Cada 365,25 días, o cada vez que la Tierra finaliza una órbita completa alrededor del sol, los humanos tenemos la oportunidad de pulsar el botón de reinicio y convertirnos en versiones más en forma y más sofisticadas de nosotros mismos. Como es habitual en enero, las redes sociales se llenan de consejos sobre cómo comer mejor, hacer ejercicio a menudo, perder peso y mantenernos sanos. Nos sentimos particularmente invencibles en esta época del año, dotados de una fuerza renovada, así como de la motivación para olvidarnos de las indulgencias pasadas y de nuestros hábitos a la hora de calentar el sofá.
El Año Nuevo también es el momento en el que emerge nuestro yo más entusiasta esperando resultados instantáneos y hacemos demasiado ejercicio de repente para recuperar el tiempo perdido. El ejercicio muscular exhaustivo, especialmente después de un periodo de inactividad, puede causar alteraciones mecánicas y químicas en las membranas de las células musculares, haciendo que se desintegren.
Trabajo como fisióloga del ejercicio y especialista en medicina deportiva y me dedico a estudiar los casos de colapso relacionados con el ejercicio. Cada vez veo y escucho más incidentes de roturas en músculos esqueléticos que causan lesiones en otras partes del cuerpo.
Con lo que digo no pretendo desanimar a la gente y que vuelva al sofá. La clave a la hora de hablar de estos casos es recordar a los atletas, entrenadores y simples mortales que la respuesta fisiológica deseada a un estímulo de entrenamiento requiere tanto un periodo de desarrollo gradual como un periodo de recuperación entre sesiones de entrenamiento.
Más que una lesión muscular
El término médico para la descomposición que sufre el tejido muscular es "rabdomiólisis": cuando se rompen o descomponen las células musculares el contenido intracelular pasan al torrente sanguíneo. Entre estos contenidos celulares se incluyen enzimas, como la creatina quinasa; electrolitos, como el potasio; y proteínas, como la mioglobina.
La mioglobina, en particular, es una proteína roja y grande que puede obstruir el sistema de filtración del riñón o los túbulos renales, el sistema de cañerías del riñón. También puede disociarse en subproductos tóxicos dañinos para los riñones. En casos aislados, una cantidad demasiado alta de mioglobina en el torrente sanguíneo puede detener por completo la función renal, como le sucedió a un maratoniano de 27 años que murió de insuficiencia renal.
En un estudio que realizamos en nadadores universitarios, analizamos un grupo de atletas con rabdomiólisis en el que seis de 34 nadadores fueron hospitalizados después de participar en una "competición de brazo" de unos 20 minutos para ver cuántas flexiones, repeticiones de remo con barra y press de banca podían completar. Parece que los casos de "rabdomiólisis sintomática", o aquellos que necesitan tratamiento médico, están aumentando a un ritmo alarmante en los equipos deportivos universitarios y se ha observado una aparición característica de estos casos en los jugadores de fútbol que vuelven a entrenar en enero después de las vacaciones de Navidad.
Hasta ahora, se han producido 17 casos de rabdomiólisis en equipo por hacer "demasiado esfuerzo, demasiado pronto, demasiado rápido" en diferentes modalidades deportivas, entre las que se incluyen el fútbol, la natación, el lacrosse, el fútbol americano, el atletismo, el baloncesto, el sófbol, el voleibol y el golf.
También afecta a los deportistas que no compiten
¿Cómo nos afecta a los simple mortales que nos queremos poner en forma? Cualquier tipo de actividad física que sea nueva para nosotros o excesiva puede causar la rabdomiólisis sintomática. Actividades como la jardinería excesiva, el levantamiento de pesas o el CrossFit, o incluso una rutina para preparar las pruebas físicas del ejército, han provocado rabdomiólisis sintomática con lesiones renales.
Se han documentado más de 90 casos de rabdomiólisis después de clases de spinning, mientras que 119 estudiantes de secundaria de Taiwán terminaron en urgencias después de que su profesor les obligara hacer 120 flexiones en cinco minutos. Por lo tanto, este tipo de degeneración dañina de células musculares puede producirse ya sea después de cinco minutos o 36 horas de actividad física demasiado excesiva o a la que no estamos acostumbrados.
Combinar un entrenamiento progresivo con una recuperación adecuada permite que se produzcan adaptaciones beneficiosas a nivel muscular, cardiovascular y de composición corporal, como pueden ser la formación de músculo, la mejora de la aptitud física y la pérdida de grasa corporal. Nuestra investigación confirma que es necesaria una introducción progresiva de dos semanas en el entrenamiento tras haber hecho una pausa para que las membranas de las células musculares se adapten completamente al desgaste del entrenamiento.
La rabdomiólisis asintomática, o la descomposición del tejido muscular sin lesiones renales agudas o síntomas debilitantes, es común y representa la respuesta típica al entrenamiento que no requiere tratamiento médico. Sin embargo, se debería consultar con un médico si aparece alguno de los siguientes síntomas uno o dos días después de haber realizado ejercicio de alta intensidad:
- Dolor muscular insoportable que no se va con el tiempo
- Hinchazón muscular que limita en el movimiento
- Náuseas o vómitos, o ambos
- Orina muy oscura (parecida a la Coca-Cola) o en poca cantidad
Existen factores de riesgo que aumentan la probabilidad de sufrir rabdomiólisis después de entrenar, entre los que se incluyen hacer ejercicio a altas temperaturas, la deshidratación o la hiperhidratación, el consumo excesivo de alcohol o de café, las prácticas dietéticas extremas (vegetarianas o altas en proteínas) o ser portador de la drepanocitosis. Tanto hombres como mujeres pueden desarrollar la rabdomiólisis sintomática, aunque vemos más casos en hombres. Los músculos más pequeños del brazo parecen ser más susceptibles de romperse después de cinco a 30 minutos de ejercicio que los músculos más grandes de la pierna por razonas que todavía no están claras.
A pesar de que la rabdomiólisis sintomática es poco común, deberíamos tener presente esta complicación del ejercicio cada vez más usual, puesto que los casos van en aumento. Nosotros, entrenadores, investigadores, médicos y demás profesionales, animamos a todo el mundo a que disfrute de los beneficios de hacer ejercicio con regularidad. Sin embargo, también advertimos que no es bueno hacer demasiado ejercicio demasiado pronto. Una ruptura autoinflingida de las células musculares esqueléticas (o provocadas por el entrenador de turno) se puede prevenir totalmente si planificamos nuestro entrenamiento de forma inteligente y respetando la fisiología.
Autora:
- Tamara Hew-Butler. Profesora asociada de ejercicio y ciencias del deporte, Universidad del estado de Wayne.
Este artículo ha sido publicado originalmente en The Conversation. Puedes leer el artículo original aquí.
Traductor | Silvestre Urbón
Imágenes | iStock