Nuestro cerebro necesita alimentos para funcionar correctamente. ¿Qué le ocurría a tu coche de gasolina si le ponemos diésel o agua? Más pronto que tarde dejaría de funcionar correctamente y aparecerían averías graves. Nuestro cuerpo tiene ese mismo mecanismo: si le damos los nutrientes adecuados nos llevará donde queramos, pero si le damos los incorrectos podemos encontrarnos con alguna "avería leve" como un empeoramiento de las capacidades cognitivas o con algunas más graves. ¿Cuáles son los peores alimentos para el cerebro?
Granos refinados: trigo principalmente
Cuando obtenemos el fruto de la tierra viene en su forma completa, como grano integral. Si refinamos ese fruto obtendremos un grano refinado. El trigo es uno de los más consumidos, siendo el pan blanco, la harina de trigo refinada y la pasta los alimentos más ingeridos de este grupo.
Una dieta elevada en carbohidratos refinados puede conllevar a déficits neurocognitivos. Cuando ingerimos demasiados granos refinados nuestro comportamiento metabólico se altera, tendemos a tener una mayor inflamación y a un peor funcionamiento vascular.
Todo ese combo hace que nuestra función cognitiva se vea empeorada en primer lugar, y pueda tener consecuencias graves a largo plazo. La inflamación crónica es la causa principal de aparición y empeoramiento de enfermedades. Muchos estudios son los que asocian mayores complicaciones en los ingresados por Covid-19 que mostraban mayor inflamación crónica.
Un peor funcionamiento vascular es como si nuestras tuberías se estrechasen y además fuesen de peor calidad. Eso hace que el flujo de oxígeno y de nutrientes al cerebro sea peor, lo que se manifiesta con unos peores resultados en tareas que sean demandantes a nivel cognitivo.
Azúcar refinada y sal
El límite de azúcar recomendado que no está presente en los propios alimentos ha ido descendiendo cada vez más en la última década. Curiosamente su consumo se ha ido incrementando a la vez que el límite cada vez era más bajo. Lo más preocupante no es el azúcar en sí, sino todo con lo que se relaciona.
Si eres corredor habrás tomado en más de una ocasión algún gel para poder disponer de glucosa rápida en la carrera. Dichos geles no son más que diferentes tipos de azúcares con algunos componentes más como cafeína. En este caso no hay mayor problema en consumirlo.
Siempre dependerá del contexto, tanto deportivo, como los otros ingredientes con los que tomamos ese azúcar. El consumo de azúcares refinados junto con grasas poco saludables pueden afectar a nuestro hipocampo, y con ello a la memoria.
Refrescos azucarados
El agua es la bebida básica de cualquier dieta que debe estar presente en todas las comidas. Muchas personas han introducir refrescos en lugar de agua para acompañar sus alimentos. Consumir aguas azucaradas con frecuencia aumenta la inflamación y el estrés oxidativo, enemigos de la salud de nuestras células nerviosas.
Sal del exceso de sal
Una dieta excesiva en sodio aumenta la presión arterial. Una presión arterial elevada dificulta el flujo de sangre al cerebro. Ese flujo restringido durante etapas largas pone en riesgo nuestra calidad cognitiva, elevando el riesgo de demencia.
Ácidos grasos saturados y sobre todo grasas trans
No debemos demonizar a las grasas saturadas porque son lo primero que consumimos cuando mamamos nada más nacer y durante un periodo más o menos extenso. Sin embargo, sí hay otras grasas saturadas que se asocian a una peor función cognitiva global, deterioro de la memoria y mayor riesgo de enfermedades neurológicas como demencia y Alzheimer.
Fritos de mala calidad
Una preparación casera saludable y frita con aceite de oliva virgen extra no tiene nada que ver con una croqueta procesada y frita con aceite de girasol. Los alimentos ultraprocesados fritos en exceso pueden provocar a la larga deterioro cognitivo, aumentando el riesgo de enfermedades como Alzheimer.
Carne procesada
Imagina que un amigo te dice que ha visto a Juan en el parque, pero es un nombre tan común que no sabes si es Juan Jiménez, Juan Reverte o cualquier otro. Con la carne ocurre lo mismo, si no le ponemos el apellido no sabemos a qué tipo se refiere.
La carne poco grasa no es igual que la carne roja, y por supuesto la carne procesada está a otro nivel. Éste último tipo de carne es la que debemos evitar a toda costa, ya que promueve la inflamación y es un alimento dañino para el deterioro cognitivo.
La carne roja puede ser consumida de manera ocasional, pero por encima de ella debemos elegir carnes poco grasas como el pavo o el pollo, o mejor aún: pescados.
Dulces ultraprocesados
Harina blanca refinada, azúcar refinado y grasas trans: el combo total que incluyen los dulces como Donuts o palmeras de chocolate industriales. El consumo de estos productos acelera el envejecimiento y el deterioro cognitivo.
Alcohol: deterioro cerebral sorbo a sorbo
El consumo regular de alcohol de forma excesiva puede dañar el cerebro. Con el tiempo la memoria y la capacidad para pensar con claridad empeoran e medio plazo, siendo peor cuanto más cantidad de alcohol ingerimos.
Existe una lesión propia del alcohol que se conoce como daño cerebral relacionado con el alcohol (ARBD por sus siglas en inglés). Es similar a un deterioro cognitivo leve que irá a peor si no se deja de beber, apareciendo la demencia y enfermedades como el Alzheimer.
Beber demasiado alcohol puede provocar la muerte de las células cerebrales y el encogimiento del tejido cerebral. Tendremos menos "trabajadores" para los mismos trabajos, por lo cuál nuestra capacidad mental será peor.
A ello debemos añadirle que el consumo de alcohol va acompañado de alimentos poco saludables como todos los mencionados en este artículo. Las bebidas de alta graduación suelen ir acompañadas de refrescos azucarados, lo que es más dañino para nuestro cerebro.
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