El exceso de calor al que nos vemos sometidos en los meses de verano puede suponer un problema en nuestros entrenamientos. Muchos nos resistimos a cambiar el horario de los entrenamientos y su intensidad, pudiendo esto traer consecuencias por las altas teperaturas. Hay que tener en cuenta que este tiempo caluroso conlleva un trabajo extra de la termorregulación corporal, algo que consume mucha energía.
Este plus de esfuerzo que supone regular nuestra temperatura corporal mientras estamos entrenando con calor puede hacer que caigamos en una especie de sobreentrenamiento por falta de recuperación y sobreesfuerzo. Algunas de las consecuencias al entrenar con exceso de calor son la elevación de la frecuencia cardíaca, tanto en reposo como en esfuerzo, o la dificultad para conciliar el sueño.
Así mismo, la falta de hidratación cuando realizamos un esfuerzo físico, frecuente en los meses más calurosos del año, también puede afectar a nuestro organismo. No podremos rendir al máximo ni podremos entrenar a elevadas intensidades si no nos hidratamos bien; más aun si de un día para otro pasamos de entrenar de 20 a 30 grados.
Otra de las consecuencias de entrenar con calor son los temidos calambres, producidos generalmente por la alteración del equilibrio hidroelectrolítico. Tampoco podemos pasar por alto los síncopes o desmayos, peligrosos por conllevar una pérdida de consciencia, por eso nunca está de más ir a entrenar acompañado.
En definitiva, en estos días en los que estamos sufriendo cambios bruscos de las temperaturas debemos procurar evitar las horas de máximo calor y dedicarle especial atención a la hidratación y a la completa recuperación después de los entrenamiento.
El hecho de no tener en cuenta las señales que nos puede enviar nuestro cuerpo debido al exceso de calor puede conllevar no solo una pérdida de rendimiento, sino el poner en peligro el componente saludable de hacer deporte.
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