En los últimos años se ha hablado mucho sobre el entrenamiento "funcional", y desde luego este tema ha generado mucho interés, pero, ¿sabes cómo puedes hacer que tu entrenamiento sea funcional?
En primer lugar, vamos a dejar claro que el entrenamiento funcional es aquel que mejora nuestro desempeño sobre las actividades que llevamos a cabo de manera diaria.
Por ejemplo, para un jugador de baloncesto, un entrenamiento funcional incluirá ejercicios que le ayuden a saltar más alto, mientras que para un velocista el entrenamiento estará orientado hacia la mejora de la velocidad.
Determina qué necesitas
El primer paso que se debe seguir a la hora de diseñar un entrenamiento funcional es determinar lo que necesita la persona que va a llevarlo a cabo.
En los ejemplos mencionados hemos comentado el caso de dos deportistas, pero sin embargo, en un adulto relativamente sedentario quizá lo que busquemos sea algo tan "simple" como la mejora de ciertos marcadores bioquímicos o como por ejemplo el hecho de que pueda cargar con las bolsas de la compra con más facilidad.
En el primer indicador estaríamos valorando algo cuantificable y bastante relevante de cara a su salud, y en el segundo caso estaríamos impactando positivamente sobre su calidad de vida. Eso es funcional.
Cada persona tendrá, por tanto, unas necesidades que tendremos que abordar al plantear un esquema de entrenamiento que le sirva para hacerles frente.
Examina de qué careces
Por lo general somos tan fuertes como lo es nuestro punto más débil, así que también puede ser una buena idea descubrir cuál es ese punto e intentar trabajar sobre él para que no nos limite.
En muchos ancianos, por ejemplo, la cadera tiende a romperse y esto les termina provocando caídas (y no al revés) que derivan en mucho tiempo de inactividad, con todas las consecuencias negativas que conlleva esto.
En ese caso concreto se ve muy claro que además de trabajar sobre las necesidades, un buen entrenamiento funcional también trabajar sobre las carencias de una persona.
Adapta todo esto a tu entrenamiento
Esta puede ser la parte más compleja, pero desde luego vale la pena.
Una vez que sepamos lo que necesitamos para mejorar nuestra calidad de vida, tenemos que llevar a cabo un entrenamiento que incluya acciones capaces de abordar esas necesidades.
En el caso del jugador de baloncesto será útil que incluyamos saltos pliométricos, cuartos de sentadilla, o elevaciones de talones, todo esto con el objetivo de aumentar la altura de sus saltos.
En el caso del velocista tendremos que practicar los drills de las salidas y tendremos que plantear series cortas pero de muy alta intensidad.
Y, finalmente, en el caso del anciano tendremos que determinar cómo podemos incluir ejercicios que le ayuden a trabajar los músculos de la cadera (hip thrust, puentes de glúteo...) y que le ayuden a transportar las bolsas de la compra (paseos de granjero, trabajo de agarre...).
En definitiva, diseñar un entrenamiento funcional no es algo complicado, pero sí que requiere un trabajo previo de valoración que es muy importante. Solo de esa forma podremos conocer lo que realmente necesitamos o lo que necesita nuestro cliente.
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