología cardiaca.
El entrenamiento tipo HIIT presenta también una mayor adherencia que las sesiones prolongadas en el tiempo de baja o moderada intensidad, lo que es fundamental para evitar el abandono. Por lo tanto, implementar HIIT en pacientes con cáncer o sobrevivientes de cáncer puede ser una opción terapéutica adicional adecuada.
La última revisión de la literatura científica
Según la última revisión que engloba la literatura científica publicada hasta la fecha, el HIIT es una herramienta muy interesante en los pacientes con cáncer o supervivientes de esta enfermedad. Tiene los mismos o más beneficios que un entrenamiento de mayor tiempo y menor intensidad, pero muestra más adherencia.
Las personas que cursan o superan el cáncer tienen un riesgo futuro mayor de enfermedades cardiovasculares. Gracias a las sesiones de HIIT se pueden disminuir significativamente dichos riesgos, por lo que es igual de importante entrenar durante la enfermedad, como después de ella.
El HIIT ha demostrado un aumento de un 13% de la aptitud cardiorrespiratoria y una mejor calidad de vida en los sobrevivientes de cáncer que han pasado por quimioterapia. No solamente es importante la mejora, sino evitar el empeoramiento.
Pueden darse casos donde no sea viable el HIIT. En esas circunstancias utilizaremos entrenamientos prolongados de menor intensidad. Aunque parece tener menos beneficios y un mayor abandono, deberemos adaptar el entrenamiento a cada sujeto.
Parámetros para elaborar un HIIT en pacientes y supervivientes de cáncer
Frecuencia semanal de entrenamiento
Según la literatura actual, una frecuencia de tres veces por semana parece lo adecuado en esta población. El HIIT suele recomendarse una o dos veces máximo en atletas de élite, pero la población que cursa o ha pasado un cáncer no se acercará a las intensidades reales de un HIIT de élite. Por esta razón, pueden entrenar varias veces por semana, ya que un HIIT en estos sujetos será un entrenamiento de baja intensidad para otros.
Intensidad. Ratio trabajo/descanso
A la hora de programar cada intervalo debemos buscar una intensidad de trabajo superior al 80% del VO2máx o al 80% de la frecuencia cardiaca máxima. El tiempo de descanso será igual o el doble del tiempo de trabajo, es decir que si el trabajo es durante un minuto, el descanso deberá ser de uno a dos minutos.
Tiempo de cada sesión y del programa
Cada sesión tendrá una duración de unos 30 - 40 minutos como máximo, incluyendo el calentamiento. Para que sea eficaz deberemos entrenar durante más de cuatro semanas, siendo preferible alcanzar 12 semanas de entrenamiento para ver más resultados.
Una vez transcurrido ese tiempo, seguiremos entrenando de manera normal, incluyendo las sesiones de ejercicio físico en nuestra rutina durante toda la vida. Entrenar cuando uno tiene salud es importante para no perderla, entrenar cuando uno pierde la salud es fundamental para intentar recuperarla y no volver a perderla.
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