Parece que en el mundo de la nutrición siempre hay un alimento o grupo de alimentos que hay que desterrar o demonizar. Si echamos una mirada a los diferentes macronutrientes: hidratos de carbono, grasas y proteínas, más tarde o más temprano, todos han sido "los malos de la película".
Aunque lo que voy a decir se pueda considerar toda una simpleza, ningún alimento o nutrientes es bueno o malo por sí, depende mucho del contexto nutricional en el que estemos hablando, o más bien ingiriéndolo.
Dietas bajas en hidratos, bajas en grasas o altas en proteínas. Las modas siempre están ahí
Si, por ejemplo, nos centramos en los hidratos de carbono, habría que ver qué tipo de hidrato de carbono comemos, qué cantidad, frecuencia, en qué alimento/s y acompañado de qué. Solo respondiento a estas cuestiones, e incluso a más, podremos analizar de forma más eficaz si ese hidratos de carbono es bueno o malo (para nosotros y en esas circunstancias).
Las grasas se consideraron en su día poco menos que las causantes únicas de las enfermedades cardiovasculares y de la obesidad. Algo parecido ocurrió con el huevo y su famoso colesterol. Y sin embargo ahora vemos que no todo la culpa la tienen las grasas y hay que diferenciar qué tipo de grasa.
Con las proteínas también hubo y me atrevería a decir que todavía hay cierto miedo, sobre todo lo que se refiere a ingerirlas en exceso y el daño que ello puede hacer al hígado y al riñón. Muchas proteínas habría que comer para tener problemas, sobre todo digestivos. Y también, deberíamos de diferenciar la procedencia de las proteínas en la dieta.
Y de nuevo vuelvo a los hidratos de carbono para cerrar el círculo. Las famosas dietas bajas en hidratos también han estado de moda. Parece que todo lo que tenga hidratos es malo o hay que huir de comerlos. De nuevo: qué tipo de hidratos, de dónde provienen y con qué frecuencia los comemos, eso es a lo que debemos de atender. No son lo mismo los hidratos que ingerimos de un refresco (azúcar), que los que obtenemos de la fruta o verduras.
Por tanto, no nos centremos o simplifiquemos la idea de que un alimento o nutrientes es bueno o malo. Si ya de por sí el concepto de alimento bueno o malo es ambiguo, yo diría que si nuestros hábitos se consideran saludables, ese concepto incluso carece de sentido. Hidratos, grasas y proteínas, simplemente, son necesarios.
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