La práctica de deporte es beneficiosa en todas las edades. Desde los más pequeños de la casa, hasta los adultos mayores, todos nos beneficiamos de incluir ejercicio físico en nuestra vida. Sin embargo, en el caso de los niños y adolescentes, las actividades físicas habituales se refieren a la práctica de deportes colectivos.
Pero surgen dudas cuando nos adentramos en otras actividades físicas como el entrenamiento de fuerza: ¿a partir de qué edad pueden empezar a ir al gimnasio? ¿y a levantar pesas? De hecho, existen hasta mitos que aseguran que entrenar fuerza en edad de crecimiento puede frenar dicho crecimiento. Desde luego, en la actualidad sabemos que esto no es para nada verdad. No existen evidencias científicas de que esto suceda y, al revés, sí que se sabe que puede favorecer el crecimiento de huesos y el desarrollo saludable de los mismos.
Qué edad es buena edad para empezar a entrenar la fuerza
Una revisión de 67 investigaciones diferentes, realizada en 2016 señala, precisamente, la alta recomendación que tiene el entrenamiento de fuerza en prepúberes y púberes. En esta revisión no solo señalan que la incidencia de lesiones es similar o menor al de otras prácticas deportivas durante esta edad, sino que "es altamente seguro si está correctamente supervisado por adultos cualificados que instruyen correctamente".
Este mismo estudio señala que es difícil indicar una edad apropiada para todos los niños y jóvenes para comenzar a entrenar la fuerza y que dependerá de su maduración biológica y competencia motriz. En cualquier caso señalan que "en general, en el momento que un niño esté capacitado para iniciarse en actividades deportivas (generalmente a los 7 u 8 años) también lo estará para poder comenzar con entrenamientos de fuerza", pero matizan que es importante que muestren la madurez emocional y psicológica suficiente para prestar atención y entender las indicaciones del adulto que les supervise.
Por dónde y cómo pueden empezar a entrenar fuerza
Para empezar, según señala esta investigación, puede ser adecuado realizar un examen médico previo, especialmente en niños que tengan enfermedades reconocidas o síntomas de alguna. Es importante, también, que nos aseguremos de que quién vaya a entrenar al niño o adolescente tenga la preparación y conocimientos adecuados.
Según esta investigación, se encuentran beneficios significativos y mejoras con el entrenamiento de fuerza realizando entre dos y tres sesiones semanales de entrenamiento en días no consecutivos. Para empezar se puede iniciar con una o dos series por ejercicio (iniciando con cargas inferiores o próximas al 60% de la 1RM y aumentando progresivamente hasta 70-85% 1RM ) y con la experiencia ir progresando hasta 3-4 series por ejercicio. Un entrenamiento de entre tres y ocho ejercicios es lo recomendado.
Siguiendo estas pautas, y teniendo muy claro que el mayor riesgo de lesión se debe a una supervisión incorrecta por parte de adultos inadecuadamente preparados, no habría ningún problema porque los adolescentes comiencen poco a poco a entrenar la fuerza. Más bien al contrario, puede suponerles grandes beneficios a corto y largo plazo.
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