Finalizo esta serie con un aspecto común en las técnicas de control corporal: la concentración. La consciencia del movimiento nos facilitará aumentar la destreza de la ejecución pero también otras cuestiones positivas.
La oferta de práctica deportiva en gimnasios y centros especializados, muchas veces biene ligada a la idea de "hacer deporte sin darnos cuenta", como si el deporte fuese algo aburrido o molesto por sí mismo. Las técnicas de control corporal apuestan por lo contrario, por la aplicación de nuestros sentidos en la actividad.
En el ámbito de la fuerza, la concentración puede solicitar un mayor número de fibras musculares para lograr un ejercicio concreto, aumentando la eficacia del gesto. Un ejemplo de esto es la realización de cocontración en la musculatura torácica, generando una contracción de agontistas y antagonistas (abdominales y lumbares, por ejemplo) y reclutando mayor cantidad de fibras que en un gesto tradicional del ejercicio.
En cuanto a la velocidad de ejecución, la concentración enfocada a la previsualización del gesto a realizar y a la integración de los diferentes movimientos segmentarios que forman el patrón global, supone una mayor rapidez en esa actividad concreta.
Mi conclusión general, al finalizar esta serie, es que reflexionar sobre las técnicas de control corporal nos puede beneficiar en nuestra práctica deportiva habitual, incorporando aquellos aspectos que nos resulten interesantes.
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