Hace años existía la falsa creencia, o al menos el internet de aquel entonces así lo simplificaba, de que existían dos tipos de hipertrofia diferenciados y que eran exclusivos de un tipo de entrenamiento u otro.
Se hablaba de cómo la hipertrofia sarcoplasmática era la propia de culturistas y de cómo esta no era funcional, es decir, que no aportaba nada a la fuerza muscular. Por otra parte, se decía a su vez que la hipertrofia sarcomérica era propia de atletas de fuerza como powerlifters o halterófilos y que, en esta ocasión, sí que favorecía el desarrollo de la fuerza.
En este artículo, con algo de nostalgia hacia aquella inocente época, te explicamos qué son la hipertrofia sarcoplasmática y sarcomérica y sobre todo, qué no son.
¿Qué es la hipertrofia sarcomérica y qué es la hipertrofia sarcoplasmática?
Antes de hablar de las diferencias de los conceptos "sarcoplasmático" y "sarcomérico" debemos hablar del significado de la palabra hipertrofia.
Hipertrofia hace referencia al crecimiento o desarrollo en tamaño de algo, en este caso del miocito, es decir, de la célula muscular presente en sus fibras.
Cuando hablamos de hipertrofia sarcoplasmática hacemos referencia al crecimiento de los elementos no contráctiles de la célula muscular, es decir, aquellos que no participan en la contracción muscular. Estos elementos incluyen plasma, hemoglobina o iones de calcio.
Por otra parte, cuando hablamos de hipertrofia sarcomérica nos referimos al crecimiento de los elementos contráctiles, aquellos que definitivamente sí contribuyen de forma directa a la contracción muscular. Hablamos de las proteínas actina y miosina cuyo entrecruzamiento y deslizamiento provocan la contracción.
¿Qué no es la hipertrofia sarcomérica y qué no es la hipertrofia sarcoplasmática?
Como decíamos al comienzo del artículo, de forma errónea se solía entender que la hipertrofia sarcoplasmática era exclusiva de culturistas y del entrenamiento que estos hacían (alto volumen de trabajo). Es más, hace años hubo una época en la que incluso se afirmaba que ese tipo de entrenamiento no era funcional y que solo aportaba ganancias musculares temporales, ya que todo lo ganado "era agua".
Por otra parte, de la hipertrofia sarcomérica se decía lo contrario, que era "la buena" la que implicaba ganar músculo "real" y la que permitía por lo tanto ganar fuerza.
Para enfrentar a culturistas y powerlifters estas diferenciaciones estaban muy bien, pero fisiológicamente no tienen sentido alguno puesto que la contribución que hacen la hipertrofia sarcoplasmática y sarcomérica a la hipertrofia total es proporcional, independientemente de esta última. Dicho de otra manera, cuando se da un incremento en el diámetro de las fibras musculares (sarcómeros), el sarcoplasma aumentará en la misma proporción.
Es más, si aumentara de forma desproporcionada el sarcoplasma en relación a las proteínas miofibrilares, sería un completo caos celular puesto que aumentarían las distancias como para que las reacciones químicas fueran eficientes. Perderíamos completamente la eficiencia celular y eso, por suerte, es algo que no se da en la realidad.
A modo de resumen, cuando entrenamos y ganamos masa muscular, la hipertrofia que sufrimos tanto de un tipo como de otro mantiene una proporción. Digamos que una proporción de 80:20 (sarcómero:sarcoplasma). Es cierto que podemos forzar un poco la proporción a favor del sarcoplasma si por ejemplo hacemos una carga de hidratos, de sodio o de creatina o incluso si nos dedicamos a buscar una congestión brutal en el músculo a base de hacer una cantidad abismal de trabajo en el gimnasio pero sería algo transitorio que se disiparía en las siguientes 24-72 horas.
En Vitónica | Para ganar músculo no todo es entrenar: así influye cuánto y cómo duermes
En Vitónica | Hipertrofia y masa muscular: necesitamos siempre recurrir a suplementos o podemos conseguirlo de forma natural
Imágenes | iStock