El calor y las altas temperaturas ya sabemos que no son muy amigas del deporte, sobre todo cuando hablamos de rendimiento. La mayor parte de las veces pensamos que si entrenamos con calor no rendiremos tanto por culpa de la deshidratación, pero otro gran problema es que al tener que termorregular tanto el cuerpo destina parte de la sangre a la piel, con lo cual perdemos oxígeno en los músculos y esto hace que aumente la frecuencia cardíaca.
Si eres de los que entrena con pulsómetro podrás observar como en verano los picos de frecuencia cardíaca se elevan un poco a causa de esa redistribución sanguínea, por lo que parte de nuestro rendimiento se estará quedando por el camino. Está demostrado que por bien que nos hidratemos la temperatura central sube y el ceder parte de la sangre a la piel nuestros músculos lo van a notar.
Todavía quedan días de mucho calor y la única solución es evitar las horas de máximas temperaturas. A partir de las nueve de la noche el descenso de las temperaturas ya es más acusado y se puede entrenar mejor, por lo que si estás buscando hacer entrenamientos de calidad y mucha intensidad aprovecha las horas más frescas para que tus músculos no se resientan tanto y tu frecuencia cardíaca no se suba por las paredes.
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Imágen | M.V. Jantzen
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