Igual que sucede en otros deportes o actividades, la práctica del Yoga no está exenta de la posibilidad de sufrir lesiones, sobre todo si no somos cuidadosos con la técnica o si no seguimos la progresión adecuada. Es importante, sobre todo al inicio, que seamos muy cuidadosos, que nos tomemos las cosas con calma y que, de ser posible, contemos con un profesional que nos guíe en nuestros primeros pasos en esta actividad.
Las lesiones más comunes del Yoga suelen estar relacionadas con la columna y el cuello al realizar posturas o asanas que requieren una hiperflexión o una hiperextensión de estas zonas del cuerpo. Del mismo modo, las articulaciones como las rodillas, las muñecas y los hombros también se encuentran expuestas al riesgo de sufrir lesiones.
A continuación te damos las claves para protegerte de forma eficaz frente a las lesiones y que la práctica del Yoga sea placentera y efectiva.
El dolor nunca es síntoma de una buena práctica de Yoga: ni de ninguna actividad en general. El dolor es una sensación desencadenada por el sistema nervioso mediante la cual nuestro organismo nos avisa de que algo no va bien. Dejemos atrás, también en Yoga, la creencia del no pain, no gain o de que sin dolor el esfuerzo no sirve de nada. Puedes llegar a sentir tensión en algún estiramiento, pero si sientes dolor debes parar inmediatamente.
Sé consciente de tu cuerpo y de tus movimientos: para evitar el dolor y para prevenir lesiones es muy importante que en actividades como el Yoga o el Pilates, donde trabajamos con amplios rangos de movimiento de las articulaciones, seamos muy conscientes de nuestro cuerpo y de cómo nos movemos. Es necesario que durante la clase nos concentremos en lo que estamos haciendo y no estemos pensando en lo que vamos a cenar esa noche. Debemos "estar presentes" en la clase, también con nuestra cabeza.
Progresa los diferentes movimientos: y, a raíz de esto, no intentes imitar a otras personas y deja de lado la actitud competitiva. Si es la primera vez que haces Yoga en tu vida es muy posible que no puedas realizar las posturas de equilibrio sobre la cabeza: no porque se lo hayas visto hacer a tu instagrammer favorito tú lo vas a poder hacer a la primera. Sé consciente de tus límites (que, seguro, se irán ampliando con el paso del tiempo) y progresa los ejercicios poco a poco. Si es necesario ayúdate de distintos materiales como las correas.
Complementa la práctica de Yoga con entrenamiento de fuerza: el entrenamiento de fuerza, aunque sea con tu propio peso corporal, siempre va a ser muy beneficioso para tu práctica de Yoga. Hay muchas posturas que pueden parecer sencillas (como el famoso perro boca abajo, por ejemplo) pero que exigen que tengamos una cierta fuerza en los hombros y los brazos. Si los trabajas en la sala o en tu casa con ejercicios de calistenia, eso que llevarás ganado.
Calienta de forma adecuada: muy importante a la hora de evitar ciertas lesiones, como pueden ser los desgarros musculares. Muchas de las posturas de Yoga nos exigirán realizar determinados estiramientos de nuestros músculos que no podemos realizar en frío, sino que nos exigirán un calentamiento previo adecuado. Con esto no suele haber problema en las clases dirigidas, en las que el instructor comienza con un calentamiento; pero si practicas en casa no te tires a la piscina haciendo, por ejemplo, la pinza de pie nada más salir de la cama por la mañana.
Paciencia, concentración y progresión son tres de las palabras clave que te ayudarán en tu práctica de Yoga. Aprovecha esta disciplina para saber hasta dónde puede llegar tu cuerpo, pero de una forma progresiva y segura, y evitando siempre las lesiones.
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