Parece que fue ayer cuando volvíamos de las vacaciones de verano cargados de pereza, ninguna gana de volver al trabajo y la rutina pero aun así llenos de buenos propósitos para el nuevo curso: dejar de fumar, comer mejor, hacer ejercicio, perder peso, leer más, dedicar más atención a nuestra familia o en su defecto a nuestros ficus...
Parece que fue ayer, decíamos, pero fue hace un mes. ¿Cuántos de esos buenos propósitos han sobrevivido sus primeros 30 días? ¡Esperamos que muchos! Pero sabemos que no es fácil: la motivación es una amiga veleidosa (como la fama, que diría Dumbledore) y cambiar de hábitos requiere constancia y fuerza de voluntad.
Como en Vitónica somos humanos y comprendemos este dilema, os dejamos aquí unos trucos y consejos para intentar que esos buenos propósitos os duren, al menos, hasta finales de octubre. Mes a mes, partido a partido.
1. Sé paciente
Puede que el uno de septiembre te propusieses perder cinco kilos, dejar de beber alcohol, salir a correr a diario... Cualquier cosa. El caso es que antes de empezar todo parece muy fácil, pero metidos en harina, las cosas cambian.
No se pierden cinco kilos en una semana, pasar de dos cervecitas al día a cero es un gran cambio y correr a diario significa cinco días de carrera a la semana. Ten paciencia y no desesperes si no lo has conseguido en un mes.
2. Reevalúa
Ahora que has visto las orejas al lobo (a.k.a., la verdadera dimensión de tu propósito) es un buen momento para reevaluar la situación: ¿era un propósito realista? ¿O quizá pecaste de optimista? ¿Hay otras metas intermedias que te puedas poner antes de alcanzar el gran objetivo?
3. Planifica por etapas
Directamente relacionado con lo anterior, aquí va este consejo práctico: saca un calendario y fíjate metas realistas en el tiempo.
¿Quieres perder cinco kilos y te está costando? Ponte metas intermedias de aquí a las navidades: dos kilos en octubre, dos en noviembre y el último en diciembre. ¿Y si en vez de dejar el alcohol de golpe comienzas dejándolo en días alternos durante los primeros quince días de octubre, luego dos días seguidos, luego tres, etc? ¿Salir a correr a diario es demasiado? Empieza saliendo dos días a la semana, luego tres... Y así con todo.
4. Apuntala tu motivación
Para mantenerla contigo todo lo que puedas. En esto cada uno tiene sus trucos, pero puedes por ejemplo escribirte una carta a ti mismo para cuando flaquees, recordándote los motivos por los que decidiste hacer este cambio.
Ponte en un lugar a la vista una foto de alguien a quien admires en relación a lo que quieres cambiar. Sigue cuentas de motivación en Instagram. Hazte una playlist de canciones que te pongan las pilas. Lo que sea.
5. Pero no confíes solo en la motivación
Como decimos, la motivación viene y va, y si es lo único que tienes, cuando te falle, te caerás con todo el equipo. Practica la fuerza de voluntad. A veces no es nada fácil (también nosotros tenemos propósitos derrumbados en el historial) pero es la única forma de cumplir con uno mismo cuando la motivación flaquea y una tarta de chocolate pasa por delante.
6. Busca compañía
A lo mejor no tienes que hacerlo todo tú solo. Búscate un compañero de propósito: un amigo, una hermana, un compañero del trabajo o del gimnasio...
Podéis hacerlo juntos o, si lo preferís, simplemente ir poniéndoos al día de vuestros avances y logros. Tener a alguien que te festeje los éxitos siempre los hace más agradables.
7. Ayúdate tu mismo
Pero si prefieres ir a tu bola y gestionarte tú solo, también puedes encontrar ayuda por ejemplo en aplicaciones que te ayudan a gestionar tu tiempo, que te avisan de que es la hora de entrenar, que mantienen un control de tus hábitos alimenticios... Busca la tuya, seguro que existe.
8. Ponte las cosas fáciles
Tú sabes mejor que nadie cuál es tu propósito y por qué te supone un desafío, así que ponte las cosas fáciles.
Por ejemplo, si quieres perder peso, intenta llenar tu casa de comida saludable y no comprar alimentos ricos en azúcares y grasas que favorezcan el sobrepeso. Si lo que quieres es dejar la cerveza, no la tengas en casa. ¿Salir a correr? Deja la ropa lista y no hagas planes para tu hora habitual del entrenamiento.
Nada de esto lo hará mágicamente fácil, pero te resultará menos difícil saltarte tus propios planes.
9. Recompénsate
Celebra tus éxitos mimándote con algo que te guste, reserva algo de dinero para darte un pequeño capricho cuando alcances una meta: una cena en un sitio especial, un libro que quieras leer, algo para tu casa que te guste, una escapada a un lugar bonito.
Eso sí, intenta que la recompensa no contradiga tu objetivo: si quieres dejar de beber cerveza, que no sea una cerveza; si quieres perder peso, que no sea un atracón.
10. Trátate bien, no te machaques
Es habitual, al desviarse de un propósito firme, hacerse a uno mismo pasar un mal rato a base de culpa y autodecepción. No te hagas eso.
Piensa que los cambios no se consiguen de un día para otro, que un desliz lo comete cualquiera y que todo cambio para bien es eso, un cambio para bien, aunque no sea el cambio radical que tú buscabas. De nuevo, sé paciente, date tiempo.
11. Pero tampoco te engañes a ti mismo
Un propósito es un compromiso que haces contigo mismo, y a ti mismo no deberías hacerte trampas ni engañarte. De ti depende poner los medios necesarios para cumplirlo, incluyendo esa parte más desagradable que es renunciar a comer cosas que te apetecen, hacer el esfuerzo de salir de la cama para ir a entrenar o lo que sea.
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