Dentro de las variables que tenemos que tener en cuenta a la hora de practicar natación, la respiración es algo en lo que debemos de reparar, y es que dependiendo de cómo la ejecutemos aguantaremos más o menos. Es importante que adquiramos un hábito y controlemos en todo momento el proceso respiratorio, ya que nos estamos desenvolviendo en un medio que no es el nuestro.
La respiración se compone de inhalación y exhalación del aire. Normalmente inhalamos por la nariz y exhalamos por la boca, pero a la hora de nadar esto varía un poco. La inhalación debe hacerse por la boca, y para ello tenemos que sacar la cabeza de vez en cuando para poder obtener aire. Es importante que se realice por la boca para evitar taponar los conductos respiratorios, pues casi siempre suele entrar algo de agua, que si entra por la nariz será molesto y nos puede causar un gran malestar afectando al rendimiento.
La exhalación normalmente es más lenta que la inhalación. Se realiza dentro del agua y se puede llevar a cabo por la nariz o por la boca, aunque en la mayoría de los casos se hace por la boca y se expulsa el aire poco a poco. Por la nariz se expulsa de forma más rápida y es recomendable en determinados momentos de la inmersión en los que queremos sacar el aire y eliminar el agua que hayamos podido tragar.
La exhalación debe ser completa para obtener más aire cuando inhalemos. Además, es importante que expulsemos el aire por la nariz cuando nos sumerjamos para evitar que entre agua a los orificios respiratorios entorpeciendo el rendimiento del ejercicio. A pesar de parecer sencillo es importante que coordinemos estos movimientos antes de realizar un ejercicio exhaustivo.
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