Los hombres y las mujeres caminan de forma diferente. Esto es debido a diferencias biomecánicas y al uso de diferentes estrategias de control de la marcha.
El conocimiento de estas diferencias puede tener múltiples aplicaciones, tanto en el deporte como en los procesos de rehabilitación, aunque aún deben seguir investigándose todos los aspectos que pueden involucrar estas diferencias.
Diferencias en las diferentes partes y articulaciones del cuerpo
Diferencias en el movimiento de la pelvis: los hombres no mueven la pelvis igual que las mujeres
El movimiento de la pelvis durante el ciclo de la marcha muestra, principalmente, que las mujeres realizan mayor basculación lateral de la pelvis que los hombres.
Sin embargo, aunque los hombres muestran menor amplitud de movimiento en la basculación lateral de la pelvis que las mujeres, realizan un movimiento lateral del centro de gravedad mayor.
A su vez, las mujeres retrasan la transición de la rotación interna a la externa, así como el regreso a la rotación interna.
Traduciendo, las mujeres inclinan y mueven más la pelvis hacia los lados.
¿Por qué estas diferencias? Se ha planteado que estas diferencias en el movimiento de pelvis entre hombres y mujeres puede deberse a una elección basada en aspectos socioculturales, adaptaciones evolutivas, o, con mayor probabilidad, a una combinación de factores socio-culturales, anatómicos y biomecánicos.
Diferencias en el movimiento de la cadera: si eres hombre, tus pasos son más anchos
En las mujeres, como consecuencia de la mayor basculación lateral de la pelvis hacia la pierna que oscila, se produce un aumento de la aducción de la cadera de la pierna de apoyo durante la fase de amortiguación.
Es decir, cuando el pie toca el suelo, la aducción de cadera en las mujeres lleva su pierna más hacia dentro, más próxima al cuerpo.
Por otro lado, las mujeres realizan menor abducción de la cadera en el despegue del pie y muestran menor abducción, también, durante el contacto inicial.
Es decir, en el despegue del pie y el contacto inicial, la abducción de la cadera en las mujeres no dirige su pierna tan hacia fuera y tan lejos del cuerpo como en los hombres.
Este hecho condiciona el ancho de paso. Es decir, los hombres, al presentar mayor abducción de cadera en el contacto inicial, tienen también mayor ancho de paso.
A su vez, si hablamos de la actividad muscular a través de caminar y correr a diferentes velocidades e inclinaciones, las mujeres muestran mayor actividad del glúteo mayor en todas las condiciones, además de un aumento progresivo en la actividad del glúteo medio con el aumento de la velocidad de la carrera, en comparación con los hombres.
Tobillo: las mujeres tienen una mayor movilidad de tobillo
Las mujeres tienen un mayor rango de movimiento de tobillo que los hombres. La diferencia entre los sexos no es muy grande y siguen estudiándose las posibles implicaciones que ésto podría tener.
Hombros y codos: las mujeres bracean más (y ganan más estabilidad)
El swing (braceo, oscilación) del brazo es más alto en las mujeres en comparación con los hombres, con las mujeres teniendo significativamente mayor rango de movimiento del hombro, así como una notable diferencia en el rango de movimiento del codo.
Las diferencias en el movimiento del hombro son más pronunciadas en flexión que en extensión, mientras que las posibles diferencias en el codo parecen ocurrir más en extensión, lo que sugiere posibles influencias estructurales, musculares u otras influencias basadas en el sexo.
En esta línea, sabemos que la ausencia de braceo disminuye la estabilidad. Quizás el mayor braceo de las mujeres esté relacionado con proporcionar una mayor estabilidad en función de sus características morfológicas.
Cambio de peso de una pierna a otra
Los hombres y las mujeres seleccionan estrategias diferentes para realizar el cambio de peso de una pierna a la otra durante la marcha normal.
Como hemos comentado, los hombres realizan un movimiento lateral del tronco que conlleva un desplazamiento mayor del centro de gravedad en el plano frontal, mientras que las mujeres realizan una mayor basculación lateral de la pelvis combinada con una mayor aducción de cadera.
Este hecho podría ser consecuencia de las diferencias morfológicas entre ambos sexos. Es decir, en los hombres las articulaciones de la cadera y de la pelvis suelen presentar un menor rango de movimiento que las mujeres.
Por tanto, hombres y mujeres usan diferentes estrategias de control durante la marcha, es decir, a la hora de afrontar el cambio de peso durante el ciclo de la marcha cada sexo elige su estrategia más eficiente.
Estos datos, además de describir y discriminar los patrones cinemáticos de la marcha normal, son determinantes para establecer las características y estrategias utilizadas por hombres y mujeres para el mantenimiento del equilibrio y la transferencia de peso de una pierna a otra durante la marcha.
A su vez, es muy probable que existan diferentes patrones de la marcha entre hombres y mujeres según la edad.
¿Qué aplicaciones podrían tener estos conocimientos en el deporte?
Las diferencias cinemáticas de la cadera entre hombres y mujeres pueden tener implicaciones en los mecanismos de lesión, y pueden justificar una investigación adicional para determinar si se trasladan a la carrera u otros movimientos atléticos.
En el atletismo, por ejemplo, está bien documentado que la cinemática alterada del tobillo puede afectar las articulaciones más proximales en la cadena cinemática, y ser una causa contribuyente de varias lesiones de rodilla y cadera.
Es posible que las mujeres, con pies proporcionalmente más cortos en comparación con los hombres, requieran un ángulo de empuje de flexión plantar ligeramente aumentado para mantener una cinemática de rodilla efectiva.
Por tanto, los efectos de las diferencias de sexo tanto en la estructura del pie como en el movimiento del tobillo merecen mayor investigación, particularmente en lo que respecta a los mecanismos de lesión.
¿Qué aplicaciones podrían tener estos conocimientos en la rehabilitación?
Varias aplicaciones clínicas pueden beneficiarse conocer todas estas diferencias en la marcha entre hombres y mujeres.
En el plano frontal, la separación de la pelvis masculina y femenina y los valores normativos del torso puede ayudar en algunas recomendaciones de diagnóstico y tratamiento de patología. Por ejemplo:
Patrón de la marcha de Trendelenburg: en la marcha en Trendelenburg la musculatura lateral de la pierna no funciona correctamente, por lo que cuando la pierna del lado sano se levanta del suelo, la pelvis cae, no queda horizontal al suelo.
La compensación que hace la persona es una lateralidad del tronco hacia el lado afectado, para tratar de acercar la línea del peso de su cuerpo al punto de apoyo de la palanca, reduciendo así el brazo de palanca de la resistencia, por lo que disminuye el peso y será algo más fácil estabilizar la pelvis, ya que la potencia requerida será menor.
Esta compensación se produce por una mala función de los abductores de la cadera, y en concreto del glúteo medio, el cual se encuentra debilitado. Por tanto, la sensibilidad del diagnóstico y la magnitud de la debilidad pueden mejorarse si se considera el sexo del sujeto.
Osteoartritis de rodilla: es una enfermedad degenerativa de la rodilla. El cartílago se deteriora y se desgasta y cuando la persona se mueve siente dolor en la zona que no está protegida por el cartílago.
Se ha observado una alteración de la pelvis del plano frontal y de la cinemática del torso en sujetos con osteoartritis de rodilla, y se ha sugerido un reentrenamiento de la marcha que incluye un aumento de la inclinación lateral del torso como estrategia compensatoria para reducir la carga medial de la rodilla. La eficacia de este tipo de reeducación puede también variar según el sexo.
A su vez, la oscilación lateral también se ha asociado con el riesgo de caídas en los ancianos. La investigación sobre los riesgos de caídas, así como las patologías que afectan a los ancianos, también podrían beneficiarse de la consideración de las diferencias entre sexos.
Por tanto, el conocimiento de estas estrategias puede tener múltiples aplicaciones en la evaluación, según sea hombre o mujer, de las compensaciones producidas durante el proceso de rehabilitación, fundamentalmente en planes de reentrenamiento tras lesiones o cirugías del miembro inferior, o en el abordaje del déficit de equilibrio y prevención de caídas en personas mayores.
En definitiva, si queremos abordar adecuadamente la marcha en los procesos de rehabilitación, resultará fundamental el respeto de las características intrínsecas del paciente, como en este caso el sexo del sujeto.
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