El crumble es una elaboración típicamente británica que tiene variantes similares en otros países. El nombre hace referencia a las migas crujientes que cubren la base de fruta, y es tan sencillo de preparar que no resulta difícil versionarlo en una receta saludable para tomar de postre, desayuno o merienda. Proponemos cocinarlo con fresas y arándanos, pero admite cualquier fruta.
En su acabado rústico está parte de su encanto, y por eso no necesitamos harina para cohesionar la cobertura. Un crumble auténtico tendría una buena cantidad de mantequilla y, claro, azúcar, pero en nuestra versión saludable dejamos que sean la fruta, las almendras y las especias las que aporten su sabor y textura. Si no nos importa incrementar el aporte calórico del plato, podemos añadir más mantequilla de cacahuete o un poco más de dátil, especialmente si usamos este plato para recuperar energías después de entrenar, o para cargarlas.
Precalentar el horno a 200ºC con calor arriba y abajo. Preparar un recipiente refractario de unos 10-15 cm de diámetro, tipo sartén de hierro o cazuelas de barro. Se pueden usar más pequeñas y dividir en dos o tres unidades.
Lavar, secar y preparar la fruta, retirando el rabito de las fresas y troceándolas en piezas peñas. Mezclar con los arándanos en el recipiente, y añadir 1 cucharada de zumo de la naranja, y un poco de ralladura.
Mezclar en otro recipiente los copos de avena, las almendras, la mantequilla de cacahuete, el sirope de dátil y una buena pizca de canela molida y/o vainilla. Apretujar con un tenedor o con los dedos para integrar todo; añadir leche o bebida vegetal poquito a poco, mezclando, para conseguir una textura de migas húmedas.
Cubrir la fruta con esta combinación, apretando si se desea un acabado más homogéneo. No hace falta añadir toda la cobertura si se prefiere dar más prioridad a la fruta; al gusto. Espolvorear con más canela y hornear hasta que esté muy dorada y crujiente, con la fruta hirviendo a borbotones. Podríamos necesitar un poco más de treinta minutos, según el horno.
Con qué acompañar el crumble de fresas
Tradicionalmente el crumble se sirve caliente o tibio con algo cremoso que haga contraste, como helado, nata o salsa de vainilla tipo natillas. En una versión saludable, podemos usar yogur natural aderezado con vainilla y/o ralladura de lima o limón, queso cottage o fresco, o un poco de leche de coco bien fría. Un helado casero con base de fruta como el plátano también sería buena opción. Estas cantidades se pueden repartir entre dos o tres raciones.
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