Esto es lo que una investigadora del cáncer en Yale nunca toma en su dieta, pero sí consumimos mucho en España

La doctora Bubu Banini es una de las investigadoras en cáncer más prestigiosas del mundo

Man Pouring Champagne Glass Festive Table
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El alcohol es a las celebraciones lo que la tarta a un cumpleaños, una mezcla que rara vez no va de la mano. En España se comienza a tomar alcohol a las 13,9 años, según datos de las encuestas EDADES y ESTUDES. Sabemos de sobra que el alcohol es muy nocivo para la salud, pero ¿y para el cáncer? Una investigadora del Centro de Cáncer de Yale da una respuesta tan firme como preocupante.

Alcohol y cáncer

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El alcohol aumenta el riesgo de varios tipos de cáncer hasta siete veces, explica en Parade la Dra. Bubu Banini, hepatólogo, gastroenterólogo e investigadora del Centro Oncológico de Yale y directora adjunta del núcleo clínico y traslacional del Centro Hepático de Yale.

La evidencia científica ha mostrado que hay alimentos muy vinculados con diversos cáncer, como la carne roja procesada o los alimentos ultraprocesados. Ciertos comportamientos como estar demasiado expuestos a los rayos ultravioletas del sol también eleva el riesgo de cáncer.

La doctora Bubu señala en su entrevista en Parade que los cánceres más comunes por la alta ingesta de alcohol son son el cáncer de hígado, el cáncer de cabeza y cuello, el cáncer de esófago, el cáncer de boca y garganta, el cáncer colorrectal, el cáncer de páncreas y el cáncer de mama.

Según la Sociedad Estadounidense del Cáncer, el consumo de alcohol es responsable del 6% de todos los cánceres y del 4% de las muertes relacionadas con el cáncer. Si pasamos ese dato, que puede quizás parecer bajo, a una población como la española (48.946.035 habitantes a 1 de octubre de 2024) hablamos de casi tres millones de personas en España con ese 6%.

¿Cómo actúa el alcohol en el cáncer?

El cáncer, siendo muy reduccionista, es un daño celular en el que se modifican un grupo de dichas células para ir en nuestra contra, en lugar de a nuestro favor. El etanol, un ingrediente del alcohol, se descompone en acetaldehído, una sustancia química que daña el ADN.

Ese daño que produce el alcohol en nuestro organismo puede ser en forma de daño celular, modificación celular y cambio hormonal. Si una célula se daña y se modifica puede crecer sin control y convertirse en cáncer, un crecimiento celular descontrolado.

"Mi abuelo se bebe todos los días una copa de coñac y tiene 103 años"

El cáncer es multifactorial y su aparición o no depende en gran parte de la genética. Un fumador que consume un paquete de cigarrillos todos los días puede no desarrollar nunca un cáncer de pulmón, y a su vez puede ser que sí aparezca en una persona que no fuma o que consume dos cigarrillos cada tanto.

Con el alcohol sucede lo mismo. Lo que está claro es que, al igual que el tabaco aumenta el riesgo de cáncer de pulmón, y otros, el alcohol eleva el riesgo de los cánceres citados anteriormente. "Las personas con otros factores de riesgo de cáncer podrían tener un umbral de consumo de alcohol más bajo, lo que aumenta significativamente su riesgo de cáncer", afirma la Dra. Banini en Parade.

Conclusión y reflexión final

Estamos inmersos en la Navidad, y eso significa alcohol, ultraprocesados y una vida poco saludable. En la sociedad actual es muy complicado escapar de esa cerveza con los amigos o la tarta de cumpleaños, porque es algo socialmente aceptado.

De hecho, es más común que te pregunten por qué te tomas un Aquarius o un Nestea que por qué te bebes un vino o una cerveza. Es decir, está más aceptado beber alcohol que no tomarlo, hasta el punto que las personas abstemias pueden sentir presión por beber, cuando la realidad debería ser la contraria, en términos de salud.

La idea fundamental de este artículo no es exponer lo que ya sabemos: el alcohol es malo para la salud. El objetivo es que seamos conscientes de la relación del alcohol con el cáncer a la hora de tomarnos esa copa extra. Días como Nochebuena o Nochevieja son excepciones en las que podemos ser algo más laxos con los hábitos saludables.

El problema llega cuando convertimos la excepción en la norma, y el consumo habitual de alcohol se coloca como la norma, siendo la excepción esa fiesta en la que no bebemos alcohol o esas cervezas después del pádel que escogemos sin alcohol.

Referencias

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