Dime lo que comía tu madre cuando estaba embaraza y te diré qué comida te gustaba más. La dieta que sigue una mujer embarazada influye en las preferencias alimentarias del bebé. Esa es la conclusión a la que ha llegado un estudio reciente que ha analizado cómo aprende el feto a "saborear" y "oler".
El bebé aprende sobre olores y sabores ya desde el embarazo
Las decisiones alimentarias que toma una madre durante el embarazo ofrecen a su feto en desarrollo la primera exposición a las preferencias culinarias de la familia. Una exhaustiva revisión de la literatura ha sintetizado cinco décadas de investigación para comprobar cómo desde el feto el ser humano aprende sobre los sabores y olores.
Conocemos y está socialmente extendido que durante el embarazo no se debe fumar ni beber alcohol. De hecho, si vemos a una mujer embarazada fumando o borracha nuestro pensamiento se dirige hacia "una mala madre", aunque nunca debemos juzgar a nadie porque cada persona puede estar librando batallas que no conocemos.
Hecho este breve pero necesario paréntesis, no tenemos esa mirada con una embarazada que come una pizza ultraprocesada o una hamburguesa de una cadena de comida rápida. Reitero de nuevo que estos ejemplos de miradas y pensamientos son simplemente para situar el contexto de la aceptación por comer mal durante el embarazo.
Al igual que fumar y beber alcohol pueden afectar al feto, lo que comemos y bebemos puede dirigir al bebé cuando se alimente hacia sabores y olores determinados. Los sistemas quimiorreceptores fetales permiten la detección de olores y sabores de la dieta materna.
Transmitidas por el líquido amniótico, el feto codifica eficazmente estos sabores, lo que resulta en una mayor aceptación después del nacimiento. Si bien los estudios existentes se concentran predominantemente en el aprendizaje fetal sobre los volátiles del olor, la evidencia limitada sugiere una capacidad para aprender sobre las propiedades gustativas (es decir, el gusto).
Esta extensiva revisión pone de manifiesto que la preferencia del bebé irá dirigida a sabores y olores "que ya conozca". Si durante el embarazo hay una gran proporción de alimentos con niveles elevados de dulzor, el bebé acogerá mucho peor frutas y vegetales por su menor sabor y olor.
Todo puede empeorar o mejorar
Los hallazgos de los investigadores no implican que una dieta inadecuada durante el embarazo haga que el hijo nunca coma brócoli y solo beba refrescos azucarados. Aunque implica una mayor preferencia a ciertos olores y sabores, serán los primeros años los que potencien esos sabores y olores hacia unos alimentos saludables u otros menos sanos.
En este artículo de Vitónica explicamos por qué los primeros años de vida son importantes para la obesidad infantil y adulta. La infancia es una etapa muy sensible para potenciar las preferencias por alimentos saludables. Si en esos años, además del embarazo, el niño se adapta a alimentos ultraprocesados y "menos sabrosos" será muy difícil modificarlo en el futuro.
Todos podemos con fuerza de voluntad escoger unos u otros alimentos, pero esa sensación de prácticamente ser adictos a ciertos productos viene marcada desde pequeños, incluso durante el embarazo. Por lo tanto, debemos intentar llevar una vida activa y una dieta saludable durante el embarazo, por nosotras y por el feto.
Referencias
Forestell C. A. (2024). Does Maternal Diet Influence Future Infant Taste and Odor Preferences? A Critical Analysis. Annual review of nutrition, 44(1), 313–337. https://doi.org/10.1146/annurev-nutr-121222-101404
Imágenes | Henley Design Studio (Unsplash), Luisa Scetinger (Unsplash), Xavier Mouton (Unsplash)
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