Ir regularmente al gimnasio, liberar endorfinas, observar como poco a poco, gracias a nuestro esfuerzo continuado, nuestro cuerpo va cambiando, suele ser conllevar un gran chute de bienestar y autoestima. Pero ahora parece ser que esa no es la única vía que tiene el gimnasio para hacernos sentir bien con nosotros mismos - especialmente con nosotras mismas -. La otra gran herramienta que tiene el gimnasio son los espejos.
Los gimnasios están llenos de espejos de cuerpo entero por todas partes: en las salas donde se dan clases grupales, en la sala de máquinas, en la sala de pesas, en la funcional y de estiramientos. Vayamos donde vayamos, los espejos nos persiguen.
Esto puede ser causa de ansiedad y malestar al principio para algunas personas, ya que, especialmente para las mujeres -mujeres sanas sin trastornos de alimentación - enfrentarse a su propia imagen y a su propio cuerpo puede ser estresante, elevando los niveles de ansiedad, inseguridad o tristeza en otros.
Sin embargo, Sonia Rodríguez-Ruíz y sus compañeras, han encontrado que la mera exposición continuada a nuestra propia imagen en un espejo puede mejorar el autoconcepto que tenemos de nuestro cuerpo.
La insatisfacción corporal y sus implicaciones
La insatisfacción corporal tiene una alta prevalencia en nuestra sociedad, especialmente entre las mujeres, sin que necesariamente implique un trastorno de la conducta alimentaria. Pero esta insatisfacción puede llevar a problemas más serios como el desarrollo de trastornos de la alimentación, depresión o baja autoestima. Aunque hay muchos métodos para tratar este problema, en el caso de la insatisfacción corporal, todavía se está buscando el más efectivo.
Hasta el momento, los tratamientos utilizados para tratar la insatisfacción corporal incluían exposición al espejo, siendo esta exposición guiada. Es decir, mientras se observaban en el espejo, un profesional los y las acompañaba, solicitando que se describieran y corrigiendo las observaciones negativas por otras más neutrales.
Sin embargo, lo que plantean ahora Sonia Rodríguez-Ruíz y sus compañeras es que con la mera exposición al espejo ya obtendríamos resultados, reduciendo los niveles de insatisfacción corporal, ansiedad y depresión.
Exposición al espejo y el papel del gimnasio
La mera exposición al espejo tuvo mejores resultados que la exposición guiada y más eficientes resultados en la investigación llevada a cabo por estas investigadoras. Las autoras teorizan que puede deberse a que las personas que se enfrentan de manera continuada a un espejo sufren una habituación a los sentimientos negativos que les provoca. Esto podría llevarles a dejar de fijarse tanto en lo negativo y comenzar a prestar atención a lo que sí les gusta y de primeras no veían.
Aquí es donde podría entrar el gimnasio y el efecto de los espejos por todas partes. El ejercicio físico en sí mismo ya puede favorecer nuestra saludad mental, si, además, una vez superado el primer momento de incomodidad por ver nuestro cuerpo constantemente - no siempre en su momento más halagador -, somos capaces de continuar observando nuestro cuerpo, centrándonos en realizar los movimientos correctamente, en cómo nuestro cuerpo se adapta al ejercicio y al esfuerzo, quizás esto pueda influir también en nuestra autoimagen y el concepto que de nuestro cuerpo tenemos.
Y, para qué engañarnos, puede ser la explicación que estábamos buscando a por qué nos gusta tanto mirarnos en los espejos mientras levantamos pesas.
Imágenes | Unplash @scottwebb, @alimarel, @danielapodaca96
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