El sol puede traer muchos beneficios para el organismo, pero al mismo tiempo, debemos tener algunos cuidados a la hora de exponernos a sus radiaciones para preservar la salud de la piel, así como de nuestra vista.
Los ojos son muy sensibles a las radiaciones solares y por ello, para disfrutar del sol de verano, debemos tener algunas precauciones necesarias. En primer lugar, usar gafas que protejan ante los rayos UVA y evitar la exposición en las horas de más potencia solar, es fundamental para que la vista no sufra daños indeseados.
Cuando nos ejercitamos en la alta montaña, los riesgos son superiores a medida que aumenta la altura, por ello, usar gafas que verdaderamente bloqueen el 99-100 por ciento de los rayos UVA y sombreros de alas anchas es fundamental. Asimismo, no intentar mirar directamente el sol, ni con gafas puestas, es esencial para prevenir la influencia de las radiaciones en los ojos.
Por otro lado, cuidar la vista mediante una dieta rica en vitamina A, E y C es un válido recurso, ya que refuerza las defensas del ojo y retrasa su envejecimiento.
Asimismo, es importante no exponerse en las horas pico, aún cuando esté nublado, porque las radiaciones están y pueden dañar desde las mucosas, hasta la córnea, la mácula de la retina y otras partes del ojo.
Si se presenta inflamación del ojo, lagrimeo constante, irritación y sensación de molestia como si tuviéramos algo dentro, es importante acudir rápidamente a un médico oftalmólogo que evite daños mayores como consecuencia de los problemas oculares que puede generar el sol.
El sol puede ayudarnos a levantar nuestro estado de ánimo, sintetizar vitamina D por fotoconversión en nuestra piel e incluso, brinda una sensación de bienestar. Pero para que éstos beneficios no se opaquen por daños en la piel o en los ojos, debemos tener la protección necesaria para conservar la salud dermatológica así como visual.
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