En los últimos años hemos comprendido que las horas de sueño son una inversión y no un gasto. Sin embargo, los quehaceres diarios, el estrés de la rutina y aspectos relacionados con el deporte como la ansiedad de la competición nos impiden un descanso pleno. ¿Cuántas horas tiene que dormir un deportista? ¿Qué podemos hacer para llegar a ese número mínimo de horas?
Más del 80% de las investigaciones científicas sobre el sueño y el rendimiento deportivo han sido publicadas en los últimos diez años. Una revisión narrativa muy completa realizada por expertos en la relación entre sueño y atletas nos muestra el consenso sobre todo lo relacionado con esta fascinante temática.
Nos basaremos en dicha revisión para elaborar este artículo en el que abordaremos la influencia del sueño en los deportistas y algunas recomendaciones prácticas sobre la cantidad de horas necesarias que debe descansar un atleta y algunas estrategias para mejorar el sueño.
Sueño y atletas: una relación de alto rendimiento
El sueño es esencial para el cerebro y el cuerpo. Muchas investigaciones muestran como una sola noche de sueño afecta en gran medida a la salud física y mental. A pesar de ello, es común que muchos deportistas no descansen bien la noche previa a un evento deportivo, lo que puede empeorar en gran medida el desempeño atlético.
Un buen descanso mejora el rendimiento en pruebas de fuerza y de resistencia, como también permite mejores resultados en otras cualidades físicas como la coordinación y la agilidad, imprescindibles en la mayoría de deportes.
Por lo tanto, es recomendable evitar situaciones que alteren negativamente el sueño, mientras se promueven comportamientos que mejoren la cantidad y la calidad del sueño. Sin embargo, no siempre es factible por determinados motivos como el trabajo, la familia o cualquier asunto que requiera nuestro tiempo o pueda afectar a nuestro nivel de ansiedad y estrés.
Es común que los atletas duerman menos de siete horas al día, siendo además el descanso de esas horas no reparador. Si hablamos de deportistas de élite las cifras son muy preocupantes: entre el 50% y el 78% experimentan trastornos del sueño, sufriendo un 25% de trastornos graves.
Paradójicamente, los atletas de élite son los que más necesitan descansar, pero son lo que mayores problemas tienen para descansar bien. Las cargas altas de entrenamiento en algunos momentos de la temporada, los viajes y la ansiedad y estrés por la competición son los factores de riesgo específicos para la insuficiencia del sueño en deportistas.
¿Cuántas horas de sueño son necesarias?
En función de nuestra edad pueden ser necesarias más o menos horas de sueño, sin tener en cuenta la calidad del mismo. Si bien un recién nacido necesita dormir entre 14 - 17 horas por cada 24h, a un adulto mayor le bastará con 7 - 8 horas por día.
Como recomendación general, un adulto necesita dormir entre 7 - 9 horas cada día. Un déficit o un superávit de sueño será contraproducente para la salud de la población general como para el rendimiento atlético de cualquier persona que practique ejercicio físico.
Podemos contemplarlo en estudios como el que se llevó a cabo con un grupo de ciclistas y triatletas que solían dormir unas 6,8h cada noche. Modificaron algunos comportamientos que le hicieron dormir una media de 8,4h de sueño por noche, logrando así un mejor rendimiento después de tan solo tres días durmiendo ese tiempo extra.
Un mínimo de ocho horas de sueño al día parece ser lo recomendable para las personas que entrenan de manera crónica. Dormir menos de ese número de horas puede ser contraproducente para la salud y el rendimiento de los atletas.
Según las demandas físicas y psicológicas de los entrenamientos y de la competición el número de horas necesarias de sueño puede aumentarse. Aquí entrará en juego las sensaciones de la persona y la carga diaria de entrenamiento, siendo el rango general de unas 8 - 10 horas de sueño por día.
Una caja de herramientas para dormir
Respeta los ritmos circadianos
Cada uno de nosotros poseemos un reloj biológico interno que se pone en hora con los ciclos de luz y oscuridad. En función de esa hora interna, nuestro organismo tendrá un mayor o menor estado de alerta y de actividad física y mental.
Todo aquello que altere nuestro reloj biológico hará que cuando llegue la hora de ir a dormir no estemos preparados internamente para ello y aparezca el insomnio. La melatonina es uno de los interruptores del sueño que funcionará mejor o peor según nuestra regulación del ritmo circadiano.
Si nos vamos a dormir cada día a una hora diferente nuestro cuerpo no tendrá fijada la hora de ir a la cama. En deportistas de élite ocurre con asiduidad que tienen que viajar e incluso cambiar de huso horario, alterando así en gran medida nuestro reloj interno y externo.
Seguramente no sea nuestro caso, así que nos centraremos en fijar una hora para ir a la cama y una hora en la que vamos a dormir. Hacerlo cada día, a pesar de que al inicio puede costarnos, entrenará a nuestro reloj interno para ser muy eficiente a la hora de conciliar el sueño.
Hidratos de carbono y serotonina
Sin entrar en el dilema de comer hidratos de carbono por la noche o no, consumir comidas ricas en hidratos de carbono entre una y dos horas antes de ir a dormir disminuye el tiempo necesario para quedarnos dormidos. Si somos deportistas necesitamos consumir hidratos de carbono, si no lo somos esta opción puede no ser tan recomendable.
El consumo de hidratos de carbono libera serotonina, un neurotransmisor asociado con el sueño y la vigilia. Con una alta probabilidad te ha entrado un sueño repentino después de comer un plato de pasta. Ese es el objetivo de esta estrategia para reducir el tiempo que pasa hasta que nos quedamos dormidos.
Cafeína para despertarnos, no para dormirnos
La cafeína está presente en muchas bebidas y alimentos. En función de nuestra adaptación a este estimulante podremos consumirlo en mayor o menor medida. El consumo normal de uno o dos cafés hasta 16 horas antes de ir a dormir puede agravar los problemas del sueño.
Una revisión sistemática reciente mostraba como la cafeína aumentaba el tiempo que se tardaba desde que íbamos a dormir hasta que nos dormíamos. La eficiencia y calidad del sueño también era menor con un consumo excesivo de cafeína.
A dormir también se aprende
La educación sobre el sueño puede aumentar la duración del mismo en 30 - 90 minutos, pero esas mejoras se pierden si no se refuerzan continuamente. Si no sabemos cuántas horas tenemos que dormir no podremos marcar unos objetivos.
Ya hemos visto que un atleta necesita un mínimo de ocho horas al día de sueño, y de ahí en adelante según la carga de trabajo y las sensaciones individuales. Si nos es imposible llegar a ese número de horas en la noche, añadir una siesta durante el día será una genial idea.
Evita estimulantes mucho antes de dormir, o bebidas como el alcohol que empeoran la calidad del sueño. Aunque hemos comentado los beneficios de los hidratos de carbono unas horas antes de ir a dormir, esa comida no debe ser muy copiosa: un arroz con huevos puede estar bien, una pizza puede ser una mala idea.
Establece una rutina que haga saber a tu cuerpo que vas a dormir. Para ello tira del "tiempo extra de sueño", que no es más que añadir el tiempo necesario para quedarnos dormidos a las horas de sueño. Si tenemos como objetivo dormir ocho horas y nuestra rutina de antes de dormir ocupa una hora, tendremos que comenzar dicha rutina nueve horas antes de despertarnos.
En ese "tiempo extra" apaga las luces artificiales, incluida la del móvil. Elimina todos los ruidos que puedas y establece una temperatura adecuada. Puedes incorporar una meditación en algún lugar de tu habitación justo antes de ir a la cama.
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